MURCIA .- PHN .- Un catedrático de la Universidad de Alicante dice que las desaladoras no pueden solucionar todo el déficit hídrico
Jue, 29/07/2004
"No se puede desalar tanta agua del mar como para solucionar el déficit hídrico del sureste español porque generaría un volumen tan grande de salmuera que pondría en peligro la supervivencia de flora y fauna del Mediterráneo", afirmó el catedrático de Geodinámica Interna de la Universidad de Alicante, Antonio Estévez Rubio, que participa en el curso de Geología Práctica de la Universidad de Verano de Teruel.
Estévez subrayó que el clima suave típico del sureste español provoca y favorece que un mismo metro cúbico de agua genere cinco veces más riqueza que en una zona de interior como es Aragón.
"Recursos hídricos subterráneos en el sureste peninsular: problemas de calidad y de abastecimiento de agua" es el título de la conferencia que ha impartido en la Universidad de Verano de Teruel (UVT) el catedrático de la Universidad de Alicante y en la que expuso los pros y contras de la instalación de desaladoras agua y de la construcción del trasvase del Río Ebro, es decir, de las dos soluciones barajadas por los políticos para erradicar la sequía que padece esta zona de la península.
Estévez Rubio señaló que las desaladoras de agua son altamente contaminantes porque el producto final que genera, la llamada salmuera, es necesario verterla al mar Mediterráneo para deshacerse de ella, "con el consiguiente perjuicio que origina a la flora y a la fauna del mar que podría correr un grave peligro si las dosis que se vierten son demasiado elevadas".
Además, --añadió-- este sistema también es muy nocivo para el medioambiente porque vierte altas cantidades de CO2 a la atmósfera y porque precisa de un elevado consumo de energía eléctrica de la que España carece y, por tanto, necesitaría importar de fuera de sus fronteras.
A pesar de estas desventajas, el catedrático ha defendido la instalación de desaladoras en franjas costeras, "no así cuando sea necesario bombear agua tierras adentro porque supondría una notable carestía del líquido elemento".
Estévez apuntó que también el trasvase del Ebro tiene un impacto medioambiental, sobre todo paisajístico, si bien presenta una ventaja sobre las desaladoras muy importante, "y es que una vez construido es eterno, puede durar varios siglos, mientras que la desaladora sólo tiene una vida de 10 años y transcurrido ese tiempo hay que renovarla".
Estévez desmintió que el agua del Ebro se haya querido destinar al riego de campos de golf en la zona de Levante y Murcia, y argumentó que estas hectáreas de terreno no son regadas con agua corriente sino con agua reciclada.
El catedrático se mostró completamente de acuerdo en que no se debe acometer un trasvase para incrementar el desarrollo de la agricultura del sureste español, "únicamente se debe realizar para mantener la agricultura que ya existe" y apostó por un mayor control en el consumo de agua, sobre todo en las inversiones turísticas.
Es posible que en el futuro el producto agrícola español no sea competitivo con respecto al de países situados al otro lado del mediterráneo, como es el caso de Marruecos, "llegados a este extremo habría que plantearse la inutilidad del trasvase que se quedaría en un acueducto vacío de contenido", según Estévez.
La cantidad de recursos hídricos del sureste peninsular no es suficiente para el desarrollo que se intenta sostener y las soluciones al déficit de agua que sufre la zona son sólo dos: el trasvase del Ebro o las desaladoras, apuntó el catedrático, quien no se pronunció por ninguna de las dos opciones sino por una combinación de ambas.
Si no se acometen estas iniciativas, la única solución que queda, dijo, es reconvertir a secano los campos que en los años 60 se transformaron en regadío, "lo que supondría la destrucción de miles de puestos de trabajo en el sector agrícola y la emigración a otros puntos de España de una buena parte de la población del sureste español".
Estévez subrayó que el clima suave típico del sureste español provoca y favorece que un mismo metro cúbico de agua genere cinco veces más riqueza que en una zona de interior como es Aragón.
"Recursos hídricos subterráneos en el sureste peninsular: problemas de calidad y de abastecimiento de agua" es el título de la conferencia que ha impartido en la Universidad de Verano de Teruel (UVT) el catedrático de la Universidad de Alicante y en la que expuso los pros y contras de la instalación de desaladoras agua y de la construcción del trasvase del Río Ebro, es decir, de las dos soluciones barajadas por los políticos para erradicar la sequía que padece esta zona de la península.
Estévez Rubio señaló que las desaladoras de agua son altamente contaminantes porque el producto final que genera, la llamada salmuera, es necesario verterla al mar Mediterráneo para deshacerse de ella, "con el consiguiente perjuicio que origina a la flora y a la fauna del mar que podría correr un grave peligro si las dosis que se vierten son demasiado elevadas".
Además, --añadió-- este sistema también es muy nocivo para el medioambiente porque vierte altas cantidades de CO2 a la atmósfera y porque precisa de un elevado consumo de energía eléctrica de la que España carece y, por tanto, necesitaría importar de fuera de sus fronteras.
A pesar de estas desventajas, el catedrático ha defendido la instalación de desaladoras en franjas costeras, "no así cuando sea necesario bombear agua tierras adentro porque supondría una notable carestía del líquido elemento".
Estévez apuntó que también el trasvase del Ebro tiene un impacto medioambiental, sobre todo paisajístico, si bien presenta una ventaja sobre las desaladoras muy importante, "y es que una vez construido es eterno, puede durar varios siglos, mientras que la desaladora sólo tiene una vida de 10 años y transcurrido ese tiempo hay que renovarla".
Estévez desmintió que el agua del Ebro se haya querido destinar al riego de campos de golf en la zona de Levante y Murcia, y argumentó que estas hectáreas de terreno no son regadas con agua corriente sino con agua reciclada.
El catedrático se mostró completamente de acuerdo en que no se debe acometer un trasvase para incrementar el desarrollo de la agricultura del sureste español, "únicamente se debe realizar para mantener la agricultura que ya existe" y apostó por un mayor control en el consumo de agua, sobre todo en las inversiones turísticas.
Es posible que en el futuro el producto agrícola español no sea competitivo con respecto al de países situados al otro lado del mediterráneo, como es el caso de Marruecos, "llegados a este extremo habría que plantearse la inutilidad del trasvase que se quedaría en un acueducto vacío de contenido", según Estévez.
La cantidad de recursos hídricos del sureste peninsular no es suficiente para el desarrollo que se intenta sostener y las soluciones al déficit de agua que sufre la zona son sólo dos: el trasvase del Ebro o las desaladoras, apuntó el catedrático, quien no se pronunció por ninguna de las dos opciones sino por una combinación de ambas.
Si no se acometen estas iniciativas, la única solución que queda, dijo, es reconvertir a secano los campos que en los años 60 se transformaron en regadío, "lo que supondría la destrucción de miles de puestos de trabajo en el sector agrícola y la emigración a otros puntos de España de una buena parte de la población del sureste español".