La sequía deja los ríos aragoneses bajo mínimos e indefensos ante los vertidos. La falta de una normativa provoca incumplimientos que dejan prácticamente secos algunos lechos
Dom, 14/08/2005
La extrema sequía ha dejado los principales ríos aragoneses a un paso del desastre ecológico al reducir sus caudales por debajo del mínimo de seguridad, el considerado necesario para diluir los vertidos que puedan recibir y evitar que las sustancias contaminantes afecten a la salud humana y al equilibrio ambiental.
Ayer se encontraban en esa situación el Aragón a su paso por Jaca, que apenas llevaba dos terceras partes de su caudal mínimo --0,91 metros cúbicos por segundo--; el Isábena en Capella, al que le faltaban ochenta litros por segundo para llegar a los 0,62 metros por segundo que garantizarían su equilibrio; el Jalón en Grisén, por el que tan sólo circulaban 80 litros por segundo cuando su ecosistema requiere 1.750; el Gállego en Zaragoza, donde llegaba al Ebro con 870 litros por segundo menos de los 3.440 que requiere, y en Búbal, por el que corrían menos de mil litros cuando necesita 1.250. El caudal de todos ellos ha llegado a ser menor este mes. Las tormentas de esta semana han paliado puntualmente el estiaje.
El caudal del Martín a su paso por Híjar se situó el día 2 en el límite ambientalmente aceptable: 280 litros por segundo, menos del agua que cabe en una bañera. El Ebro, que estuvo por debajo de su cota de seguridad en julio, la rozó el sábado de la semana pasada --llevaba 31,8 metros cúbicos cuando el límite es 30--, si bien la escorrentía de las tormentas hizo que ayer casi lo doblara --54,1--. El Huerva llevaba ayer, con la ayuda de las aportaciones del Canal Imperial, 380 litros cuando su límite aconsejable es 150. El Aragón, con un volumen seguro en Canfranc --0,75 metros cúbicos por segundo, el doble de lo imprescindible--, aportaba al pantano de Yesa 2.060 litros por segundo, menos de la mitad de los más de 4.500 que el embalse devolvía al río. El Jiloca, que necesita 320 litros por segundo en Calamocha, llevaba tan sólo 40 litros en Morata, con una lámina de once centímetros de espesor. Esera y Noguera Ribagorzana mantienen caudales claramente superiores a los de seguridad, aunque con amplias fluctuaciones por las maniobras de explotación de las centrales hidroelécricas.
Los caudales ambientales en la cuenca del Ebro no están determinados normativamente, por lo que, según explicaron fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los concesionarios que disponían de derechos adquiridos con anterioridad a la aprobación del Plan Hidrológico del Ebro no están obligados a respetarlos. "Por esta razón principal se producen incumplimientos tan elevados como los que se constatan en el Jalón en Grisén", señalaron.
La escasez de caudales ha provocado este verano algunos episodios
Ayer se encontraban en esa situación el Aragón a su paso por Jaca, que apenas llevaba dos terceras partes de su caudal mínimo --0,91 metros cúbicos por segundo--; el Isábena en Capella, al que le faltaban ochenta litros por segundo para llegar a los 0,62 metros por segundo que garantizarían su equilibrio; el Jalón en Grisén, por el que tan sólo circulaban 80 litros por segundo cuando su ecosistema requiere 1.750; el Gállego en Zaragoza, donde llegaba al Ebro con 870 litros por segundo menos de los 3.440 que requiere, y en Búbal, por el que corrían menos de mil litros cuando necesita 1.250. El caudal de todos ellos ha llegado a ser menor este mes. Las tormentas de esta semana han paliado puntualmente el estiaje.
El caudal del Martín a su paso por Híjar se situó el día 2 en el límite ambientalmente aceptable: 280 litros por segundo, menos del agua que cabe en una bañera. El Ebro, que estuvo por debajo de su cota de seguridad en julio, la rozó el sábado de la semana pasada --llevaba 31,8 metros cúbicos cuando el límite es 30--, si bien la escorrentía de las tormentas hizo que ayer casi lo doblara --54,1--. El Huerva llevaba ayer, con la ayuda de las aportaciones del Canal Imperial, 380 litros cuando su límite aconsejable es 150. El Aragón, con un volumen seguro en Canfranc --0,75 metros cúbicos por segundo, el doble de lo imprescindible--, aportaba al pantano de Yesa 2.060 litros por segundo, menos de la mitad de los más de 4.500 que el embalse devolvía al río. El Jiloca, que necesita 320 litros por segundo en Calamocha, llevaba tan sólo 40 litros en Morata, con una lámina de once centímetros de espesor. Esera y Noguera Ribagorzana mantienen caudales claramente superiores a los de seguridad, aunque con amplias fluctuaciones por las maniobras de explotación de las centrales hidroelécricas.
Los caudales ambientales en la cuenca del Ebro no están determinados normativamente, por lo que, según explicaron fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los concesionarios que disponían de derechos adquiridos con anterioridad a la aprobación del Plan Hidrológico del Ebro no están obligados a respetarlos. "Por esta razón principal se producen incumplimientos tan elevados como los que se constatan en el Jalón en Grisén", señalaron.
La escasez de caudales ha provocado este verano algunos episodios