Durante las últimas décadas, la minería en España ha sufrido una recesión en su producción como consecuencia del descenso del precio de los minerales, y de la compleja adaptación de las explotaciones mineras a las nuevas exigencias ambientales impuesta por la legislación europea y española. Esta situación ha cambiado en los últimos años al incorporarse a la UE nuevos países demandantes de estos productos, lo que ha repercutido en el mercado de las materias primas. Así, se ha producido una subida del precio de esos metales, a la vez que se ha hecho más atractiva la reapertura de algunas minas cerradas como consecuencia de la crisis, y se ha favorecido la exploración y explotación de nuevos yacimientos con el apoyo de nuevas tecnologías emergentes menos agresivas para el medio ambiente.