| Las 
                    aguas subterráneas en el Anteproyecto del Plan Hídrológico 
                    Nacional Rafael 
                    FERNÁNDEZ RUBIODr. Ingeniero de Minas
 Catedrático de Hidrogeología
 UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID
 Presidente
 Comité de Medio Ambiente
 INSTITUTO DE LA INGENIERIA DE ESPAÑA
 Presidente
 CLUB ESPAÑOL DEL MEDIO AMBIENTE
 Introducción Un 
                    Plan Hidrológico Nacional (PHN), como instrumento de 
                    gestión hídrica del país, al máximo 
                    nivel, es absolutamente imprescindible y deseado por cuantos 
                    nos movemos en el mundo del agua y del medio ambiente. Y lo 
                    es porque en un país como España, con sus irregularidades 
                    pluviométricas, no podemos estar al arbitrio de inundaciones 
                    y de sequías, de escasez y de despilfarro de agua. 
 Sin 
                    remontarnos a datos históricos, hay que resaltar que 
                    los sucesivos gobiernos, de la España de la democracia, 
                    lo han tenido siempre como objetivo programático, al 
                    tiempo que técnicos y políticos han dedicado 
                    ingentes esfuerzos en concretar su estructuración, 
                    tratando de conseguir un PHN adecuado a los requerimientos 
                    de nuestra singularidad hídrica. Pero 
                    los problemas han surgido siempre, para los diferentes borradores 
                    y anteproyectos, como consecuencia de que los políticos 
                    y técnicos responsables han trabajado con su "verdad", 
                    impermeables a aportaciones que pudieran ser discrepantes. 
                    Y, en esa misma idiosincrasia ibérica, nos encontramos 
                    con que cada español se considera planificador hídrico 
                    nato. Conjugar esas dos realidades entiendo que es un ejercicio 
                    bien difícil de resolver. Por 
                    diferentes motivos he estudiado a fondo la documentación 
                    aportada por el Ministerio de Medio Ambiente; he analizado 
                    sus antecedentes; he buceado en varios Planes de Cuenca; he 
                    leído con fruición lo que la prensa diaria ha 
                    reflejado (y todavía correrán rías de 
                    tinta); he asistido a coloquios y mesas redondas; he comparado 
                    con lo que '' se hace en otros países, y mi conclusión 
                    final es que estamos ante un documento que refleja un ''gran 
                    esfuerzo humano, pero faltaría a la verdad si digo 
                    que todo me parece perfecto. Por ello deseo hacer una critica 
                    constructiva, hilvanando ideas, con esperanza de que, alguien, 
                    desde la responsabilidad, encuentre aquí alguna reflexión 
                    que pudiera ser aprovechable. Pero 
                    me voy a ceñir, sólo y exclusivamente, a las 
                    aguas subterráneas, sin abordar otros aspectos para 
                    los que la tentación no falta, especialmente los referentes 
                    a temas ambientales, a lo que incita leer en la documentación 
                    elaborada por el MIMAM que "otras consideraciones, como 
                    las económicas o las medioeambientales, han de ser 
                    debidamente valoradas y consideradas''. Aspectos 
                    conceptuales En 
                    el primer párrafo del volumen dedicado al Análisis 
                    de Antecedentes, se explícita el enfoque de este PHN: 
                    `Este Documento de antecedentes y descripción de alternativas 
                    de las transferencias intercuencas. 
". 
                    Es de agradecer esta honradez, para no llamarnos a engaños; 
                    el PHN se ha desarrollado para abordar esas transferencias, 
                    máxime cuando las "alternativas" a las que 
                    se refieren se refieren, sólo y exclusivamente, a "Trasvases". 
                    Tan llanamente se dice, que lo más lógico hubiera 
                    sido denominarlo "Plan Nacional de Infraestructuras Hidráulicas".  Con 
                    esta convicción, y antes de proseguir el relato, recuerdo 
                    que en 1977, cuando se cumplía el 50 Aniversario de 
                    la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, 
                    recibí un libro lujosamente presentado: "Guadalquivires". 
