El culebron de Aguas de Valencia
Dom, 24/06/2012
Aguas de Valencia celebrará este próximo jueves su junta general de accionistas en una situación muy distinta de las anteriores. El Banco de Valencia, socio de referencia de la empresa, se encuentra intervenido por el Banco de España y gestionado por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) que recientemente ha denunciado al anterior director general del banco, Domingo Parra; su esposa, María José Aznar, y al presidente de Aguas, Eugenio Calabuig. El FROB presentó ante la Audiencia Nacional un informe de 200 páginas en el que se detallan operaciones cruzadas entre Aguas de Valencia y la inmobiliaria Costa Bellver de las que, supuestamente, saldría perjudicada la entidad financiera. De momento, la Audiencia aún no se ha pronunciado sobre el escrito del FROB.
La empresa que preside Eugenio Calabuig no atraviesa su mejor momento en lo que a imagen pública se refiere. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo echó por tierra el concurso por el que se le adjudicaba la gestión en alta del suministro de agua potable a Valencia y a su área metropolitana; aunque hay que decir que la causa de esta decisión es ajena a la firma. Aguas ha encontrado un firme aliado en el Ayuntamiento de Valencia, refractario a que Aguas de Barcelona tenga la mínima posibilidad de hacerse con el control del servicio. Pero los problemas de la empresa valenciana están lejos de terminarse. Con independencia de lo que decida la Audiencia Nacional, que a buen seguro no será favorable a sus intereses, en la Diputación de Valencia hay quien ha comenzado a revisar el acuerdo por el cual se privatizó el porcentaje que tenía la corporación provincial en la Empresa General de Agua (Egevasa), que pasó a manos de Vainmosa, participada por el Banco de Valencia, Facsa y Lubasa. Hace tres años este acuerdo ya fue objeto de una fuerte controversia en una junta general de accionistas de Aguas de Valencia.
El protagonista del debate fue el representante de Suez Envinnorement, Pierre Achard, que posee el 33% de las acciones de la compañía valenciana. Suez, además, controla el 75% de Aguas de Barcelona. Se entiende que los recelos de Agval hacia Agbar sean inmensos. Los movimientos de la empresa francesa por controlar la valenciana han sido intensos los últimos años. La táctica de esta para frenar las acometidas de Suez ha consistido en alegar conflictos de intereses y vetar la entrada de los franceses al consejo de administración para impedirles conocer sus movimientos estratégicos.
El pulso que libran Aguas de Valencia y Aguas de Barcelona, con la multinacional francesa a caballo de ambas, ha tenido momentos de tensión e, incluso, de violencia verbal. La denuncia del FROB ha venido a incrementar la desconfianza. En la sede de Agval no dejan de preguntarse cómo es posible que el Fondo haya contratado los servicios del bufete de abogados Manuel Broseta para que le asesore en la gestión del Banco de Valencia, cuando ese despacho también representa los intereses de Suez.
Qui prodest? Los responsables de Aguas de Valencia no cesan de repetirse esta pregunta que ya se hacían los romanos. No es la única que se hacen. Hay más. Por ejemplo: ¿Cómo es posible que con los problemas que tiene el banco, la primera acusación tenga como objetivo romper el pacto que mantiene a la firma en manos de empresarios valencianos?¿Quién se beneficia de todo esto? Y su respuesta siempre es la misma: Suez, su socio/adversario, Aguas de Barcelona su competencia más directa. ¿Significa eso que los responsables del FROB, un organismo público, están trabajando para beneficiar a una empresa privada detrás de la cual habría intereses tan impresionantes como la privatización del Canal Isabel II? Los responsables de Agval no responden. A lo más se limitan a esbozar una sonrisa que se pretende de entendimiento.
¿Es todo tan sencillo? No parece. La acusación del FROB, si prospera, tendrá consecuencias sobre la dirección de Agval. De eso no hay duda: Pero el informe presentado en la Audiencia Nacional, hasta donde se sabe, no parece cuestionar la gestión de Aguas de Valencia sino el esclarecimiento de operaciones cruzadas entre el Banco de Valencia y la inmobiliaria Costa Bellver de la que Eugenio Calabuig es el máximo responsable. El silencio del FROB y el desconocimiento exacto del texto de la denuncia alimenta todo tipo de especulaciones, intoxicaciones y afirmaciones interesadas. Pero fuentes del Fondo subrayan que los hechos presentados a la Audiencia son de una gravedad incuestionable. La pregunta inevitable es si son más graves que otras operaciones inmobiliarias de mayor cuantía en las que el banco está involucrado. Si es así, nada sería objetable. Pero hay preguntas que solo obtendrán respuesta con el paso del tiempo. Lo que es seguro es que no se conocerán en la junta de accionistas del próximo jueves en la que se vivirá otro episodio del culebrón de Aguas de Valencia.
