CAMBIO CLIMATICO / Un informe de Naciones Unidas augura un abrupto aumento del nivel del mar / Cada año, el exceso de agua ya provoca más de 25.000 muertes
Mar, 15/06/2004
MADRID.- Lluvias intensas dejan sin hogar a 1.200 familias y destrozan cultivos y ganadería en Colombia.
Violentos tornados dejan una estela de destrucción e inundaciones en el centro de Estados Unidos. Al menos 10 muertos y 17 desaparecidos al paso de un tifón en Vietnam.
Un brusco cambio meteorológico obliga a cerrar las grandes vías de la ciudad de Valencia por inundaciones...Todos estos desastres ocurrían ayer lunes, casi al mismo tiempo que se daba a conocer un informe de la Universidad de Naciones Unidas que augura un funesto futuro pasado por agua.
El informe, bajo el título de Medio Ambiente y Seguridad Humana, asegura que en menos de 50 años más de 2.000 millones de personas -un tercio de la Humanidad- sufrirán las consecuencias de las múltiples inundaciones que devastarán la Tierra. Millones de ellas pagarán con su vida, o con la pérdida de todos sus bienes, el actual calentamiento global del planeta, el abrupto aumento del nivel de los mares y una deforestación que está acabando con toda la capa verde.
El panorama actual ya es desolador. Cada año, el exceso de agua causa más de 25.000 muertes y afecta a 530 millones de seres humanos, ya sea por las enfermedades o la devastación que provocan las grandes trombas. Asia, según este estudio, ha sido el continente más masacrado. Durante las últimas dos décadas, anualmente más de 400 millones de personas se han visto expuestas a morir ahogadas en sus casas. Sólo entre 1987 y 1997, fallecieron así 228.000 asiáticos. Las pérdidas económicas superaron los 136.000 millones de dólares.
Para el director del informe, Janos Bogardi, responsable también de la sede de la Universidad de Naciones Unidas que hoy se inaugura en Bonn, la situación se ha visto agravada por el uso insostenible de la tierra y el cambio climático global. «En un mundo más húmedo y caliente, como pronostica la ciencia, en la parte superior del Hemisferio Norte es probable que haya más tormentas, mientras que los veranos en algunas zonas continentales serán proclives a la sequía.
Además, el agua de deshielo de los glaciares y los polos aumentará el nivel de los mares, que inundarán pequeñas islas, zonas bajas costeras y dunas erosionadas», afirma el experto.
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Ciclones y vendavales .
Los científicos mencionan también que un calentamiento del agua de los océanos conlleva siempre más ciclones y vendavales, como los que cada año se repiten en el área del Caribe.
Ante este panorama, Bogardi cree que tan importante como adaptarse al creciente riesgo de inundaciones es la capacidad de predecirlas.«Con mejor información se podrán instalar infraestructuras superiores», indica.
Lo malo es que ello requiere recursos económicos. Si el coste anual de los desastres causados por el clima se estima entre 50.000 y 60.000 millones de dólares, el informe destaca que es ínfimo lo que se invierte en prevención y que esa suma es la que se recibe como ayuda al desarrollo en todo el mundo. De hecho, por cada 100 dólares que los países ricos donan cuando hay una desastre -recordemos los recientes casos de Haití o República Dominicana-, solamente un dólar se destina a prevenir otro drama similar.
Sin embargo, de nada sirve poner diques y construir casas resistentes si, como dicen los expertos, no cambia «la estructura mental internacional», de forma que se pase de la caridad a la prevención.Janos Bogardi no menciona la influencia de las emisiones de CO2 en este cambio climático, pero es algo que sí resulta evidente para Emilio Rull, responsable de Energía de Greenpeace. «El informe no es nada exagerado en sus predicciones. Es evidente que el cambio climático está ahí, aunque no hagamos caso a sus consecuencias», afirma Rull.
Pese a ello, Rull no es pesimista y confía en que el Protocolo de Kioto, que limita las emisiones de dióxido de carbono, y nuevas políticas económicas y sociales ayuden a frenar sus efectos.«Si el Banco Mundial o el FMI apuestan por energías renovables es factible que pueda frenarse la tendencia, y ello requiere un cambio de modelo que, aunque sea costoso, no lo será tanto como los desastres del cambio climático».
