La sequía golpea el corazón de la Amazonia brasileña
La cuenca brasileña del Amazonas está registrando los peores datos de lluvias desde 1963. El nivel de ríos y lagos sigue bajando, dejando aisladas a comunidades enteras cuyo único medio de comunicación es la navegación fluvial por unos cauces que ahora son trampas de fango
TEXTO: A. A. L.
MADRID. La peor sequía en 40 años está dañando la selva tropical más extensa del mundo, plagando la cuenca del Amazonas de incendios, causando enfermedades a los habitantes debido a la contaminación del río y matando a millones de peces a medida que los arroyos se secan. Con los peores datos de lluvias desde el año 1963, el gobierno de este estado brasileño -el más extenso, con 1,5 millones de kilómetros cuadrados, ocupados en un 92% por la selva con mayor biodiversidad del planeta- no ha podido hacer otra cosa que decretar el «estado de calamidad pública».
Y es que esta situación afecta ya a unas 167.000 personas y ha dejado aisladas a comunidades enteras, toda vez que el bajo nivel de ríos y lagos impide la navegación fluvial, única vía de comunicación en gran parte de este territorio. Como ejemplo basta decir que el nivel del río Negro, afluente del Amazonas, que baña la capital de este estado, descendió 12 metros entre julio y octubre, hasta los 15 metros, un nivel casi tan bajo como en 1963 (13,5 metros). Unas cifras que se repiten en gran parte del entramado de ríos y afluentes que se nutren del Amazonas. Esto dificulta la llegada de la ayuda de emergencia, por lo que se ha movilizado al Ejército para que intervenga en estas tareas.
Los alimentos escasean por la gran mortandad de peces, principal sustento de la población amazónica, y falta, sobre todo, agua potable, ya que la descomposición de peces muertos y el fango en los lagos han limitado aún más la disponibilidad del recurso. Por eso, además de víveres se han mandado a la zona equipos de purificación de aguas y asistencia médica. La mayor preocupación ahora es la aparición de enfermedades como la diarrea, hepatitis, tifus y cólera.
Hasta el momento, los municipios más afectados están situados en torno a los ríos Solimoes (nombre del Amazonas a su paso por Manaus), Purus, Jurua y Madeira y sus afluentes. Sin embargo, las autoridades calculan que en una o dos semanas, aldeas cercanas al curso bajo de los ríos tendrán problemas similares a los que hoy están padeciendo las riberas de los cursos altos. Desde el Instituto Nacional de Ciencias del Espacio, el investigador Carlos Nobre explica que «las lluvias han empezado a regresar en algunas zonas, pero muy lentamente, y por lo pronto no habrá ninguna mejora visible». Y advierte que los niveles de los ríos podrían caer nuevamente antes del inicio de la temporada de lluvias a finales de año.
Mientras tanto, en el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia estudian si la sequía actual puede haber sido causada por el recalentamiento de la superficie del océano Atlántico cerca de la costa africana y del Golfo de México, pero sin pasar por alto los efectos de la deforestación salvaje que año tras año está sufriendo el pulmón verde del planeta.
TEXTO: A. A. L.
MADRID. La peor sequía en 40 años está dañando la selva tropical más extensa del mundo, plagando la cuenca del Amazonas de incendios, causando enfermedades a los habitantes debido a la contaminación del río y matando a millones de peces a medida que los arroyos se secan. Con los peores datos de lluvias desde el año 1963, el gobierno de este estado brasileño -el más extenso, con 1,5 millones de kilómetros cuadrados, ocupados en un 92% por la selva con mayor biodiversidad del planeta- no ha podido hacer otra cosa que decretar el «estado de calamidad pública».
Y es que esta situación afecta ya a unas 167.000 personas y ha dejado aisladas a comunidades enteras, toda vez que el bajo nivel de ríos y lagos impide la navegación fluvial, única vía de comunicación en gran parte de este territorio. Como ejemplo basta decir que el nivel del río Negro, afluente del Amazonas, que baña la capital de este estado, descendió 12 metros entre julio y octubre, hasta los 15 metros, un nivel casi tan bajo como en 1963 (13,5 metros). Unas cifras que se repiten en gran parte del entramado de ríos y afluentes que se nutren del Amazonas. Esto dificulta la llegada de la ayuda de emergencia, por lo que se ha movilizado al Ejército para que intervenga en estas tareas.
Los alimentos escasean por la gran mortandad de peces, principal sustento de la población amazónica, y falta, sobre todo, agua potable, ya que la descomposición de peces muertos y el fango en los lagos han limitado aún más la disponibilidad del recurso. Por eso, además de víveres se han mandado a la zona equipos de purificación de aguas y asistencia médica. La mayor preocupación ahora es la aparición de enfermedades como la diarrea, hepatitis, tifus y cólera.
Hasta el momento, los municipios más afectados están situados en torno a los ríos Solimoes (nombre del Amazonas a su paso por Manaus), Purus, Jurua y Madeira y sus afluentes. Sin embargo, las autoridades calculan que en una o dos semanas, aldeas cercanas al curso bajo de los ríos tendrán problemas similares a los que hoy están padeciendo las riberas de los cursos altos. Desde el Instituto Nacional de Ciencias del Espacio, el investigador Carlos Nobre explica que «las lluvias han empezado a regresar en algunas zonas, pero muy lentamente, y por lo pronto no habrá ninguna mejora visible». Y advierte que los niveles de los ríos podrían caer nuevamente antes del inicio de la temporada de lluvias a finales de año.
Mientras tanto, en el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia estudian si la sequía actual puede haber sido causada por el recalentamiento de la superficie del océano Atlántico cerca de la costa africana y del Golfo de México, pero sin pasar por alto los efectos de la deforestación salvaje que año tras año está sufriendo el pulmón verde del planeta.