'Fábricas' de agua potable
Dom, 25/06/2006
La desalación de aguas procedentes del mar es una solución parcial para que la sequía no se convierta en un lastre para la actividad turística fundamental en la economía de muchos municipios, así como alternativa a los discutidos trasvases. Medio Ambiente se ha comprometido a llevar a Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Almería más de 1.000 hectómetros cúbicos de agua al año. Más de la mitad de este caudal se conseguirá tomándolo directamente del Mediterráneo a través de 17 desaladoras que funcionarán en 2007.
La primera planta de estas características se instaló en Lanzarote en 1965 para dar respuesta al problema de una población sin recursos hídricos. No se podía hablar de trasvase entre las islas porque no había de dónde trasvasar. Aquella desaladora funcionaba por evaporación, reproducía lo que hacía el Sol, pero acelerándolo, y consumía mucha energía. Hoy se utiliza la técnica de la ósmosis inversa: el agua de mar pasa bajo una elevada presión a través de unos cilindros gigantes donde una membrana semipermeable separa las sales y las impurezas del agua pura. Igual que hacen las plantas para absorber los nutrientes del suelo.
«Al agua resultante se le añaden sales minerales. Es demasiado pura para el ser humano, como la nieve derretida o el agua destilada, y el estómago puede reaccionar mal», explica José Antonio Medina San Juan, presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización. Entre los inconvenientes cabe citar el precio. El metro cúbico de agua desalada cuesta entre 25 y 30 céntimos de euro, en función del tamaño de la planta. «El 45% del coste se va en amortizar la planta y el otro 45% en pagar la electricidad», añade Medina.
Según los datos que maneja este colectivo, hay en España más de 900 desaladoras, tanto de agua salobre como de mar, y de tamaños entre 100 y más de 100.000 m3/día de capacidad, que en conjunto desalan 1,6 Hm3/día ó 500 hectómetros cúbicos al año. Entre las próximas en construirse, destaca la planta de Torrevieja, que será la de mayor producción de Europa. La sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed) tiene previsto adjudicar las obras esta semana.
La primera planta de estas características se instaló en Lanzarote en 1965 para dar respuesta al problema de una población sin recursos hídricos. No se podía hablar de trasvase entre las islas porque no había de dónde trasvasar. Aquella desaladora funcionaba por evaporación, reproducía lo que hacía el Sol, pero acelerándolo, y consumía mucha energía. Hoy se utiliza la técnica de la ósmosis inversa: el agua de mar pasa bajo una elevada presión a través de unos cilindros gigantes donde una membrana semipermeable separa las sales y las impurezas del agua pura. Igual que hacen las plantas para absorber los nutrientes del suelo.
«Al agua resultante se le añaden sales minerales. Es demasiado pura para el ser humano, como la nieve derretida o el agua destilada, y el estómago puede reaccionar mal», explica José Antonio Medina San Juan, presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización. Entre los inconvenientes cabe citar el precio. El metro cúbico de agua desalada cuesta entre 25 y 30 céntimos de euro, en función del tamaño de la planta. «El 45% del coste se va en amortizar la planta y el otro 45% en pagar la electricidad», añade Medina.
Según los datos que maneja este colectivo, hay en España más de 900 desaladoras, tanto de agua salobre como de mar, y de tamaños entre 100 y más de 100.000 m3/día de capacidad, que en conjunto desalan 1,6 Hm3/día ó 500 hectómetros cúbicos al año. Entre las próximas en construirse, destaca la planta de Torrevieja, que será la de mayor producción de Europa. La sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed) tiene previsto adjudicar las obras esta semana.