                    Busqué las aguas subterráneas en su Temario, 
                    y no las encontré; busqué hidrogeólogos 
                    entre los colaboradores, y allí no estaban; y, pasando 
                    y repasando páginas, localicé finalmente dos 
                    dedicadas a "Consideraciones sobre aguas subterráneas 
                    en la cuenca del Guadalquivir". Parecía que allí 
                    debería estar condensado lo que son estas aguas en 
                    la cuenca del Guadalquivir, pero mi sorpresa fue leer, al 
                    referirse a los recursos de aguas subterráneas del 
                    Valle inferior del Guadalquivir, que "no son especialmente 
                    notables"; y para la parte acta de la cuenca se dice 
                    que "sus recursos aparecen mucha más limitados". 
                    Es cierta que se destaca la importancia de los acuíferos 
                    kársticos, pero se concluye inmediatamente que "Son 
                    muy numerosos los cursos de agua que nacen en surgencias de 
                    fas corrientes subterráneas de tos macizos kársticos 
                    (sic)". Y, al referirse a los coluviales, aluviales y 
                    terrazas fluviales, se lee que "pueden ser interesantes. 
                    Aunque su discontlnuidad impide que formen acuíferos 
                    de gran magnitud». Para la calidad de estas aguas no 
                    hay ningún adjetivo favorable: elevada dureza, carácter 
                    selenitoso, aguas saladas. Con esta mentalidad se abordaban 
                    las aguas subterráneas en una cuenca en la que su papel 
                    es trascendente, y en la que ahora, en palabras del propio 
                    PHN, se dice que: "Las aguas subterráneas representan 
                    en la cuenca del Guadalquivir una fracción superior 
                    al 25% de la aportación total de la cuenca". Este 
                    mismo PHN, al referirse a los recursos hidrogeológicos 
                    dice que se "ponen de relieve la importancia de los recursos 
                    subterráneos y la necesidad de estudiar con más 
                    detalle e incorporar los recursos que puedan proporcionar 
                    los acuíferos analizados en los sistemas de explotación 
                    de recursos hídricos, como fuente estratégica 
                    
" (el subrayado lo añado yo). Parece que 
                    estamos entre un querer y un no querer considerar la importancia 
                    de los acuíferos.
 Pero 
                    si volvemos al PHN, al hablar de la cuenca del Segura y de 
                    Almería, y de otras, vuelve a decirse que "estos 
                    bombeos podrían disminuir fas aportaciones entrantes 
                    a los embalses si se sitúan en acuíferos que 
                    drenan hacia ellos", para añadir que "la 
                    utilización de tos acuíferos situados aguas 
                    arriba de los embalses no mejoraría significativamente 
                    las disponibilidades". Se siguen ignorando (o minusvalorando) 
                    las posibilidades que ofrecen los acuíferos, verdaderos 
                    embalses sin hormigón que nos brinda la Naturaleza.¿Qué 
                    sería más acorde con la política de un 
                    Ministerio de Medio Ambiente: aprovechar la regulación 
                    natural que puedan ofrecer las aguas subterráneas, 
                    o ir abiertamente a grandes obras hidráulicas? ''. Quiero 
                    ser optimista, especialmente porque en el PHN se puede leer 
                    que: "las propuestas disponibles no excluyen el que existan 
                    otras posibles soluciones técnicas no explicitadas 
                    hasta ahora y, en consecuencia, no plasmadas en este documento 
                    ... En cualquier caso, el proceso de discusión pública 
                    de este Plan Hidrológico es una ocasión propicia 
                    para la emergencia, en su caso, de tales alternativas". 
