ECONOMIA
MULTIPLE
LAS PROVINCIAS Pág.   Martes, 10/02/2004

Autor: VICENTE LLADRÓ/ VALENCIA
 
       
 
Para poder producir un kilo de arroz hacen falta 1.200 litros de agua  
 
  Valencia   
  Pie de foto:Un agricultor, junto a un brazo de la Real Acequia de Moncada.    
 

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La Federación de Comunidades de Regantes promueve un plan educativo de la sociedad José Pascual es, desde hace poco, flamante presidente de la recién fundada Federación de Comunidades de Regantes de la Comunidad Valenciana. Uno de sus principales objetivos es el de ‘‘contribuir a difundir un cambio de la imagen social sobre el regadío, porque para producir un kilo de arroz hacen falta 1.200 litros de agua’’. VICENTE LLADRÓ/VALENCIA Un agricultor, junto a un brazo de la Real Acequia de Moncada. Publicidad Más noticias Junto a la obligada ‘‘defensa del PHN, del trasvase del Ebro y de la modernización de los regadíos de la Comunidad Valenciana’’, José Pascual proyecta que la Federación regional de Comunidades de Regantes despliegue un ambicioso ‘‘plan cultural y educativo’’ para mentalizar a una sociedad –‘‘cada vez más urbana’’– sobre ‘‘la importancia de la agricultura, sobre todo de la de regadío, y no sólo desde el punto de vista económico, sino bajo puntos de mira de las exigencias alimentarias y medioambientales’’.

Necesidades de aguaEn los últimos años se ha divulgado ‘‘la falsa creencia’’ de que el agricultor que riega despilfarra agua. Pascual sostiene que ‘‘ésa es una mala imagen que han querido asignarnos de manera interesada, porque somos el eslabón más débil y silencioso, pero yo no conozco a nadie que malgaste agua en su campo porque sí. Por dos razones obvias: porque cuesta dinero, en ocasiones mucho dinero, y porque el exceso de agua también es perjudicial para los cultivos’’.

Para ilustrar que regar un campo no es algo caprichoso, explica: ‘‘En Alemania o en Suecia apenas se gasta agua para regar, porque les llueve mucho más. Nosotros estamos en una zona mediterránea donde se aprovecha el buen clima para sacar de la tierra producciones de alimentos que en otras partes no se pueden obtener, pero para eso hay que aportar el agua que no llueve. Eso no es despilfarrar, sino sentido común para aprovechar las posibilidades y los recursos que tenemos’’.

Muchos lectores se sorprenderán al saber que ‘‘para obtener un kilo de naranjas hacen falta 200 litros de agua, y para producir ese kilo de arroz que gastamos en la paella son necesarios 1.200 litros de agua’’Argumenta el presidente de los regantes valencianos que ‘‘un señor de la ciudad puede lavar su coche o no lavarlo, tener césped o no, porque no es preciso, pero si quiere contar con alimentos frescos, buenos y saludables, ha de saber que es preciso mucho esfuerzo y el agua necesaria en los campos’’.

La importancia ecológicaTambién acepta Pascual ‘‘que la sociedad llegue a un punto en el que decidiera que no se haga arroz en Valencia y que se traiga todo de fuera, pero entonces hay que tener conciencia de que se morirá la Albufera, que las aves del lago no tendrán comida y que habrá que indemnizar a los agricultores afectados. Todo es una cadena. Tampoco tendríamos la calidad propia de arroz, que tanto apreciamos, ni la belleza de la marjal verde en primavera y verano’’.

Para mayor implicación en las cuestiones ecológicas, sostiene una idea verdaderamente revolucionaria: ‘‘Nuestros campos de naranjos, como todos los demás cultivos que dependen de la acción del hombre, son inmensas fábricas de oxígeno que le sale gratis a la sociedad, somos artífices de auténticos sumideros para el CO2 que sale de las ciudades y de los polígonos industriales’’. Menos desiertoPor eso defiende José Pascual ‘‘que se tenga una visión del regadío que vaya más allá de las imágenes tradicionales, y por supuesto de las distorsionadas, sabiendo ver también su relevancia ecológica, porque un campo que se riega es una fuente de vida para todos y un trozo menos de desierto’’.

Ahora que llevamos en la Comunidad Valenciana ‘‘casi dos meses sin llover y con persistencia de una media de temperaturas altas, imagínense qué sería nuestra región, como el resto del Arco Mediterráneo, sin el gran bosque continuado que ofrece la agricultura de regadío: sería todo un erial irrespirable e insufrible.

De ahí surge también una preocupación ante el futuro: ‘‘Todo no se va a urbanizar, y habrá que asumir que deberemos seguir produciendo alimentos de calidad, por lo que no tiene sentido que se demonice aquí al regadío y a los regantes”.