Opinion
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El Correo | Pág.
Jueves, 15/04/2004 Autor: ULEN REKONDO/EXPERTO EN TEMAS MEDIOAMBIENTALES |
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¿Trasvases de agua? |
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[6180 Caracteres] ULEN REKONDO/EXPERTO EN TEMAS MEDIOAMBIENTALES En ninguna parte del planeta sobra agua, excepto en circunstancias de anormalidad catastrófica. Cada gota es necesaria e imprescindible allí donde existe. También los mares necesitan la aportación de aguas dulces para que en ellos puedan vivir la flora y la fauna, de las que luego nos beneficiamos los humanos, y así evitar convertirse en zonas desecadas, razón por la que no es un despilfarro el agua que reciben. Encontrar soluciones a los problemas que plantea la escasez de agua, para conseguir el equilibrio armónico entre el medio ambiente y el irrenunciable y progresivo desarrollo sostenible que ambiciona la Humanidad, es de un interés social generalizado. Nos obliga a ello una población de 1.200 millones de seres humanos que no tienen acceso a agua potable y el doble de personas que no poseen infraestructuras de saneamiento. Para conseguirlo, es preciso enfocar los problemas referentes al agua mediante los oportunos y correspondientes planteamientos geoísticos, a niveles continentales y nacionales, para perfeccionar el trabajo, y posteriormente, con planes regionales. Sin olvidar ninguna posibilidad de recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, hay que hacerlo de forma eficaz y rápida, respetando y potenciando racionalmente la naturaleza, al máximo posible y aconsejable. Los problemas hídricos que existen en la actualidad en España ha dado y seguirá dando lugar tras las elecciones del pasado 14 de marzo a una importante polémica, cuyo tema central es si se deben realizar trasvases o no, entre ellos el trasvase del Ebro. Estos problemas hídricos se deben plantear siempre de una forma aséptica, global, nacional y, en todo caso, como conflictos territoriales entre cuencas, y nunca como conflictos políticos entre comunidades autónomas, que es lo que está sucediendo. Así, mientras que desde la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón se dice que «el Plan Hidrológico Nacional (PHN) -aprobado en la pasada legislatura- es una aberración y alienta enfrentamientos entre comunidades», análogo órgano de la Generalitat Valenciana opina que «el PHN es imprescindible para nuestro desarrollo económico y ambiental». El agua nunca debe ser motivo de 'guerras' ni de enfrentamientos, sino de acercamientos. Para ser especialmente rigurosos, en cada planteamiento hídrico hay que analizar sus aspectos positivos y negativos, próximos y remotos, tanto en el tiempo como en el espacio, y durante todo su proceso. Sólo pueden ser admisibles los éticamente aceptables -soportables económica y financieramente- y sin producir daños a terceros que no sean compensados. En mi opinión, los trasvases de agua desde unas cuencas a otras -salvo casos y momentos verdaderamente excepcionales, de difícil justificación- son inaceptables desde puntos de vista humanos, sociales, ecológicos, científicos y económicos, por los graves desequilibrios y perjuicios de todo tipo que producen en la cuenca cedente y por su indiscutible repercusión en territorios próximos. Los trasvases de agua intercuencas son soluciones limitadas y agotables y, por tanto, deficientes y temporales, incluso inservibles. La solución a los problemas que la escasez de agua plantea en buena parte de las zonas áridas de España es, en general, muy compleja, debido a la cantidad de aspectos que intervienen. Se da el caso de que las soluciones adoptadas en una región no son válidas para otras. Pero existen alternativas mediante las cuales cada cuenca tiene la solución en sus manos, y sus habitantes pueden obtener agua sin tener que recurrir al sacrificio de las demás. Así, entre otras alternativas, cabe citar la potenciación de las reservas superficiales mediante alumbramientos de agua, encauzamientos o mejora de las mismas, con presas que formen embalses que no produzcan daños e impactos ambientales desaconsejables. Además de combatir la desertización y la sequía, incentivan la conformación de la necesaria humedad ambiental, e incluso provocan nubes y lluvias. Otras alternativas son las repoblaciones hidro-forestales adecuadas, la explotación equilibrada de los acuíferos, la recuperación y reciclaje de todas las aguas residuales, la desalinización de aguas salobres, y, en las zonas costeras, la desalinización directa de las aguas de mar. Antes de pretender que los demás prescindan de aquello que también necesitan, en cada región se deberían agotar todos estos recursos posibles. Eéa es la auténtica solidaridad, entendida justamente aunque para muchos es más cómodo pedir que aportar soluciones y resultados. Además de estas posibilidades reales de alumbramiento y de transformación, debemos seguir descubriendo e inventando, cada día, nuevos procedimientos o creación de aguas, así como métodos para su correcta utilización o gestión a través de técnicas novedosas y a costes cada vez más bajos. Dentro de poco tiempo no se entenderá que en España haya habido escasez de agua y seguías prolongadas, siendo un territorio rodeado de mares por sus cuatro costados. Afortunadamente, en nuestras comunidades isleños (Baleares y Canarias) ya se han dado cuenta de ello, y han resuelto el problema mediante la desalinización de aguas marinas. En la búsqueda de ese desarrollo deseado y sostenible, con el máximo respeto al medio ambiente, es fundamental la juiciosa colaboración social, que fomente el ahorro y el buen uso de un recurso tan valioso como es el agua, que debe tener su adecuado y justo precio, en cada caso, para que sea valorado y nunca mal utilizado o despilfarrado. La nueva política de la Unión Europea trata de incentivar el uso eficiente del agua a partir del pago de su precio real. En España, la vigente Ley de Aguas se va a modificar con la nueva Directiva europea del Agua. Es un cometido que, indudablemente, conducirá a la implementación de los mencionados métodos alternativos -antes que seguir desarrollando infraestructuras para trasvases-, porque ya está comprobado que la obtención de agua a través de los mismos es de menor coste que el transporte de agua de una región a otra, y con independencia de los daños producidos en el territorio cedente. |
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