Agua desalada para los núcleos turísticos
Mar, 26/07/2005
Ocurrió a finales de los años 70, en Benidorm, Alicante. Los turistas alemanes se echaron las manos a la cabeza cuando vieron que, a causa de la fuerte sequía, el Ayuntamiento debía abastecer de agua a los turistas con camiones cuba. Aquello hizo mucho daño a la imagen de la ciudad, principalmente en el mercado alemán; pero se aprendió la lección y se reaccionó correctamente. De tal manera que Benidorm -que es al turismo lo que la cadena de restaurantes Mc Donald´s a la comida- logró, en pocos años, dotarse de un sistema de reaprovechamiento de las aguas residuales único en España; capaz, como señala Jorge Olcina, catedrático y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, 'de ser, a pesar de su tamaño y densidad turística, autosuficiente, frente a otras localidades costeras que, aún siendo mucho más pequeñas, siguen pasando sed en verano'. Olcina apunta otra idea: 'Benidorm es un caso de libro de la utilidad de las desaladoras, porque en núcleos como éste encajan a la perfección'.
Cuando la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, presentó el Plan A.G.U.A. (alternativo al anterior Plan Hidrológico Nacional), que incluye la construcción y modernización de unas 20 desaladoras -8 de estas en Alicante-, en la Generalitat Valenciana se fabricaron dianas con su cara. Se rechazó la alternativa de estas instalaciones para suplir la carencia del trasvase del Ebro por considerarse insuficientes para garantizar el caudal de agua necesario para riego y consumo humano, por su impacto medioambiental y por el encarecimiento del metro cúbico de agua. Pero eso fue hace siete meses. Ahora, en el PP valenciano el discurso ha variado: se sigue apostando por el trasvase del Ebro, pero se acepta la utilidad de las desaladoras; especialmente para cubrir las necesidades de los grandes núcleos urbanos o residenciales. Se valora, además, el hecho de que la Comunidad Valenciana es la que más reutiliza sus aguas: en el año 2003, de 450 hectómetros cúbicos depurados se reutilizaron 170, lo que confirma que la cultura del reprovechamiento de aguas está ampliamente extendida y puede facilitar la implantación de nuevos sistemas para no depender exclusivamente de los trasvases. Algunos consejeros del ejecutivo valenciano, como el responsable de Infraestructuras, García Antón, ha llegado incluso a defender las desaladoras para paliar a medio y largo plazo los problemas del agua en comarcas con gran atracción turística como las Marinas, Alta y Baja, o el Alacantí.
Ha sido la patronal valenciana la que más ha presionado al ejecutivo autonómico para que éste no despreciara frontalmente la alternativa de las desaladoras. Entre otras razones porque, una vez analizado el programa A.G.U.A., se observa que la mayor inversión -1.219 millones de euros sobre un total de 3.900 millones- irá destinada a la Comunidad Valenciana. El objetivo es el de aumentar en 400 hectómetros cúbicos anuales el caudal para la región; suficiente, según los expertos, para garantizar el abastecimiento en años de sequía. Además, casi el 60% de estas inversiones se destinan a Alicante; principal provincia receptora de turistas en España y donde el déficit hídrico se hace más patente cada año. Desde la Confederación Empresarial Valenciana, uno de sus dirigentes, que solicita el anonimato, señala que 'el PP debe entender que por encima de la estrategia política están las necesidades reales; y las desaladoras son una solución real que no se puede menospreciar'. A pesar de esto, oficialmente el ejecutivo de Francisco Camps sigue reclamando el trasvase del Ebro como solución efectiva a la falta de agua en la Comunidad Valenciana.
Juan José Morgues, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), lo afirma con rotundidad: 'la desalación es una solución a la medida de aquellos consumidores que pueden pagarla... es una alternativa adecuada para uso industrial, para uso residencial y para aquella agricultura de alto valor añadido, como puede ser el cultivo de flores'. Puede ser ideal, añade Moragues, en el caso de ciudades como Benidorm, porque podría completar las garantías de suficiencia hídrica en núcleos urbanizados y con capacidad para costearla. El precio del agua desalada, según el Ministerio de Medio Ambiente, oscilará entre los 12 y 30 céntimos de euro por metro cuadrado para regadío y entre 30 y 50 céntimos para consumo humano. Siendo cara, actualmente, según la Asocicación de Jóvenes Agricultores de Alicante, en algunas comarcas como el alto, bajo y medio Vinalopó, o en el bajo Segura, el coste del metro cúbico de agua para el riego supera los 50 céntimos, dado que en muchos casos se debe buscar este recurso en acuíferos a profundidades superiores a los 300 metros. La Mancomunidad de Canales de Taibilla, con amplia experiencia en el reaprovechamiento de las aguas, reconoce que la ampliación de la desaladora de Canal de Alicante, que da cobertura a una de las zonas afectadas por la sequía estructural, permitirá generar un caudal de 42 hectómetros cúbicos frente a los 18 actuales. Y la organización Ecologistas en Acción del País Valenciano ha valorado positiva la iniciativa del Gobierno frente a las reticencias del PP. 'Las desaladoras son un mal menor en comparación con el impacto medioambiental de los trasvases', señala Carlos Arribas, portavoz de este colectivo en Alicante.