Violentos tornados dejan una estela de destrucción e inundaciones en el centro de Estados Unidos. Al menos 10 muertos y 17 desaparecidos al paso de un tifón en Vietnam.
Un brusco cambio meteorológico obliga a cerrar las grandes vías de la ciudad de Valencia por inundaciones...Todos estos desastres ocurrían ayer lunes, casi al mismo tiempo que se daba a conocer un informe de la Universidad de Naciones Unidas que augura un funesto futuro pasado por agua.
El informe, bajo el título de Medio Ambiente y Seguridad Humana, asegura que en menos de 50 años más de 2.000 millones de personas -un tercio de la Humanidad- sufrirán las consecuencias de las múltiples inundaciones que devastarán la Tierra. Millones de ellas pagarán con su vida, o con la pérdida de todos sus bienes, el actual calentamiento global del planeta, el abrupto aumento del nivel de los mares y una deforestación que está acabando con toda la capa verde.
El panorama actual ya es desolador. Cada año, el exceso de agua causa más de 25.000 muertes y afecta a 530 millones de seres humanos, ya sea por las enfermedades o la devastación que provocan las grandes trombas. Asia, según este estudio, ha sido el continente más masacrado. Durante las últimas dos décadas, anualmente más de 400 millones de personas se han visto expuestas a morir ahogadas en sus casas. Sólo entre 1987 y 1997, fallecieron así 228.000 asiáticos. Las pérdidas económicas superaron los 136.000 millones de dólares.
Para el director del informe, Janos Bogardi, responsable también de la sede de la Universidad de Naciones Unidas que hoy se inaugura en Bonn, la situación se ha visto agravada por el uso insostenible de la tierra y el cambio climático global. «En un mundo más húmedo y caliente, como pronostica la ciencia, en la parte superior del Hemisferio Norte es probable que haya más tormentas, mientras que los veranos en algunas zonas continentales serán proclives a la sequía.
Además, el agua de deshielo de los glaciares y los polos aumentará el nivel de los mares, que inundarán pequeñas islas, zonas bajas costeras y dunas erosionadas», afirma el experto.
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Ciclones y vendavales .
Los científicos mencionan también que un calentamiento del agua de los océanos conlleva siempre más ciclones y vendavales, como los que cada año se repiten en el área del Caribe.
Ante este panorama, Bogardi cree que tan importante como adaptarse al creciente riesgo de inundaciones es la capacidad de predecirlas.«Con mejor información se podrán instalar infraestructuras superiores», indica.
Lo malo es que ello requiere recursos económicos. Si el coste anual de los desastres causados por el clima se estima entre 50.000 y 60.000 millones de dólares, el informe destaca que es ínfimo lo que se invierte en prevención y que esa suma es la que se recibe como ayuda al desarrollo en todo el mundo. De hecho, por cada 100 dólares que los países ricos donan cuando hay una desastre -recordemos los recientes casos de Haití o República Dominicana-, solamente un dólar se destina a prevenir otro drama similar.
Sin embargo, de nada sirve poner diques y construir casas resistentes si, como dicen los expertos, no cambia «la estructura mental internacional», de forma que se pase de la caridad a la prevención.Janos Bogardi no menciona la influencia de las emisiones de CO2 en este cambio climático, pero es algo que sí resulta evidente para Emilio Rull, responsable de Energía de Greenpeace. «El informe no es nada exagerado en sus predicciones. Es evidente que el cambio climático está ahí, aunque no hagamos caso a sus consecuencias», afirma Rull.
Pese a ello, Rull no es pesimista y confía en que el Protocolo de Kioto, que limita las emisiones de dióxido de carbono, y nuevas políticas económicas y sociales ayuden a frenar sus efectos.«Si el Banco Mundial o el FMI apuestan por energías renovables es factible que pueda frenarse la tendencia, y ello requiere un cambio de modelo que, aunque sea costoso, no lo será tanto como los desastres del cambio climático».