                    Por otra parte no olvidemos que, en la Directiva Marco de 
                    Aguas (considerando 41), se pide "la implicación 
                    del público en general antes de tomar la decisión 
                    final sobre las medidas necesarias ¿Se hará 
                    sí? Esperemos que sí. El 
                    problema es que llueve sobre mojado (o mejor: sobre seco), 
                    ya que, analizando las propuestas del anterior PHN (1993), 
                    las aguas subterráneas también fueron el gran 
                    ausente, y lo mismo ha acontecido con planteamientos posteriores 
                    a 1996. Es 
                    más, en 1998 se presenta el Libro Blanco del Agua en 
                    España (LBAE), en el que se presenta un balance hídrico 
                    entre recursos potenciales y demandas (actuales y futuras), 
                    se define su carácter deficitario o excedentario, y 
                    se identifican las áreas más significativas 
                    que debían ser objeto de análisis I detallados, 
                    pero, se pasa de puntillas sobre las aguas subterráneas: 
                    "estos análisis se refieren exclusivamente a la 
                    viabilidad de las transferencias, en el sentido de terminar 
                    necesidades estrictas en las cuencas receptoras, máximos 
                    trasvasables en las cedentes, y condiciones técnicas 
                    del proceso". Antes 
                    de seguir adelante quisiera aclarar al lector que no soy defensor 
                    a ultranza de las aguas subterráneas, soy enemigo acérrimo 
                    de la sobreexplotación de acuíferos, he sido 
                    coautor del proyecto del trasvase Tajo-Segura, tal vez por 
                    todo ello me resulta extraño que, sobre las aguas subterráneas, 
                    se sea tan superficial en estas "biblias" hidrológicas. Las 
                    aguas subterráneas en el PHN Con 
                    los antecedentes anteriores cabría preguntarse ¿se 
                    han ignorado totalmente las aguas subterráneas?. ¡No! En 
                    1994 vio la luz el Libro Blanco de las Aguas Subterráneas 
                    (LBAS), en cuya elaboración intervinieron hidrogeólogos 
                    de reconocido prestigio, tanto del Instituto Tecnológico 
                    Geominero de España como de la Dirección General 
                    de Obras Hidráulicas. En 
                    este LBAS, tras analizar la situación, se concretan 
                    los programas de actuación del sector público, 
                    ordenados en dieciséis actuaciones que incluyen, entre 
                    otras, a las siguientes: inventario de recursos de aguas subterráneas; 
                    red de control; censo de aprovechamientos; sobreexplotación 
                    y salinización; otorgamientos de nuevas explotaciones 
                    y asignación de recursos; perímetros de protección 
                    de captaciones; protección de humedales relacionados 
                    con las aguas subterráneas; infraestructuras de captación 
                    para periodos de sequía; abastecimiento de núcleos 
                    urbanos; recarga artificial, ... Pero, si paseamos la mirada 
                    por esos seis años, vemos que no se han aplicado las 
                    inversiones programadas para actuaciones en aguas subterráneas, 
                    que en aquel entonces ascendían a 138.890 millones 
                    de pesetas; incluso más: la sequía presupuestaria 
                    ha ido in crescendo para al ahora rebautizado Instituto Geológico 
                    y Minero de España.  Después 
                    de este abandono, cuando en el PHN se busca el papel de los 
                    acuíferos y, concretamente, en el volumen dedicado 
                    al Análisis de los Sistemas Hidráulicos, se 
                    lee que "Desde el punto de vista de los regadíos, 
                    y en relación con el medio ambiente, las transferencias 
                    se destinarán exclusivamente a eliminar la actual sobreexplotación 
                    de acuíferos". Inmediatamente uno espera encontrar 
                    el planteamiento de operaciones de recarga artificial de acuíferos, 
                    especialmente si se tiene en cuenta que la máxima disponibilidad 
                    de aguas trasvasables se produce cuando la demanda es menor. 
                    Pero intento vano: la recarga no es objeto de consideración 
                    en el PHN. Tampoco ya son objeto de atención aquellas 
                    dieciséis actuaciones sobre las aguas subterráneas.
 Es 
                    más, en el PHN siempre está presente una visión 
                    viciada de la relación río-acuífero. 
                    Por doquier aparece el acuífero como alimentador de 
                    los ríos, y siempre se olvida el hecho contrario: el 
                    río alimentador de acuíferos. De ahí 
                    el silogismo lleva a afirmar que siempre las extracciones 
                    de aguas subterráneas van a debitar agua a los ríos, 
                    pero no se dice que la regulación de los ríos 
                    merma la recarga natural de los acuífero aguas abajo. Así, 
                    por ejemplo, al analizar los elementos de regulación 
                    subterránea en la cuenca del Guadalquivir, podemos 
                    leer que "El análisis se ha centrado en los acuíferos 
                    situados aguas debajo de los principales embalses de regulación, 
                    ya que los bombeos de acuíferos situados aguas arriba 
                    de éstos podrían disminuir las aportaciones 
                    entrantes", y lo mismo se repite al hablar de la cuenca 
                    del Júcar o en el Sureste. Igual acontece en el LBAE, 
                    cuando se dice que "La explotación de los acuíferos 
                    produce descensos en sus niveles piezométricos y en 
                    los caudales de los ríos y manantiales", pero 
                    para nada se menciona que la construcción de embalses 
                    reduce la recarga de los acuíferos aguas abajo. Son 
                    demasiado reiterativos estos planteamientos para no parecer 
                    sospechosos. Si 
                    aceptáramos esos raciocinios sólo podríamos 
                    utilizar los acuíferos que no tienen embalses aguas 
                    abajo, y tendríamos que resignarnos casi a los acuíferos 
                    costeros, de los que se nos diría que es mejor no tocar 
                    por, estar salinizados o sobreexplotados. Esto es ignorar 
                    el verdadero papel de la utilización conjunta, especialmente 
                    interesante en estos "embalses subterráneos", 
                    que no requieren hormigón, no inundan terrenos, no 
                    plantean riesgos a las poblaciones aguas abajo, ... En 
                    el PHN sólo excepcionalmente, y casi de pasada, se 
                    reconoce la influencia de la regulación de las aguas 
                    superficiales en el decremento de la recarga de los acuíferos. 