La empresa que preside Eugenio Calabuig no atraviesa su mejor momento en lo que a imagen pública se refiere. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo echó por tierra el concurso por el que se le adjudicaba la gestión en alta del suministro de agua potable a Valencia y a su área metropolitana; aunque hay que decir que la causa de esta decisión es ajena a la firma. Aguas ha encontrado un firme aliado en el Ayuntamiento de Valencia, refractario a que Aguas de Barcelona tenga la mínima posibilidad de hacerse con el control del servicio. Pero los problemas de la empresa valenciana están lejos de terminarse. Con independencia de lo que decida la Audiencia Nacional, que a buen seguro no será favorable a sus intereses, en la Diputación de Valencia hay quien ha comenzado a revisar el acuerdo por el cual se privatizó el porcentaje que tenía la corporación provincial en la Empresa General de Agua (Egevasa), que pasó a manos de Vainmosa, participada por el Banco de Valencia, Facsa y Lubasa. Hace tres años este acuerdo ya fue objeto de una fuerte controversia en una junta general de accionistas de Aguas de Valencia.
El protagonista del debate fue el representante de Suez Envinnorement, Pierre Achard, que posee el 33% de las acciones de la compañía valenciana. Suez, además, controla el 75% de Aguas de Barcelona. Se entiende que los recelos de Agval hacia Agbar sean inmensos. Los movimientos de la empresa francesa por controlar la valenciana han sido intensos los últimos años. La táctica de esta para frenar las acometidas de Suez ha consistido en alegar conflictos de intereses y vetar la entrada de los franceses al consejo de administración para impedirles conocer sus movimientos estratégicos.
El pulso que libran Aguas de Valencia y Aguas de Barcelona, con la multinacional francesa a caballo de ambas, ha tenido momentos de tensión e, incluso, de violencia verbal. La denuncia del FROB ha venido a incrementar la desconfianza. En la sede de Agval no dejan de preguntarse cómo es posible que el Fondo haya contratado los servicios del bufete de abogados Manuel Broseta para que le asesore en la gestión del Banco de Valencia, cuando ese despacho también representa los intereses de Suez.
Qui prodest? Los responsables de Aguas de Valencia no cesan de repetirse esta pregunta que ya se hacían los romanos. No es la única que se hacen. Hay más. Por ejemplo: ¿Cómo es posible que con los problemas que tiene el banco, la primera acusación tenga como objetivo romper el pacto que mantiene a la firma en manos de empresarios valencianos?¿Quién se beneficia de todo esto? Y su respuesta siempre es la misma: Suez, su socio/adversario, Aguas de Barcelona su competencia más directa. ¿Significa eso que los responsables del FROB, un organismo público, están trabajando para beneficiar a una empresa privada detrás de la cual habría intereses tan impresionantes como la privatización del Canal Isabel II? Los responsables de Agval no responden. A lo más se limitan a esbozar una sonrisa que se pretende de entendimiento.
¿Es todo tan sencillo? No parece. La acusación del FROB, si prospera, tendrá consecuencias sobre la dirección de Agval. De eso no hay duda: Pero el informe presentado en la Audiencia Nacional, hasta donde se sabe, no parece cuestionar la gestión de Aguas de Valencia sino el esclarecimiento de operaciones cruzadas entre el Banco de Valencia y la inmobiliaria Costa Bellver de la que Eugenio Calabuig es el máximo responsable. El silencio del FROB y el desconocimiento exacto del texto de la denuncia alimenta todo tipo de especulaciones, intoxicaciones y afirmaciones interesadas. Pero fuentes del Fondo subrayan que los hechos presentados a la Audiencia son de una gravedad incuestionable. La pregunta inevitable es si son más graves que otras operaciones inmobiliarias de mayor cuantía en las que el banco está involucrado. Si es así, nada sería objetable. Pero hay preguntas que solo obtendrán respuesta con el paso del tiempo. Lo que es seguro es que no se conocerán en la junta de accionistas del próximo jueves en la que se vivirá otro episodio del culebrón de Aguas de Valencia.