La Junta de Andalucía admite el caos originado por la desalación en Almería
Jue, 01/07/2004
Un informe incide en que el desorbitado gasto energético que precisan las desaladoras puede provocar la saturación de la red eléctrica del área mediterránea
ALICANTE. Un informe técnico acredita que el consumo energético necesario para la desalación duplica el que precisaría el trasvase del Ebro si éste no hubiera sido derogado. El documento, titulado «La «experiencia» de Almería» y elaborado por la Generalitat Valenciana a partir de datos recabados por los propios técnicos de la Junta de Andalucía, concluye que, en el supuesto de que las plantas de desalación muestren una eficiencia alta, su consumo «es de 4kw/hm3, mientras que el consumo del trasvase es de 2kw/hm3».
El estudio analiza de forma exhaustiva el rendimiento de las desaladoras instaladas en la provincia de Almería, «una de las de España donde más plantas de estas características están en marcha», basándose en conclusiones de la Junta andaluza. El diagnóstico no puede ser más descorazonador, dado que éste incluye referencias a rendimientos mínimos, a frecuentes averías, al oneroso precio del metro cúbico que han de afrontar los regantes e incluso a alarmantes índices de vertidos de salmuera al mar que han valido la imposición de varias sanciones por parte del Gobierno de Manuel Chaves.
Sobre la planta de desalación más grande de Europa, la de Carboneras, se indica que, «concluida hace dos años, ha funcionado al 8 por ciento con tan sólo uno de los doce módulos disponibles». También respecto a esta desaladora, el informe apunta la circunstancia de que «está anexa a la central térmica de Carboneras», por lo que «vierte al mar la salmuera mezclada con el agua que la térmica usa para su refrigeración». La Junta de Andalucía abrió expediente sancionador a la planta y ordenó la suspensión del vertido con fecha de pasado 18 de febrero por «infracción muy grave».
Otras desaladoras de la provincia, como la de Palomares, también han recibido multas por el vertido incontralado de salmuera al Mediterráneo. La mala situación llega a niveles extremos en el caso de la planta de Cabo de Gata, cuya agua desalada fue declarada «con fecha de 17 de mayo por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía como no apta para el consumo tras la decisión de la Unión Europea de reducir los niveles de boro permisibles» en el agua destinada a uso humano.
El informe subraya también el dispendio energético que va ligado al desarollo de la desalación como alternativa hídrica al trasvase. Así, y singularmente en lo que se refiere a la Comunidad Valenciana, los autores advierten de la posibilidad de que se produzcan frecuentes saturaciones de energía cuando se haga necesaria la conducción hasta el litoral de la potencia precisa para hacer funcionar las desaladoras. «Por lo tanto, esto significa que la desalación llevará implícito el planteamiento de la construcción de importantes líneas eléctricas y subestaciones de alta tensión» que provocarán un relevante «impacto ambiental».
ALICANTE. Un informe técnico acredita que el consumo energético necesario para la desalación duplica el que precisaría el trasvase del Ebro si éste no hubiera sido derogado. El documento, titulado «La «experiencia» de Almería» y elaborado por la Generalitat Valenciana a partir de datos recabados por los propios técnicos de la Junta de Andalucía, concluye que, en el supuesto de que las plantas de desalación muestren una eficiencia alta, su consumo «es de 4kw/hm3, mientras que el consumo del trasvase es de 2kw/hm3».
El estudio analiza de forma exhaustiva el rendimiento de las desaladoras instaladas en la provincia de Almería, «una de las de España donde más plantas de estas características están en marcha», basándose en conclusiones de la Junta andaluza. El diagnóstico no puede ser más descorazonador, dado que éste incluye referencias a rendimientos mínimos, a frecuentes averías, al oneroso precio del metro cúbico que han de afrontar los regantes e incluso a alarmantes índices de vertidos de salmuera al mar que han valido la imposición de varias sanciones por parte del Gobierno de Manuel Chaves.
Sobre la planta de desalación más grande de Europa, la de Carboneras, se indica que, «concluida hace dos años, ha funcionado al 8 por ciento con tan sólo uno de los doce módulos disponibles». También respecto a esta desaladora, el informe apunta la circunstancia de que «está anexa a la central térmica de Carboneras», por lo que «vierte al mar la salmuera mezclada con el agua que la térmica usa para su refrigeración». La Junta de Andalucía abrió expediente sancionador a la planta y ordenó la suspensión del vertido con fecha de pasado 18 de febrero por «infracción muy grave».
Otras desaladoras de la provincia, como la de Palomares, también han recibido multas por el vertido incontralado de salmuera al Mediterráneo. La mala situación llega a niveles extremos en el caso de la planta de Cabo de Gata, cuya agua desalada fue declarada «con fecha de 17 de mayo por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía como no apta para el consumo tras la decisión de la Unión Europea de reducir los niveles de boro permisibles» en el agua destinada a uso humano.
El informe subraya también el dispendio energético que va ligado al desarollo de la desalación como alternativa hídrica al trasvase. Así, y singularmente en lo que se refiere a la Comunidad Valenciana, los autores advierten de la posibilidad de que se produzcan frecuentes saturaciones de energía cuando se haga necesaria la conducción hasta el litoral de la potencia precisa para hacer funcionar las desaladoras. «Por lo tanto, esto significa que la desalación llevará implícito el planteamiento de la construcción de importantes líneas eléctricas y subestaciones de alta tensión» que provocarán un relevante «impacto ambiental».