Greenpeace denuncia vertidos radiactivos Medio Ambiente. Según la organización ecologista, el Ciemat vertió a la red de alcantarillado madrileña entre 90.000 y 148.000 litros de agua con radiactividad, en junio de 2003 y en mayo de 2004, pudiendo afectar,
Mié, 09/03/2005
La sombra de un vertido radiactivo sigue persiguiendo a la piscina donde se enfriaban los residuos del antiguo reactor nuclear que está situado en Ciudad Universitaria. El Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) insiste en que los vertidos al alcantarillado madrileño se hace con una disolución proporcional 10 veces inferior a lo que marca la normativa internacional. Sin embargo, Greenpeace dio ayer la voz de alarma: «Desde el Ciemat se han vertido entre 90.000 y 148.000 litros de agua radiactiva de la piscina de refrigeración del antiguo reactor nuclear experimental JEN-1 al alcantarillado municipal, el cual desemboca en la depuradora de La China, perteneciente al Ayuntamiento de Madrid».
El responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, aclaró que en el acta de diciembre de 2003 del Ciemat se recoge que hasta esa fecha se había liberado en la red municipal 90.000 litros de agua radiactiva y que faltaban por desechar 58.000 litros más.
Las consecuencias, según la denuncia de los ecologistas, es un trabajador de La China enfermo por una posible exposición a sustancias radiactivas ionizantes y otro empleado, del sindicato de CGT, en la calle por denunciar la situación. Aunque la empresa que gestiona La China certificó el despido del trabajador por llegar reiteradamente tarde, Greenpeace asegura que este cese «habría sido motivado realmente por solicitar medidas» para controlar si se ha detectado en la instalación niveles importantes de radioactividad.
Según los datos que han facilitado los ecologistas, el nivel de contaminación en la red municipal sería de 9,73 veces por encima de lo permitido. Sin embargo, José Luis Díaz, director del Plan de Desmantelamiento de las Instalaciones Nucleares y Radiactivas (PIMIC), niega este dato y explica que «los vertidos se disuelven en agua con la proporción 1:7,5 litros, 10 veces por debajo de lo permitido internacionalmente». Y aclara que lo que se tiró al alcantarillado de Madrid no era un residuo radiactivo, pues «no se considera así».
A pesar de estas explicaciones, Greenpeace ha solicitado a las autoridades que se lleve a cabo un análisis radiológico exhaustivo de las instalaciones de La China, que se coloquen medidores de radiactividad en sus vías de entrada para comprobar la situación de las aguas que se reciclan en la depuradora y que se haga un examen médico especial a los trabajadores que podrían haberse visto afectados por este posible vertido.
El Ayuntamiento de Madrid también pidió explicaciones al Ciemat después de conocer el cuadro médico del trabajador enfermo de la depuradora, pero los responsables de la piscina contestaron que en todo momento se estaba siguiendo el vertido con los controles necesarios y la cosa no llegó a mayores.
Aunque tampoco está claro que el foco que pudiera haber provocado la enfermedad a este empleado sea reciente, puesto que, según Miguel Yuste, asesor de seguridad del director de Ciemat, el empleado ya pudo haber estado expuesto a radiactividad cuando se produjo la gran fuga de la piscina, en 1970.
En esas fechas, noviembre de 1970, la rotura de una tubería de trasvase de líquido provocó que cayera al agua del alcantarillado de la capital una gran actividad de residuo contaminante. En ese momento, el nivel de radiactividad liberado subió de manera peligrosa y se situó entre 300 y 600 curios. El accidente se mantuvo en secreto por los responsables de la antigua Junta de Energía Nuclear (JEN) y tuvo que ser detectado a kilómetros de la piscina, según Carlos Bravo. «El agua contaminada llegó al río Manzanares, de ahí pasó al Jarama y de éste, al Tajo», explica la denuncia de Greenpeace.
La posibilidad de que existan elementos radiactivos en la depuradora aún no se ha comprobado materialmente. La última visita de la inspección de trabajo aconsejó a la empresa que «no se utilizara para el riego de los jardines internos aspersores, sin respetar las medidas de seguridad de 150 metros de distancia a la zona habitada (...) por posible riesgo de difusión de legionela».
En esta misma visita, los inspectores de trabajo insisten en que «la vigilancia y el control de materiales radiactivos corresponde al Ministerio de Industria y Energía y al Consejo de Seguridad Nuclear, sin perjuicio de las actuaciones de las comunidades autónomas». Está en manos de estas instituciones.
En 2003 se recogieron 1.700 firmas contra el Ciemat
Los vecinos llevan años luchando contra la piscina radiactiva que mantiene el Ciemat en Ciudad Universitaria. Las denuncias, contradenuncias, informes a favor, informes en contra... acabaron con un plan para desmontar el último residuo nuclear de la capital.Pero la pelea ha seguido durante este tiempo para garantizar que la disolución del líquido de refrigeración cumpliera con la normativa. En julio de 2003, días después de que se produjera el vertido que denuncia ahora Greenpeace, los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid (IU y PSOE) y la coordinadora Salvemos la Dehesa de la Villa presentaron 1.700 alegaciones en la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente al estudio de impacto ambiental del proyecto de desmantelamiento de los edificios 11, 13, 18 y 53 del Ciemat.
Los vecinos incluso han advertido alguna vez que la convivencia con estos residuos ha provocado que la incidencia del cáncer en el barrio sea siete veces mayor que en resto del país. De hecho, una de las principales preocupaciones es que el desmantelamiento levante una gran cantidad de aerosoles radiactivos que puedan afectar a la salud de la población.