                    Así lo encontramos al abordar la recarga del acuífero 
                    del delta del Llobregat, cuando se dice que "ha ido disminuyendo 
                    con el pasa del tiempo debido a la construcción de 
                    encauzamientos para defensa contra avenidas; disminución 
                    de crecidas por mayor regulación aguas arriba, merma 
                    de caudales por derivaciones, etc". Y uno se pregunta: 
                    ¿se ha tenido esto en cuenta en el Delta del Ebro? La 
                    recarga artificial En 
                    el PHN, al abordar la situación en cuencas del Levante 
                    español, se concluye con frecuencia en que no cabe 
                    proponer incrementos de explotación por bombeo en una 
                    serie de unidades hidrogeológicas, sino por el contrario 
                    reducir las extracciones actuales. Y estoy de acuerdo. Pero 
                    lo que no se acompañan son medidas para recuperar esos 
                    sistemas sobreexplotados, mediante recarga artificial directa 
                    (superficial o subterránea), o inducida (obras hidráulicas 
                    específicas). ¡Qué buen papel podrían 
                    jugar las aguas trasvasadas aplicadas a la recarga en épocas 
                    de descenso de la demanda!.  Con 
                    respecto a la recarga artificial llama la atención 
                    la falta de confianza en esta tecnología, muy probablemente 
                    por desconocimiento de sus potencialidades. Ya en el LBAE 
                    se decía que "Los resultados obtenidos en estas 
                    experiencias son esperanzadores, aunque se han producido algunos 
                    fracasos que han sido fruto tanto de una falta de planificación 
                    y tecnología, como de un interés insuficiente 
                    por sus posibles beneficiarios, y escasa aportación 
                    económica para desarrollarlas". Incluso se permitía 
                    hacer referencia a que sólo en el Estado de California 
                    se aporta, mediante recarga artificial, un volumen de 1.400 
                    hm3/año, y que Alemania y Holanda son los países 
                    de la Unión Europea con más instalaciones de 
                    recarga (podría añadir casos muy favorables 
                    en los que en intervenido en la Chequia y en Ucrania). Pero 
                    nada de esto ha servido para que en el PHN se tenga en cuenta 
                    la recarga de acuíferos y se prevean inversiones para 
                    ella.
 Pienso 
                    que no debería pretenderse incrementar la extracción 
                    de aguas subterráneas, pero si compensar el déficit, 
                    no sólo por sustitución de extracciones con 
                    aguas trasvasadas sino también por realimentación 
                    artificial de acuíferos sobreexplotados. Se podría 
                    argumentar que esa política no sería equitativa, 
                    pero habría que responder que del arca nacional han 
                    salido, muchas inversiones destinadas a construcción 
                    de embalses y trasvases. Por 
                    supuesto aspecto clave tiene que ser, siempre, el de la utilización 
                    conjunta, de la que tan buenos ejemplos hay en la cuenca del 
                    Júcar, señalados en el propio PHN, y que suponen 
                    aumentos muy sensibles de la garantía en los suministros. Los 
                    acuíferos compartidos En 
                    el PHN se dedica un volumen íntegramente a los acuíferos 
                    "compartidos", considerando como tales a los que 
                    se sitúan físicamente entre dos cuencas hidrográficas 
                    o, mejor dicho, en ámbitos territoriales de dos Confederaciones 
                    Hidrográficas vecinas. El resto no son objeto de atención, 
                    por considerarlos en la demarcación de cada Plan Hidrológico 
                    de Cuenca. Pues 
                    bien, en la introducción de dicho volumen se dice que, 
                    en cumplimiento del Reglamento de la Administración 
                    Pública del Agua y de la Planificación Hidrológica 
                    (RAPAPH), en el PHN se deberán evaluar y asignar los 
                    recursos a esas unidades hidrogeológicas compartidas. 
