SOCIEDAD AL DIA
MULTIPLE
Diario Vasco Pág.   Viernes, 02/01/2004

Autor: J. REKONDO./DV . SAN SEBASTIÁN
 
       
 
La meteorología del 2003 causó 213 muertes, entre el calor, la niebla y las lluvias torrenciales 
 
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  Pie de foto:Un termómetro callejero indica en una calle donostiarra las altas temperaturas que se llegaron a alcanzar en agosto. [JOSÉ MARI LÓPEZ]   
 

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El año recién finalizado podría ser calificado como el de verano más tórrido Las altísimas temperaturas del pasado verano produjeron 141 fallecimientos
J. REKONDO./DV . SAN SEBASTIÁN

LOS DATOS
Víctimas mortales: Durante 2003 se han producido 213 víctimas mortales por diversos fenómenos meteorológicos que dobla largamente la media del período 1990-2000, que asciende a 95.

Causas: 141 víctimas mortales por la ola de calor del pasado verano, 21 por la niebla, 5 por lluvias torrenciales, 3 por golpes de mar y 41 por hundimientos de pateras provocados por esta misma causa en alta mar, 1 por vendavales en tierra, y otra por rayos.
El año 2003 va a ser recordado en España, y en gran parte de Europa, como el año del verano más tórrido de los últimos tiempos. En efecto, el episodio de las altísimas temperaturas de los meses de julio y agosto es, sin duda, el protagonista principal del balance climátológico del año que culmina, aunque no ha sido el único avatar atmosférico que nos han deparado estos meses.

Hasta el 15 de diciembre se habían producido un total de 213 víctimas mortales -cifra que dobla largamente la media del período 1990-2000, que asciende a 95- a consecuencia de diversos fenómenos meteorológicos. Se trata de la cifra más alta de los últimos 14 años.

Un rápido vistazo a las manifestaciones de la atmósfera durante los últimos doce meses nos habla de un invierno frío, una primavera no excesivamente lluviosa, un verano tórrido y un otoño inestable. En una primera aproximación, son características muy acordes con el ritmo de un año climático normal. Sin embargo, cuando se desciende al análisis específico de episodios atmosféricos ocurridos se comprueban algunos desajustes.

Así, el mes de enero y los primeros días de febrero conocieron tres temporales de frío y nieve en la mitad este de España y el valle del Ebro. Las nieves llegaron a la propia línea de costa en Castellón. Los registros rozaron los 0º en Valencia o Alicante. Tres invasiones de aire ártico y polar continental, respectivamente, fueron la causa atmosférica de estos episodios.

Las nieves acumuladas en el Pirineo, unidos al deshielo rápido que provocó el paso de una borrasca atlántica sobre el norte peninsular, originaron una crecida del río Ebro que alcanzó una punta de 3.000 metros cúbicos por segundo a su paso por Zaragoza el 8 de febrero. La altura del agua
en la capital aragonesa superó los 5,70 metros. El desbordamiento del Ebro en la cuenca media, entre Castejón y Zaragoza, obligó a desalojar a más de 700 personas.

La primavera, que no ha sido excesivamente lluviosa, tuvo un episodio de tormentas y precipitaciones en el oeste y sur de España, durante la semana del 14 al 20 de abril, lo que obligó, por primera vez en muchos años, a suspender algunas procesiones.

En el archipiélago canario, la borrasca profunda que causó estas lluvias en la península Ibérica, ocasionó un temporal marítimo que se saldó con importantes daños económicos en diversos municipios costeros.

Y, de golpe, nos llegó el calor. A finales de junio, tuvimos el primer aviso. Algunos días antes, llegaban las noticias de los efectos que la ola de calor estaba causando en el norte de Italia, espacio poco acostumbrado a estos golpes de aire sahariano. Sin duda, el verano de 2003, ha sido uno de los más calurosos de los últimos 100 años en España. En Francia, país poco acostumbrado a estas condiciones y escasamente aclimatado a las altas temperaturas, la ola de calor se saldaba, según el Instituto de Vigilancia Sanitaria, con más de 11.000 muertos.

El fin del calor

El calor estival cesó de forma brusca en forma de jornadas de tormentas violentas durante la primera semana de septiembre. Posteriormente, durante los días del 13 al 17 de octubre, se sucedieron jornadas de intensas lluvias a causa de la presencia de un embolsamiento de aire frío en las capas altas de la atmósfera situado frente a las costas de Portugal que fue penetrando hacia el Mediterráneo. Fuertes tormentas descargaron cantidades importantes de lluvia a lo largo de las costas mediterráneas.

Una semana después llegaron los primeros fríos otoñales a la península Ibérica, con la aparición de las nieves primerizas en las cordilleras cantábricas y pirenaica. Y en la última semana de octubre, nuevos temporales de lluvia en Andalucía occidental, con fuertes inundaciones en Huelva, Cádiz y Sevilla.

Como balance de esta sucesión de eventos atmosféricos, se han producido un total de 213 víctimas mortales a consecuencia de fenómenos meteorológicos. Se trata de la cifra más alta de los últimos 14 años, desde que se lleva un registro sistemático de víctimas, por delante de los 166 muertos del año récord hasta ahora, 1996. De ellas, 141 víctimas han correspondido a la citada ola de calor de julio-agosto que afectó a todo el país.

Dejando al margen este fenómeno de calor prolongado y los golpes de mar, el episodio meteorológico que ha provocado más muertes en 2003 ha sido la niebla, al constituirse en factor de accidentes en mar y tierra, con un total de 21 víctimas mortales.

Las inundaciones torrenciales han causado la muerte de cinco personas, tres los golpes de mar en la costa y 41 por hundimientos de pateras provocados por esta misma causa en alta mar, una por vendavales en tierra, y otra de rayos.

Exceptuada la ola de calor, cuya distribución geográfica en términos de mortalidad sólo se conoce parcialmente, con datos que apuntan a una mayor incidencia en Andalucía, Madrid, castilla y León y Extremadura, el reparto territorial de las víctimas relacionadas con episodios atmosféricos de rango extraordinario ha sido el siguiente: 16 en Andalucía, cinco en Galicia, tres en la Comunidad Valenciana, dos en el País Vasco, otras dos en Cataluña, y una en Baleares, Aragón, Murcia y Castilla y León.

El grueso de las víctimas se ha concentrado en agosto, en relación con la citada ola de calor.



 
 
   


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