En los depósitos del Ciemat se acumulan 620 toneladas de residuos radiactivos de baja y media intensidad, que está previsto que sean trasladados al cementerio de mercancías peligrosas de El Cabril (Córdoba). Pero, además, hay otras 15 toneladas de productos de alta intensidad radiactiva, para cuya eliminación no hay ningún lugar adecuado en España, informó la concejala de IU Concha Denche
El responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, aclaró que en el acta de diciembre de 2003 del Ciemat se recoge que hasta esa fecha se había liberado en la red municipal 90.000 litros de agua radiactiva y que faltaban por desechar 58.000 litros más.
Las consecuencias, según la denuncia de los ecologistas, es un trabajador de La China enfermo por una posible exposición a sustancias radiactivas ionizantes y otro empleado, del sindicato de CGT, en la calle por denunciar la situación. Aunque la empresa que gestiona La China certificó el despido del trabajador por llegar reiteradamente tarde, Greenpeace asegura que este cese «habría sido motivado realmente por solicitar medidas» para controlar si se ha detectado en la instalación niveles importantes de radioactividad.
Según los datos que han facilitado los ecologistas, el nivel de contaminación en la red municipal sería de 9,73 veces por encima de lo permitido. Sin embargo, José Luis Díaz, director del Plan de Desmantelamiento de las Instalaciones Nucleares y Radiactivas (PIMIC), niega este dato y explica que «los vertidos se disuelven en agua con la proporción 1:7,5 litros, 10 veces por debajo de lo permitido internacionalmente». Y aclara que lo que se tiró al alcantarillado de Madrid no era un residuo radiactivo, pues «no se considera así».
A pesar de estas explicaciones, Greenpeace ha solicitado a las autoridades que se lleve a cabo un análisis radiológico exhaustivo de las instalaciones de La China, que se coloquen medidores de radiactividad en sus vías de entrada para comprobar la situación de las aguas que se reciclan en la depuradora y que se haga un examen médico especial a los trabajadores que podrían haberse visto afectados por este posible vertido.
El Ayuntamiento de Madrid también pidió explicaciones al Ciemat después de conocer el cuadro médico del trabajador enfermo de la depuradora, pero los responsables de la piscina contestaron que en todo momento se estaba siguiendo el vertido con los controles necesarios y la cosa no llegó a mayores.
Aunque tampoco está claro que el foco que pudiera haber provocado la enfermedad a este empleado sea reciente, puesto que, según Miguel Yuste, asesor de seguridad del director de Ciemat, el empleado ya pudo haber estado expuesto a radiactividad cuando se produjo la gran fuga de la piscina, en 1970.
En esas fechas, noviembre de 1970, la rotura de una tubería de trasvase de líquido provocó que cayera al agua del alcantarillado de la capital una gran actividad de residuo contaminante. En ese momento, el nivel de radiactividad liberado subió de manera peligrosa y se situó entre 300 y 600 curios. El accidente se mantuvo en secreto por los responsables de la antigua Junta de Energía Nuclear (JEN) y tuvo que ser detectado a kilómetros de la piscina, según Carlos Bravo. «El agua contaminada llegó al río Manzanares, de ahí pasó al Jarama y de éste, al Tajo», explica la denuncia de Greenpeace.
La posibilidad de que existan elementos radiactivos en la depuradora aún no se ha comprobado materialmente. La última visita de la inspección de trabajo aconsejó a la empresa que «no se utilizara para el riego de los jardines internos aspersores, sin respetar las medidas de seguridad de 150 metros de distancia a la zona habitada (...) por posible riesgo de difusión de legionela».
En esta misma visita, los inspectores de trabajo insisten en que «la vigilancia y el control de materiales radiactivos corresponde al Ministerio de Industria y Energía y al Consejo de Seguridad Nuclear, sin perjuicio de las actuaciones de las comunidades autónomas». Está en manos de estas instituciones.
En 2003 se recogieron 1.700 firmas contra el Ciemat
Los vecinos llevan años luchando contra la piscina radiactiva que mantiene el Ciemat en Ciudad Universitaria. Las denuncias, contradenuncias, informes a favor, informes en contra... acabaron con un plan para desmontar el último residuo nuclear de la capital.Pero la pelea ha seguido durante este tiempo para garantizar que la disolución del líquido de refrigeración cumpliera con la normativa. En julio de 2003, días después de que se produjera el vertido que denuncia ahora Greenpeace, los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid (IU y PSOE) y la coordinadora Salvemos la Dehesa de la Villa presentaron 1.700 alegaciones en la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente al estudio de impacto ambiental del proyecto de desmantelamiento de los edificios 11, 13, 18 y 53 del Ciemat.
Los vecinos incluso han advertido alguna vez que la convivencia con estos residuos ha provocado que la incidencia del cáncer en el barrio sea siete veces mayor que en resto del país. De hecho, una de las principales preocupaciones es que el desmantelamiento levante una gran cantidad de aerosoles radiactivos que puedan afectar a la salud de la población.
En los depósitos del Ciemat se acumulan 620 toneladas de residuos radiactivos de baja y media intensidad, que está previsto que sean trasladados al cementerio de mercancías peligrosas de El Cabril (Córdoba). Pero, además, hay otras 15 toneladas de productos de alta intensidad radiactiva, para cuya eliminación no hay ningún lugar adecuado en España, informó la concejala de IU Concha Denche