Medio Ambiente anuncia que la desalación «puede generar un impacto ambiental sensible»
Mar, 31/05/2005
El proceso para obtener agua desalada se realizará «en gran medida» con energías convencionales y provocará un alto efecto en emisiones de CO2
MADRID. El Ministerio de Medio Ambiente, en su informe de sostenibilidad ambiental del programa A.G.U.A., confirma que casi un 60 por ciento de las aportaciones hídricas correspondientes a actuaciones urgentes en las cuencas mediterráneas provendrán de la desalación. Este proceso, realizable básicamente a través de dos grupos de tecnologías disponibles (destilación o filtración), «puede generar un impacto ambiental sensible», incrementará de forma significativa «la presión sobre el litoral», tendrá «un alto efecto en lo que se refiere a la emisión de CO2» y se realizará, «en gran medida», a partir «de energías procedentes de fuentes fósiles no renovables».
Estas son algunas de las conclusiones que realiza el Ministerio sobre su principal proyecto para aportar nuevos recursos hídricos, sobre todo a las cuencas del Sur y del Segura, «sin renunciar a la consecución de un escenario futuro de disminución de las demandas de recursos hídricos por parte de las actividades agrícolas».
Procesos de desalación
Como decíamos, en los procesos de desalación y «sea cual sea la tecnología utilizada, el agua extraída del mar se divide en un componente dulce y en otro componente, la salmuera, que concentra la totalidad de sales inicialmente contenidas en el agua original. La devolución al mar de esta salmuera, si no se adoptan las debidas precauciones, y en determinadas circunstancias, puede generar un impacto ambiental sensible. Junto a la producción de esta salmuera, otra desventaja de los procesos de desalación se refiere a sus costes de producción y a su consumo energético».
El Ministerio también realiza una «estimación de las emisiones globales asociadas» a la construcción de las plantas desaladoras, que «serán del orden de magnitud de 3,5 millones de toneladas de CO2 cada año, durante los dos primeros años a evaluar, y ascenderían a 1,3 millones de toneladas durante cada uno de los años de vida» (23 años) de la planta desaladora, «llegando a una cifra aproximada de 37 millones de toneladas de CO2 emitidas».
Como explica a continuación este documento oficial, y «para tener una idea aproximada de lo que la cifra anterior puede significar en términos económicos asociados al compromiso de cumplimiento de Kioto, es útil referirse al coste que podría tener el volumen anterior de emisiones si hubiera que adquirir los correspondientes derechos de emisión, suponiendo un coste de 10 euros para cada una de las 37 millones de toneladas emitidas. El total sería del orden de los 370 millones de euros para esta alternativa».
Y al parecer no se puede esperar mucho del uso de energías renovables, ya que el informe, entre sus principales conclusiones, explica que «el incremento de energía tanto para los procesos de desalación (programa A.G.U.A.) como de bombeo (trasvase del Ebro) significan aumentos de la demanda de energía con el consiguiente aumento de las emisiones de CO2, al tratarse en gran medida de energías procedentes de fuentes fósiles no renovables».
Para concluir con el capítulo de las desaladoras, otro impacto negativo que provocará en las cuencas del Sur y del Segura: «El volumen importante de desalación necesario en el litoral almeriense puede incrementar de forma no desdeñable la presión sobre los espacios costeros, que soportan ya importantes impactos derivados de la expansión de la agricultura bajo plástico, el turismo y la industria». Y con respecto a Murcia, más de lo mismo según el Ministerio de Medio Ambiente.
Demanda agrícola
Se desprende, tras la lectura del informe, que el principio del fin de muchas explotaciones agrícolas en España no está demasiado lejos. El texto está repleto de avisos: «La política hidráulica debe tener por norte la mejor utilización de los recursos disponibles, y no debe permitirse la construcción de nuevas infraestructuras de riego si no se tiene la garantía de que pueden abonarse los recursos totales de acceso a los nuevos recursos necesarios».
El programa del Gobierno, sus actuaciones urgentes en las cuencas mediterráneas, los 1.063hm3/año que esta alternativa ha puesto encima de la mesa no son para todos. Sólo «se trata de atender a las demandas potenciales (...) que estarán dispuestas a afrontar el coste real de obtención de los nuevos recursos hídricos necesarios». En la agricultura, se deja caer en diferentes capítulos que ese precio podría ser de 0,30 euros/metro cúbico.
