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ABC Pág.   Lunes, 07/04/2003

Autor: A. ACOSTA
 
       
 
Las lluvias han superado en otoñoe invierno en un 25 por ciento los valores normales de estas estaciones 
 
     
     
 

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El balance hídrico de otoño e invierno ha sido positivo y la reserva de agua está al 75%. Si la primavera fuera lluviosa sería uno de los mejores años del decenio

MADRID. El año hidrometeorológico, que da comienzo en el mes de septiembre, entró con muy buen pie y hasta el mes de diciembre llovió en promedio un 40 por ciento más de lo normal en estos meses. Ya entrado el invierno, los valores de las precipitaciones siguieron estando ligeramente por encima de la media, exceptuando marzo, cuando las precipitaciones fueron escasas. Como resultado, durante este otoño e invierno los pluviómetros españoles han registrado lluvias superiores en un 20-25 por ciento a lo que es habitual en estas estaciones, haciendo que lo que llevamos de año hidrometeorológico sea el cuarto más húmedo de los últimos diez años.

Esto se ve reflejado en la reserva hídrica embalsada que, a día 1 de abril, se sitúa en 40.189 hectómetros cúbicos, muy por encima de los 31.540 que almacenaban los embalses en la misma fecha del año pasado y en consonancia con la reserva en abril de 2001, año que fue el tercero más húmedo del último decenio y el primero si sólo consideramos el otoño y el invierno. No obstante, según explicó el jefe del servicio de Aplicaciones Meteorológicas del Instituto Nacional de Meteorología (INM), Antonio Mestre, «aún quedan unos cuantos meses, y si la primavera fuera también húmeda estaríamos ante un año muy por encima de lo normal». Una estación cuyo comportamiento pluviométrico es difícil de predecir pues en los últimos años, explica Mestre, no se ha apreciado una tendencia clara, y los meses de marzo, abril y mayo se han comportado de manera desigual. Si hacemos caso al refranero -«las secas de marzo, son lluvias en mayo»- la primavera podría traer agua, pues marzo registró lluvias escasas, exceptuando los últimos diez días, aunque sólo fueron significativas en las zonas de los extremos norte y sur peninsulares.

El Mediterráneo, a resguardo

Pero como nunca llueve al gusto de todos, las diferencias en cuanto al régimen de precipitaciones por zonas han sido notables. Así, en la mitad sur de la vertiente mediterránea, en la franja que va desde Castellón hasta Almería, ha llovido menos de lo normal, siendo la temporada muy seca en Valencia y Alicante, donde cayó entre un 40 y un 50 por ciento menos de agua sobre los valores habituales. Por su parte, en la vertiente cantábrica ha llovido en torno a lo normal o ligeramente por debajo, como en el País Vasco, mientras que la mayor humedad se ha registrado en Castilla y León, Navarra, La Rioja y la parte occidental de Aragón, donde llovió un 50 por ciento más de lo habitual en estas estaciones.

En general, explica Mestre, ha llovido mucho en las zonas expuestas a los vientos de poniente, que han sido los predominantes durante este invierno, quedando resguardada de estos vientos la zona mediterránea. Esto explica que el aumento en la reserva de agua deba achacarse sobre todo a los embalses de las cuencas de la vertiente atlántica, que están al 80,59 por ciento de su capacidad, mientras que los de las cuencas mediterráneas están rozando el 60 por ciento.

Dentro de la vertiente mediterránea, hay que destacar el aumento en las reservas hídricas de la cuenca del Júcar, que se sitúan en un 32,96 por ciento, casi diez puntos por encima que el año pasado y ligeramente superior a la media de los últimos cinco años, mientras que el Segura se recupera mínimamente aumentando seis puntos en el último mes, pero continúa muy cerca del límite de garantía para abastecimiento y riego, pues sus embalses están sólo al 20 por ciento de su capacidad.

Desembalses controlados

En contraste con esta situación, las cuencas del Duero, cuya reserva se encuentra al 91 por ciento de su capacidad), del Norte (81,49 por ciento) y del Ebro (80,20 por ciento) están desembalsando agua de algunos de sus embalses, en previsión de los futuros deshielos, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente. Y es que, por ejemplo, el río Duero a su paso por la estación de Toro lleva estos días un caudal de 255 metros cúbicos por segundo, mientras que en las mismas fechas del año pasado el caudal era de 47 metros cúbicos por segundo. De manera controlada y puntual también se están produciendo desembalses en otros puntos del resto de cuencas hidrográficas, exceptuando las del Júcar, Segura y Sur. Las mismas fuentes indicaron que por regla general los desembalses controlados se realizan cuando el agua almacenada en un embalse supera el 85 por ciento de su capacidad, aunque siempre depende de las características concretas y de la situación del mismo.