                    Y se pasa de las 20 unidades compartidas del LBAE, a una propuesta 
                    de 51, a partir de los Planes de Cuenca y del propio PHN, 
                    para quedar finalmente en 16. Para 
                    cada uno de los 51 acuíferos compartidos se incluye 
                    una ficha, a doble página, en la que en una aparecen 
                    sendas figuras: límites de la unidad, afloramientos 
                    permeables y tipo (carbonatado, detrítico o volcánico), 
                    y núcleos de población y superficies de regadío 
                    (diferenciando si el origen del agua es superficial, subterráneo 
                    o mixto). En la otra página se incluye una tabla con 
                    los datos de recarga (según distintas fuentes), desglosando 
                    la infiltración según el origen: lluvia directa, 
                    cauces perdedores, retornos de riego y transferencias desde 
                    otras unidades; una segunda tabla refleja los usos del agua 
                    (urbano, agrícola, industrial y total); una tercera 
                    incluye las salidas (ríos, mar, otras unidades, manantiales 
                    bombeos). Pues 
                    bien, el análisis de estas fichas causa perplejidad. 
                    Así, si nos vamos a la unidad Bajo Ebro - Montsiá 
                    (en la que se localiza el delta así como unidades carbonatadas 
                    y detríticas, aguas abajo de la toma para el trasvase), 
                    sorprende observar que las correspondientes tablas aparecen 
                    sin datos de usos del agua y de salidas; para la recarga hay 
                    un solo dato global, y se desconoce la cuantificación 
                    de la recarga individual por lluvia, cauces, riegos y transferencia 
                    desde otras unidades. Este desconocimiento sorprende cuando 
                    el agua trasvasada puede afectar significativamente a dicha 
                    unidad hidrogeológica. Pero 
                    igual falta de conocimiento se manifiesta en otras de las 
                    dieciséis cuencas retenidas, como es el caso de las 
                    unidades de: Quintanilla-Peña Horadada-Atapuerca; Cubeta 
                    de Almazán / Borobia-Aranda de Duero; Albarracín-Cella-Molina 
                    de Aragón; ... Pero 
                    esto no es todo: es llamativa la gran disparidad de los datos, 
                    según sea la fuente de información (LEAS, Planes 
                    de Cuenca, MOPT y MIMAM), discrepancias que, una vez más, 
                    ponen en evidencia la necesidad de esfuerzo investigador en 
                    el campo de las aguas subterráneas, a nivel oficial. 
                    Esfuerzo inversor que no aparece incluido en el volumen de 
                    Análisis Económicos del PHN, el cual recoge 
                    exclusivamente los costes básicos de las transferencias. Investigación 
                    de acuíferos Cuando 
                    se llega a este punto, se observa la escasa investigación 
                    de la Administración sobre los acuíferos, y 
                    la laguna presupuestaria para atenderla. Cabría pensar 
                    que esto no es así, y que esa investigación 
                    ya está realizada, y no es de uso público. Pero 
                    esto no es cierto. Recién 
                    publicado el LBAS, como Presidente del Club del Agua Subterránea 
                    me correspondió organizar unas Jornadas sobre el citado 
                    Libro Blanco. En ellas se destacó la urgencia de poner 
                    en marcha aquellos programas, con los cientos de millones 
                    de presupuesto. Se insistió una vez más en la 
                    necesidad de que la Administración hidráulica 
                    dispusiera de expertos en aguas subterráneas; se resaltó 
                    la carencia de programas de investigación y desarrollo 
                    en aguas subterráneas; se consideró por los 
                    responsables de las Administraciones la conveniencia de mejorar 
                    la formación de sus cuadros técnicos... Todo 
                    esto estaba asumido por la Administración ¿qué 
                    atención se ha prestado a las aguas subterráneas 
                    en estos seis años? El 
                    acuífero del delta del Ebro Al 
                    referirse el PHN a la futura Directiva Marco de Aguas se reconoce 
                    que "En el caso de que un Estado miembro de la Unión 
                    decidiera acometer un trasvase, habría que considerar 
                    la magnitud de su afección sobre el estado ecológico 
                    de las aguas y el principio de no retroceso, por el que una 
                    masa de agua no puede tener un estado ecológico inferior 
                    al existente...", y para evitar las restricciones que 
