La ladera de Itoiz se 'cae' Una investigación encargada por la Confederación del Ebro confirma deslizamientos de hasta 1,2 centímetros en algunos puntos
Jue, 25/05/2006
La ladera sobre la que se asienta el estribo izquierdo de la presa de Itoiz se mueve. Lo ha confirmado un estudio encargado por la propia Confederación Hidrográfica del Ebro, que siempre había defendido su estabilidad. En el mapa se registran deslizamientos de hasta 1,2 centímetros.
El mes pasado, el Ministerio de Medio Ambiente presentó los informes que encomendó a los colegios de Ingenieros de Caminos y de Geólogos para determinar la seguridad de la infraestructura. Los expertos dieron el visto bueno para proceder al programa de puesta en carga de la presa navarra, poniendo así punto y final a años de controversia.
Sin embargo, los inclinómetros han detectado movimientos de entre dos y 12,5 milímetros donde se asienta la presa principal, según refleja un gráfico de las mediciones realizadas desde el 1 de enero de 2004 hasta el 18 de noviembre de 2005 y según un plano elaborado por la asesoría Arbea UTE para la Confederación. La estabilidad de la ladera era, junto a los terremotos, el principal punto de la polémica.
Tanto la Confederación como el Ministerio de Medio Ambiente han restado importancia a los movimientos, asegurando que «no presentan riesgos significativos» ni para la infraestructura ni para la población.
Pero los estudios de los geólogos y los ingenieros de Caminos recomiendan que se «ausculte y controle la ladera de forma continua» y que se intensifiquen los trabajos de medición. No se sabe cómo van a evolucionar los deslizamientos con el paso de los años.
«La situación es bastante peligrosa», explica el profesor Antonio Casas, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, «porque el estribo izquierdo de la presa está apoyado en una ladera que, a la vista de las mediciones, no es estable».
En las montañas del Pirineo, por sus condiciones orográficas, los deslizamientos son algo habitual, pero Casas asegura que «en ningún país del mundo se instalan presas sobre laderas inestables por los riesgos que esto puede acarrear».
Los movimientos pueden ir a más y, según Casas, el llenado y los terremotos pueden contribuir a que aquéllos se aceleren, con consecuencias catastróficas que podrían llegar, incluso, a la rotura de la presa.
Los geólogos, en su informe, sostienen que la estabilidad de algunas zonas de la ladera «se verá afectada por las oscilaciones del nivel de llenado del embalse», aunque no consideran que esto afecte a la seguridad o al funcionamiento de la presa.
Calculan que la velocidad máxima de deslizamiento habría sido de entre 1,6 y dos milímetros al año, un «movimiento lento».«No obstante, estos resultados deben ser tenidos en cuenta para su seguimiento en el tiempo, lo que implica que se debe mantener, incrementar y mejorar el control instrumental de la ladera».
Por su parte, los ingenieros de Caminos definen como «admisible» la estabilidad dinámica global de la ladera, pero advierten que ésta puede verse «comprometida» si coincidieran en el tiempo cargas extremas de tipo ambiental, como, por ejemplo, un sismo con un alto grado de acumulación de agua.
«Las probabilidades de que eso suceda son tan pequeñas que podemos decir que la seguridad es, al menos, del mismo nivel y en muchos casos mayor que la del resto de presas existentes en España», afirmó el mes pasado en el Congreso el secretario general para el Territorio y la Biodiversidad, Antonio Serrano.
«Nos movemos en una situación de normalidad», recalcó el representante del Ministerio antes de anunciar la apertura de las puertas de la presa a todo aquel que quiera conocerla, con el fin de «hacer desaparecer el riesgo infundado y creado de manera artificial».
«¿Riesgo artificial?», se pregunta José Luis Beaumont, portavoz de la Coordinadora de Itoiz. «Prácticamente a diario se registran terremotos en el entorno del embalse. Tanto el Colegio de Geólogos como el de Ingenieros de Caminos han recomendado que se hagan más investigaciones. No nos parece de recibo que, mientras tanto, se siga llenando la presa, ni que, sabiendo que la ladera se está deslizando, a nadie se le haya ocurrido parar el carro para minimizar los riesgos hasta que todo esto se estudie más despacio».
Lo cierto es que la ladera se mueve, que no hay acuerdo en el asunto de los terremotos (los ingenieros de Caminos dicen que no existe sismicidad inducida por la construcción de la presa, mientras los geólogos hablan de un fenómeno por el que se anticipa el proceso de sismicidad natural de la misma) y que, como medida de precaución, el Ministerio ha decidido limitar el ritmo de llenado y de vaciado del embalse a 10 hectómetros cúbicos al mes, una cantidad tres veces inferior a la actual.