Desde la Generalitat Valenciana, el conseller de Territorio y Vivienda, crítico como su gobierno contra la derogación del trasvase del Ebro, apunta, como ejemplo, que el agua desalada 'puede utilizarse también en los campos de golf'. En la actualidad hay 22, y se prevé que en diez años se triplique la cifra de estas instalaciones deportivas; lo que generará una demanda cautiva, según datos de Territorio, de 24 hectómetros cúbicos, aunque los ecologistas la aumentan hasta los 30 hectómetros cúbicos. El ejecutivo autonómico defiende abiertamente la construcción de los campos de golf, que se consideran necesarios para dar satisfacción a las nuevas demandas del turismo residencial extranjero. Desde la oposición socialista siempre se ha acusado al Gobierno Valenciano de reclamar el trasvase del Ebro para hacer llegar el agua a los campos de golf; a pesar de que el PP utilizó siempre el argumento de la agricultura para reclamarlo. Todos los expertos consultados reconocen que la agricultura ya no es el problema, dado que cada año menguan en la Comunidad Valenciana las superficies de cultivo, frente al aumento espectacular de las zonas urbanizadas, principalmente en Alicante. El borrador inicial de la ley que regulará los campos de golf contemplaba el riego de estas instalaciones con agua depurada; lo que a juicio de los socialistas era 'una temeridad por la falta de este recurso'. Ahora, sin embargo, el anteproyecto de ley aprobado varía totalmente: se exige a las futuras instalaciones que implanten sistemas de reaprovechamiento de aguas y se acepta que se rieguen con aguas no depuradas y con agua desalada. El cambio de criterio es sustancial para comprender que, por encima de las batallas políticas, en el Gobierno Valenciano se acepta ya que si se pretende mantener el crecimiento sostenido de un sector tan importante como el turismo, clave en el desarrollo de la economía alicantina -castigada por el declive de las empresas manufactureras del calzado, el tejido y el juguete -, se han de contemplar todas las posibilidades. Las desaladoras, con todas sus imperfecciones, pueden ser una buena solución. Alicante las necesita.
Los expertos creen que en ciudades como Benidorm la instalación de desaladoras es una solución 'ideal'
Cuando la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, presentó el Plan A.G.U.A. (alternativo al anterior Plan Hidrológico Nacional), que incluye la construcción y modernización de unas 20 desaladoras -8 de estas en Alicante-, en la Generalitat Valenciana se fabricaron dianas con su cara. Se rechazó la alternativa de estas instalaciones para suplir la carencia del trasvase del Ebro por considerarse insuficientes para garantizar el caudal de agua necesario para riego y consumo humano, por su impacto medioambiental y por el encarecimiento del metro cúbico de agua. Pero eso fue hace siete meses. Ahora, en el PP valenciano el discurso ha variado: se sigue apostando por el trasvase del Ebro, pero se acepta la utilidad de las desaladoras; especialmente para cubrir las necesidades de los grandes núcleos urbanos o residenciales. Se valora, además, el hecho de que la Comunidad Valenciana es la que más reutiliza sus aguas: en el año 2003, de 450 hectómetros cúbicos depurados se reutilizaron 170, lo que confirma que la cultura del reprovechamiento de aguas está ampliamente extendida y puede facilitar la implantación de nuevos sistemas para no depender exclusivamente de los trasvases. Algunos consejeros del ejecutivo valenciano, como el responsable de Infraestructuras, García Antón, ha llegado incluso a defender las desaladoras para paliar a medio y largo plazo los problemas del agua en comarcas con gran atracción turística como las Marinas, Alta y Baja, o el Alacantí.