Y es que una nueva realidad se impone para el sector agrícola con la política hídrica del Gobierno socialista: «Las posibilidades de cubrir los costes reales de obtención de nuevos recursos por parte de las actuales producciones agrícolas son muy reducidas».
MADRID. El Ministerio de Medio Ambiente, en su informe de sostenibilidad ambiental del programa A.G.U.A., confirma que casi un 60 por ciento de las aportaciones hídricas correspondientes a actuaciones urgentes en las cuencas mediterráneas provendrán de la desalación. Este proceso, realizable básicamente a través de dos grupos de tecnologías disponibles (destilación o filtración), «puede generar un impacto ambiental sensible», incrementará de forma significativa «la presión sobre el litoral», tendrá «un alto efecto en lo que se refiere a la emisión de CO2» y se realizará, «en gran medida», a partir «de energías procedentes de fuentes fósiles no renovables».
Estas son algunas de las conclusiones que realiza el Ministerio sobre su principal proyecto para aportar nuevos recursos hídricos, sobre todo a las cuencas del Sur y del Segura, «sin renunciar a la consecución de un escenario futuro de disminución de las demandas de recursos hídricos por parte de las actividades agrícolas».
Procesos de desalación
Como decíamos, en los procesos de desalación y «sea cual sea la tecnología utilizada, el agua extraída del mar se divide en un componente dulce y en otro componente, la salmuera, que concentra la totalidad de sales inicialmente contenidas en el agua original. La devolución al mar de esta salmuera, si no se adoptan las debidas precauciones, y en determinadas circunstancias, puede generar un impacto ambiental sensible. Junto a la producción de esta salmuera, otra desventaja de los procesos de desalación se refiere a sus costes de producción y a su consumo energético».
El Ministerio también realiza una «estimación de las emisiones globales asociadas» a la construcción de las plantas desaladoras, que «serán del orden de magnitud de 3,5 millones de toneladas de CO2 cada año, durante los dos primeros años a evaluar, y ascenderían a 1,3 millones de toneladas durante cada uno de los años de vida» (23 años) de la planta desaladora, «llegando a una cifra aproximada de 37 millones de toneladas de CO2 emitidas».
Como explica a continuación este documento oficial, y «para tener una idea aproximada de lo que la cifra anterior puede significar en términos económicos asociados al compromiso de cumplimiento de Kioto, es útil referirse al coste que podría tener el volumen anterior de emisiones si hubiera que adquirir los correspondientes derechos de emisión, suponiendo un coste de 10 euros para cada una de las 37 millones de toneladas emitidas. El total sería del orden de los 370 millones de euros para esta alternativa».
Y al parecer no se puede esperar mucho del uso de energías renovables, ya que el informe, entre sus principales conclusiones, explica que «el incremento de energía tanto para los procesos de desalación (programa A.G.U.A.) como de bombeo (trasvase del Ebro) significan aumentos de la demanda de energía con el consiguiente aumento de las emisiones de CO2, al tratarse en gran medida de energías procedentes de fuentes fósiles no renovables».
Para concluir con el capítulo de las desaladoras, otro impacto negativo que provocará en las cuencas del Sur y del Segura: «El volumen importante de desalación necesario en el litoral almeriense puede incrementar de forma no desdeñable la presión sobre los espacios costeros, que soportan ya importantes impactos derivados de la expansión de la agricultura bajo plástico, el turismo y la industria». Y con respecto a Murcia, más de lo mismo según el Ministerio de Medio Ambiente.
Demanda agrícola
Se desprende, tras la lectura del informe, que el principio del fin de muchas explotaciones agrícolas en España no está demasiado lejos. El texto está repleto de avisos: «La política hidráulica debe tener por norte la mejor utilización de los recursos disponibles, y no debe permitirse la construcción de nuevas infraestructuras de riego si no se tiene la garantía de que pueden abonarse los recursos totales de acceso a los nuevos recursos necesarios».
El programa del Gobierno, sus actuaciones urgentes en las cuencas mediterráneas, los 1.063hm3/año que esta alternativa ha puesto encima de la mesa no son para todos. Sólo «se trata de atender a las demandas potenciales (...) que estarán dispuestas a afrontar el coste real de obtención de los nuevos recursos hídricos necesarios». En la agricultura, se deja caer en diferentes capítulos que ese precio podría ser de 0,30 euros/metro cúbico.
Y es que una nueva realidad se impone para el sector agrícola con la política hídrica del Gobierno socialista: «Las posibilidades de cubrir los costes reales de obtención de nuevos recursos por parte de las actuales producciones agrícolas son muy reducidas».