El caprichoso impacto de la desalación

Dom, 23/05/2004

Levante

El Partido Popular de Baleares apuesta por la desalación para incrementar la disponibilidad de agua en el archipiélago, donde ya se encuentran operativas seis instalaciones y el Gobierno autonómico prevé construir otras cuatro. El conseller de Medio Ambiente balear, Jaume Font, ha argumentado en repetidas ocasiones que las técnicas para desalar se han optimizado en los últimos años con lo que se ha reducido considerablemente su consumo energético (y las correspondientes emisiones contaminantes a la atmósfera); que el impacto del residuo de salmuera sobre las praderas de Posidonia oceanica está superado, e incluso, que este método puede ayudar a recuperar los acuíferos sobreexplotados. Por el contrario, la Generalitat Valenciana critica la afección ambiental de las desaladoras que el Gobierno central socialista prevé construir en Alicante para compensar la derogación del trasvase del Ebro previsto en la ley del Plan Hidrológico Nacional (PHN).

Todas las desaladoras actualmente operativas en en el mediterráneo español, que son 13, sin contar las privadas, «tienen ya satisfactoriamente resuelto el problema de las salmueras», según un informe de la Fundación por una Nueva Cultura del Agua. Funcionan instalaciones de desalación en la bahía de Palma, Calvià y Andratx, en Mallorca; Ibiza, San Antonio y Formentera, en las Pitiusas; Blanes, en Girona; Xàbia y Aguamarga, en Alicante; Carboneras y Almería, en Almería; Marbella, en Málaga. «Todas ellas sin problemas mencionables en relación con los vertidos pues la posidonia como limitador de esta actividad es una invención política sin fundamento técnico alguno», argumentan los técnicos.

El presidente del Ejecutivo Balear, Jaume Matas, defendió la promoción de las desaladoras para las islas como ministro de Medio Ambiente, en contra de la posición del Gobierno autonómico controlado en aquel momento por el Pacte de Progrés entre socialistas y Els Verds, cuya estrategia se basaba en ejecutar únicamente las infraestructuras de desalación necesarias. En el archipiélago grupos ecologistas como el Grup Ornitològic Balear (GOB) se han opuesto a la proliferación de este tipo de plantas basado en el simple incremento de oferta de recursos. El ex director general de Aguas de Baleares (Els Verds) y profesor universitario de Geología, Antoni Rodríguez, comenta que el PP «no ajusta la desalación a la demanda y las desaladoras sin una gestión integrada no sirven para nada». «En Baleares todavía estamos pagando la ruinosa operación liderada por los populares de traer agua de Barcelona en barcos a mediados de la pasada década de los noventa», recuerda.

La afección de la salmuera en la posidonia no es denunciada en Baleares ni por el PP ni por los grupos ecologistas. «Se debe a que es una cuestión solucionada; se ha demostrado que la salmuera se debe verter sin emisarios, cerca de la costa para que el oleaje (aunque sea débil) disuelva el vertido salobre», según Rodríguez.

Energías renovables en Canarias

La desalación también es un proceso extendido en las islas Canarias para garantizar el suministro, tanto urbano como agrícola. En Tenerife, las desaladoras abastecen la mitad de los barrios céntricos, mientras generan el volumen total de agua para beber en Gran Canaria y Lanzarote. Este archipiélago Ñdonde las corrientes oceánicas mezclan fácilmente la salmueraÑ es el único lugar del territorio estatal donde se prevé utilizar directamente una fuente de energía renovable en la desalación. Junto al parque eólico de Arico en Tenerife se prevé construir una planta.

El uso directo de fuentes alternativas no es extendido, ya que las desaladoras se suministran de la red eléctrica española, donde confluyen las diferentes energías. «Lo importante es que incrementen, en general, las renovables, pero no sólo aplicadas a la desalación», argumenta el portavoz de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Barajas, quien asevera que el impacto de estos sistemas de obtención de caudales «es infinitamente menor que el trasvase del Ebro». Martín Barajas insistió en que el consumo energético de las desaladoras «ha pasado de los 20 kilovatios por hora cada metro cúbico a los 3,2 y sigue bajando».