Ha sido la patronal valenciana la que más ha presionado al ejecutivo autonómico para que éste no despreciara frontalmente la alternativa de las desaladoras. Entre otras razones porque, una vez analizado el programa A.G.U.A., se observa que la mayor inversión -1.219 millones de euros sobre un total de 3.900 millones- irá destinada a la Comunidad Valenciana. El objetivo es el de aumentar en 400 hectómetros cúbicos anuales el caudal para la región; suficiente, según los expertos, para garantizar el abastecimiento en años de sequía. Además, casi el 60% de estas inversiones se destinan a Alicante; principal provincia receptora de turistas en España y donde el déficit hídrico se hace más patente cada año. Desde la Confederación Empresarial Valenciana, uno de sus dirigentes, que solicita el anonimato, señala que 'el PP debe entender que por encima de la estrategia política están las necesidades reales; y las desaladoras son una solución real que no se puede menospreciar'. A pesar de esto, oficialmente el ejecutivo de Francisco Camps sigue reclamando el trasvase del Ebro como solución efectiva a la falta de agua en la Comunidad Valenciana.
Juan José Morgues, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), lo afirma con rotundidad: 'la desalación es una solución a la medida de aquellos consumidores que pueden pagarla... es una alternativa adecuada para uso industrial, para uso residencial y para aquella agricultura de alto valor añadido, como puede ser el cultivo de flores'. Puede ser ideal, añade Moragues, en el caso de ciudades como Benidorm, porque podría completar las garantías de suficiencia hídrica en núcleos urbanizados y con capacidad para costearla. El precio del agua desalada, según el Ministerio de Medio Ambiente, oscilará entre los 12 y 30 céntimos de euro por metro cuadrado para regadío y entre 30 y 50 céntimos para consumo humano. Siendo cara, actualmente, según la Asocicación de Jóvenes Agricultores de Alicante, en algunas comarcas como el alto, bajo y medio Vinalopó, o en el bajo Segura, el coste del metro cúbico de agua para el riego supera los 50 céntimos, dado que en muchos casos se debe buscar este recurso en acuíferos a profundidades superiores a los 300 metros. La Mancomunidad de Canales de Taibilla, con amplia experiencia en el reaprovechamiento de las aguas, reconoce que la ampliación de la desaladora de Canal de Alicante, que da cobertura a una de las zonas afectadas por la sequía estructural, permitirá generar un caudal de 42 hectómetros cúbicos frente a los 18 actuales. Y la organización Ecologistas en Acción del País Valenciano ha valorado positiva la iniciativa del Gobierno frente a las reticencias del PP. 'Las desaladoras son un mal menor en comparación con el impacto medioambiental de los trasvases', señala Carlos Arribas, portavoz de este colectivo en Alicante.
Desde la Generalitat Valenciana, el conseller de Territorio y Vivienda, crítico como su gobierno contra la derogación del trasvase del Ebro, apunta, como ejemplo, que el agua desalada 'puede utilizarse también en los campos de golf'. En la actualidad hay 22, y se prevé que en diez años se triplique la cifra de estas instalaciones deportivas; lo que generará una demanda cautiva, según datos de Territorio, de 24 hectómetros cúbicos, aunque los ecologistas la aumentan hasta los 30 hectómetros cúbicos. El ejecutivo autonómico defiende abiertamente la construcción de los campos de golf, que se consideran necesarios para dar satisfacción a las nuevas demandas del turismo residencial extranjero. Desde la oposición socialista siempre se ha acusado al Gobierno Valenciano de reclamar el trasvase del Ebro para hacer llegar el agua a los campos de golf; a pesar de que el PP utilizó siempre el argumento de la agricultura para reclamarlo. Todos los expertos consultados reconocen que la agricultura ya no es el problema, dado que cada año menguan en la Comunidad Valenciana las superficies de cultivo, frente al aumento espectacular de las zonas urbanizadas, principalmente en Alicante. El borrador inicial de la ley que regulará los campos de golf contemplaba el riego de estas instalaciones con agua depurada; lo que a juicio de los socialistas era 'una temeridad por la falta de este recurso'. Ahora, sin embargo, el anteproyecto de ley aprobado varía totalmente: se exige a las futuras instalaciones que implanten sistemas de reaprovechamiento de aguas y se acepta que se rieguen con aguas no depuradas y con agua desalada. El cambio de criterio es sustancial para comprender que, por encima de las batallas políticas, en el Gobierno Valenciano se acepta ya que si se pretende mantener el crecimiento sostenido de un sector tan importante como el turismo, clave en el desarrollo de la economía alicantina -castigada por el declive de las empresas manufactureras del calzado, el tejido y el juguete -, se han de contemplar todas las posibilidades. Las desaladoras, con todas sus imperfecciones, pueden ser una buena solución. Alicante las necesita.
Los expertos creen que en ciudades como Benidorm la instalación de desaladoras es una solución 'ideal'