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El año recién finalizado podría ser calificado como el de verano más tórrido
Las altísimas temperaturas del pasado verano produjeron 141 fallecimientos
J. REKONDO./DV . SAN SEBASTIÁN
LOS DATOS
Víctimas mortales: Durante 2003 se han producido 213 víctimas mortales
por diversos fenómenos meteorológicos que dobla largamente la media del
período 1990-2000, que asciende a 95.
Causas: 141 víctimas mortales por la ola de calor del pasado verano, 21
por la niebla, 5 por lluvias torrenciales, 3 por golpes de mar y 41 por
hundimientos de pateras provocados por esta misma causa en alta mar, 1
por vendavales en tierra, y otra por rayos.
El año 2003 va a ser recordado en España, y en gran parte de Europa, como
el año del verano más tórrido de los últimos tiempos. En efecto, el episodio
de las altísimas temperaturas de los meses de julio y agosto es, sin duda,
el protagonista principal del balance climátológico del año que culmina,
aunque no ha sido el único avatar atmosférico que nos han deparado estos
meses.
Hasta el 15 de diciembre se habían producido un total de 213 víctimas
mortales -cifra que dobla largamente la media del período 1990-2000, que
asciende a 95- a consecuencia de diversos fenómenos meteorológicos. Se
trata de la cifra más alta de los últimos 14 años.
Un rápido vistazo a las manifestaciones de la atmósfera durante los últimos
doce meses nos habla de un invierno frío, una primavera no excesivamente
lluviosa, un verano tórrido y un otoño inestable. En una primera aproximación,
son características muy acordes con el ritmo de un año climático normal.
Sin embargo, cuando se desciende al análisis específico de episodios atmosféricos
ocurridos se comprueban algunos desajustes.
Así, el mes de enero y los primeros días de febrero conocieron tres temporales
de frío y nieve en la mitad este de España y el valle del Ebro. Las nieves
llegaron a la propia línea de costa en Castellón. Los registros rozaron
los 0º en Valencia o Alicante. Tres invasiones de aire ártico y polar
continental, respectivamente, fueron la causa atmosférica de estos episodios.
Las nieves acumuladas en el Pirineo, unidos al deshielo rápido que provocó
el paso de una borrasca atlántica sobre el norte peninsular, originaron
una crecida del río Ebro que alcanzó una punta de 3.000 metros cúbicos
por segundo a su paso por Zaragoza el 8 de febrero. La altura del agua
en la capital aragonesa superó los 5,70 metros. El desbordamiento del
Ebro en la cuenca media, entre Castejón
y Zaragoza, obligó a desalojar a más de 700 personas.
La primavera, que no ha sido excesivamente lluviosa, tuvo un episodio
de tormentas y precipitaciones en el
oeste y sur de España, durante la semana del 14 al 20 de abril, lo que
obligó, por primera vez en muchos años, a suspender algunas procesiones.
En el archipiélago canario, la borrasca profunda que causó estas lluvias
en la península Ibérica, ocasionó un temporal marítimo que se saldó con
importantes daños económicos en diversos municipios costeros.
Y, de golpe, nos llegó el calor. A finales de junio, tuvimos el primer
aviso. Algunos días antes, llegaban las noticias de los efectos que la
ola de calor estaba causando en el norte de Italia, espacio poco acostumbrado
a estos golpes de aire sahariano. Sin duda, el verano de 2003, ha sido
uno de los más calurosos de los últimos 100 años en España. En Francia,
país poco acostumbrado a estas condiciones y escasamente aclimatado a
las altas temperaturas, la ola de calor se saldaba, según el Instituto
de Vigilancia Sanitaria, con más de 11.000 muertos.
El fin del calor
El calor estival cesó de forma brusca en forma de jornadas de tormentas
violentas durante la primera semana de septiembre. Posteriormente, durante
los días del 13 al 17 de octubre, se sucedieron jornadas de intensas lluvias
a causa de la presencia de un embolsamiento de aire frío en las capas
altas de la atmósfera situado frente a las costas de Portugal que fue
penetrando hacia el Mediterráneo. Fuertes tormentas descargaron cantidades
importantes de lluvia a lo largo de las
costas mediterráneas.
Una semana después llegaron los primeros fríos otoñales a la península
Ibérica, con la aparición de las nieves primerizas en las cordilleras
cantábricas y pirenaica. Y en la última semana de octubre, nuevos temporales
de lluvia en Andalucía occidental, con
fuertes inundaciones en Huelva, Cádiz
y Sevilla.
Como balance de esta sucesión de eventos atmosféricos, se han producido
un total de 213 víctimas mortales a consecuencia de fenómenos meteorológicos.
Se trata de la cifra más alta de los últimos 14 años, desde que se lleva
un registro sistemático de víctimas, por delante de los 166 muertos del
año récord hasta ahora, 1996. De ellas, 141 víctimas han correspondido
a la citada ola de calor de julio-agosto que afectó a todo el país.
Dejando al margen este fenómeno de calor prolongado y los golpes de mar,
el episodio meteorológico que ha provocado más muertes en 2003 ha sido
la niebla, al constituirse en factor de accidentes en mar y tierra, con
un total de 21 víctimas mortales.
Las inundaciones torrenciales han causado
la muerte de cinco personas, tres los golpes de mar en la costa y 41 por
hundimientos de pateras provocados por esta misma causa en alta mar, una
por vendavales en tierra, y otra de rayos.
Exceptuada la ola de calor, cuya distribución geográfica en términos de
mortalidad sólo se conoce parcialmente, con datos que apuntan a una mayor
incidencia en Andalucía, Madrid, castilla y León y Extremadura, el reparto
territorial de las víctimas relacionadas con episodios atmosféricos de
rango extraordinario ha sido el siguiente: 16 en Andalucía, cinco en Galicia,
tres en la Comunidad Valenciana, dos en el País Vasco, otras dos en Cataluña,
y una en Baleares, Aragón, Murcia y Castilla y León.
El grueso de las víctimas se ha concentrado en agosto, en relación con
la citada ola de calor.
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