Pánico en una ciudad china al contaminarse el río que la cruza por la explosión en una química

Jue, 24/11/2005

El Correo

Los nueve millones de habitantes de Harbin intentan huir al carecer de suministro de agua
PABLO M. DÍEZ/PEKÍN
Un grupo de mujeres hace cola para abastecerse de agua de un camión-cisterna, en Harbin. / REUTERS
El pánico se ha apoderado de la ciudad china de Harbin, una de las más importantes del norte del país, al contaminarse el río que la atraviesa por una explosión en una planta química. Desde el martes por la noche, el suministro de agua ha quedado totalmente cortado para los casi cuatro millones de habitantes de esta urbe, cuya área metropolitana alberga a otros cinco millones de personas más.
Tras negar varios días el vertido, el Gobierno de Pekín reconoció ayer que una mancha tóxica de ochenta kilómetros fluye por el río Songhua en dirección a Harbin, capital de la gélida provincia de Heilongjiang y famosa por el festival de estatuas de hielo que se celebra en enero. Según la Administración Estatal para la Protección Medioambiental, las muestras tomadas indican que el agua presenta unos niveles de benceno treinta veces superiores a lo permitido.
Dicha sustancia, un disolvente derivado del petróleo que puede causar la muerte en tres días, inundó el Songhua tras la cadena de explosiones que se produjeron el pasado día 13 en una planta química de Jilin, otra populosa ciudad enclavada en el curso superior de su cauce y a sólo 144 kilómetros de Harbin.
Diez mil evacuados
Aquel accidente, que costó la vida a cinco personas y forzó la evacuación de otras 10.000, desató una espectacular nube tóxica y ha provocado un desastre natural en el río Songhua, que recorre 1.897 kilómetros y se adentra también en la vecina Rusia.
Por ese motivo, las autoridades han tomado la drástica decisión de cortar el abastecimiento de agua hasta el sábado, cuando se calcula que la mancha tóxica habrá atravesado Harbin tras penetrar en su término municipal durante la pasada madrugada. No obstante, la prohibición podría prolongarse varios días más, lo que ha generado la alarma entre los vecinos de la ciudad.
Presa del miedo, la población se ha lanzado primero a los supermercados y tiendas hasta agotar las existencias de agua embotellada y, luego, ha intentado escapar de Harbin, por lo que ya no quedan billetes de avión ni de ferrocarril. En medio de este caos que ha obligado al cierre de escuelas y negocios, el Gobierno ha destinado a la zona más de 16.000 toneladas de agua para consumo humano y ha puesto en estado de emergencia a quince hospitales.
Sin embargo, aún nadie sabe cómo se va a solucionar una contaminación que, según algunos expertos, puede ser «definitiva».