La combinación acceso al agua potable y a instalaciones higiénicas de saneamiento es una condición previa para la salud y el logro del éxito en la lucha contra la pobreza, el hambre, la mortalidad infantil y la desigualdad entre géneros. Dicha combinación es también esencial para los derechos humanos y la dignidad personal de cada mujer, hombre y niño en el planeta. 2.600 millones de personas, la mitad del mundo en vías de desarrollo, aún carecen de acceso a una simple letrina “mejorada”. Una de cada seis personas, más de 1.000 millones de seres humanos, se ve obligada a recurrir al uso de fuentes de abastecimiento de agua potencialmente nocivas. El fracaso colectivo para abordar este problema se traduce en unas perspectivas de futuro poco esperanzadoras para los miles de millones de personas que viven atrapadas en una espiral de pobreza y enfermedad.