                    de ello se pueden derivar, se mencionan sospechosamente cinco 
                    "márgenes interpretativos de la norma y las posibilidades 
                    de actuación excepcional'. Llegado 
                    a este punto cabe plantearse lo que pudiera ocurrir en la 
                    hidrología del delta del Ebro, incluyendo su sistema 
                    acuífero subterráneo. Y surge la sorpresa cuando 
                    se observa la inexistencia, antes señalada, en el PHN, 
                    de información sobre este acuífero, a pesar 
                    de decirse que "La cuestión básica a dilucidar 
                    será la del impacto de las transferencias sobre el 
                    estado ecológico del dominio público hidráulico, 
                    tanto en las cuencas de origen como en las de tránsito 
                    y destino". Este 
                    delta ha llegado a una situación crítica, por 
                    falta de aportes de materiales en suspensión que, según 
                    el propio PHN, en poco más de un siglo han pasado de 
                    ser casi 7 millones de toneladas/año hasta apenas 0,1 
                    a 0,15. Todo ello como consecuencia de la construcción 
                    de embalses. Esta falta de aportes está afectando y 
                    afectará aún más a la extensión 
                    del delta y, por supuesto, a cualquier actuación que 
                    se quisiera hacer en su acuífero, al estar constituido 
                    por materiales no consolidados y sujetos a procesos de subsidencia. Pero, 
                    además, el estudio de la "cuña salina", 
                    en el delta se circunscribe exclusivamente a las aguas superficiales, 
                    obviando la presencia de acuíferos semicautivos, en 
                    contacto con el mar, en los que existe una "interzona" 
                    agua dulce - agua salada, que se podrá ver afectada 
                    por cualquier detracción de aguas superficiales. Conclusiones Apoyo, 
                    decididamente, una mejor gestión de los recursos hidráulicos, 
                    pero veo con desasosiego que las aguas subterráneas, 
                    en el Anteproyecto del Plan Hidrológico Nacional, son 
                    las grandes olvidadas (u obviadas). Esto no sólo porque 
                    debieran ser tenidas en cuenta en la gestión global 
                    del recurso hídrico, sino porque se ignora el papel 
                    regulador de los sistemas acuíferos, se tergiversan 
                    las relaciones biunívocas acuíferorío, 
                    y se menosprecia el interés de la recarga artificial 
                    de sistemas sobreexplotados. Las 
                    lagunas en el conocimiento de los acuíferos siguen 
                    sin resolverse, y las reiteradamente demandadas necesidades 
                    de estudio de las aguas subterráneas quedan relegadas 
                    al olvido. ¿Lo 
                    entenderán así los responsables de las políticas 
                    del agua? Esperemos que la respuesta sea afirmativa. 
                     
                      |  Bibliografía  Confederación 
                          Hidrográfica del Guadalquivir. 1977. Guadalquivires. 
                          599 pág. Jerez de la Frontera (Cádiz).  Club 
                          del Agua Subterránea. 1995. Jornadas sobre el 
                          Libro Blanco de las Aguas Subterráneas. 167 pág. 
                          Madrid.  Ministerio 
                          de Industria y Energía y Ministerio de Obras 
                          Públicas, Transportes y Medio Ambiente. 1994. 
                          Libro Blanco de las Aguas Subterráneas. 135  pág. 
                          Madrid  Ministerio 
                          de Medio Ambiente. Diciembre, 1998. Libro Blanco del 
                          Agua en España 855 pág. Madrid.  Ministerio 
                          de Medio Ambiente. Septiembre 2000. Plan Hidrológico 
                          Nacional: Análisis de Antecedentes y Transferencias 
                          Planteadas (222 pág), Análisis  de 
                          los Sistemas Hidráulicos (390 pág), Delimitación 
                          y Asignación de Recursos Acuíferos Compartidos 
                          (130 pág.), Análisis Ambientales (266 
                          pág),  Análisis 
                          Económicos (325 pág.). Madrid.  Ministerio 
                          de Medio Ambiente. Septiembre 2000. Plan Hidrológico 
                          Nacional. Consejo Nacional del Agua. 52 pág. 
                          Madrid.  
                           Ministerio 
                          de Medio Ambiente. 2000. Anteproyecto de Plan Hidrológico 
                          Nacional. Madrid. Toharia, M. Octubre 2000. Sequía, 
                          embalses, Plan Hidrológico.  Unión 
                          Fenosa, 122-123. Madrid.  |  |