Ayer, el Instituto Geográfico Nacional registró dos nuevos terremotos con epicentro en la ladera izquierda. El primero, de 1,7 grados en la escala Ritcher, se produjo el martes, en plena zona deslizable.El segundo, de 1,2 grados, ocurrió ayer a un kilómetro de la presa, en el mismo macizo donde se sitúa la ladera. Según la Coordinadora, esta sismicidad es «inducida» por el embalse.
El mes pasado, el Ministerio de Medio Ambiente presentó los informes que encomendó a los colegios de Ingenieros de Caminos y de Geólogos para determinar la seguridad de la infraestructura. Los expertos dieron el visto bueno para proceder al programa de puesta en carga de la presa navarra, poniendo así punto y final a años de controversia.
Sin embargo, los inclinómetros han detectado movimientos de entre dos y 12,5 milímetros donde se asienta la presa principal, según refleja un gráfico de las mediciones realizadas desde el 1 de enero de 2004 hasta el 18 de noviembre de 2005 y según un plano elaborado por la asesoría Arbea UTE para la Confederación. La estabilidad de la ladera era, junto a los terremotos, el principal punto de la polémica.
Tanto la Confederación como el Ministerio de Medio Ambiente han restado importancia a los movimientos, asegurando que «no presentan riesgos significativos» ni para la infraestructura ni para la población.
Pero los estudios de los geólogos y los ingenieros de Caminos recomiendan que se «ausculte y controle la ladera de forma continua» y que se intensifiquen los trabajos de medición. No se sabe cómo van a evolucionar los deslizamientos con el paso de los años.
«La situación es bastante peligrosa», explica el profesor Antonio Casas, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, «porque el estribo izquierdo de la presa está apoyado en una ladera que, a la vista de las mediciones, no es estable».
En las montañas del Pirineo, por sus condiciones orográficas, los deslizamientos son algo habitual, pero Casas asegura que «en ningún país del mundo se instalan presas sobre laderas inestables por los riesgos que esto puede acarrear».
Los movimientos pueden ir a más y, según Casas, el llenado y los terremotos pueden contribuir a que aquéllos se aceleren, con consecuencias catastróficas que podrían llegar, incluso, a la rotura de la presa.
Los geólogos, en su informe, sostienen que la estabilidad de algunas zonas de la ladera «se verá afectada por las oscilaciones del nivel de llenado del embalse», aunque no consideran que esto afecte a la seguridad o al funcionamiento de la presa.
Calculan que la velocidad máxima de deslizamiento habría sido de entre 1,6 y dos milímetros al año, un «movimiento lento».«No obstante, estos resultados deben ser tenidos en cuenta para su seguimiento en el tiempo, lo que implica que se debe mantener, incrementar y mejorar el control instrumental de la ladera».
Por su parte, los ingenieros de Caminos definen como «admisible» la estabilidad dinámica global de la ladera, pero advierten que ésta puede verse «comprometida» si coincidieran en el tiempo cargas extremas de tipo ambiental, como, por ejemplo, un sismo con un alto grado de acumulación de agua.
«Las probabilidades de que eso suceda son tan pequeñas que podemos decir que la seguridad es, al menos, del mismo nivel y en muchos casos mayor que la del resto de presas existentes en España», afirmó el mes pasado en el Congreso el secretario general para el Territorio y la Biodiversidad, Antonio Serrano.
«Nos movemos en una situación de normalidad», recalcó el representante del Ministerio antes de anunciar la apertura de las puertas de la presa a todo aquel que quiera conocerla, con el fin de «hacer desaparecer el riesgo infundado y creado de manera artificial».
«¿Riesgo artificial?», se pregunta José Luis Beaumont, portavoz de la Coordinadora de Itoiz. «Prácticamente a diario se registran terremotos en el entorno del embalse. Tanto el Colegio de Geólogos como el de Ingenieros de Caminos han recomendado que se hagan más investigaciones. No nos parece de recibo que, mientras tanto, se siga llenando la presa, ni que, sabiendo que la ladera se está deslizando, a nadie se le haya ocurrido parar el carro para minimizar los riesgos hasta que todo esto se estudie más despacio».
Lo cierto es que la ladera se mueve, que no hay acuerdo en el asunto de los terremotos (los ingenieros de Caminos dicen que no existe sismicidad inducida por la construcción de la presa, mientras los geólogos hablan de un fenómeno por el que se anticipa el proceso de sismicidad natural de la misma) y que, como medida de precaución, el Ministerio ha decidido limitar el ritmo de llenado y de vaciado del embalse a 10 hectómetros cúbicos al mes, una cantidad tres veces inferior a la actual.
Ayer, el Instituto Geográfico Nacional registró dos nuevos terremotos con epicentro en la ladera izquierda. El primero, de 1,7 grados en la escala Ritcher, se produjo el martes, en plena zona deslizable.El segundo, de 1,2 grados, ocurrió ayer a un kilómetro de la presa, en el mismo macizo donde se sitúa la ladera. Según la Coordinadora, esta sismicidad es «inducida» por el embalse.