Los pozos del sur de Aragón entran en fase de riesgo de desecación El nivel del acuífero de Ariza ha descendido tres metros en apenas un año y medio
Lun, 10/07/2006
Los numerosos municipios de la margen derecha del Ebro que efectúan el suministro de agua para consumo urbano desde pozos empiezan a correr riesgo de desabastecimiento por los efectos de la prolongada sequía.
La escasez de precipitaciones comenzó a tener efectos sobre los pozos y manantiales a finales del 2004. El año pasado provocó problemas de suministro en localidades de montaña, básicamente del Pirineo, que se generalizaron a partir de la primavera. Durante el verano, según indica el borrador del Informe sobre la sequía
que está elaborando el Ministerio de Medio Ambiente, casi 120 poblaciones pirenaicas sufrieron restricciones y la mitad de ellas tuvieron que recibir agua en cisternas para poder mantener el servicio a los vecinos. Paradójicamente, la situación fue especialmente crítica en el Sobrarbe y la Ribagorza, las dos comarcas que, proporcionalmente, soportan una mayor superficie de terreno inundado de toda Europa. Este año, el panorama amenaza con empeorar en el Pirineo y con comenzar a deteriorarse en los territorios aragoneses situados al sur del Ebro.
EVOLUCIÓN "Los acuíferos soportan sin demasiados problemas el primer año de escasez. El segundo, los de montaña, que suelen ser de poco espesor, lo acusan. Y el tercero, entran en crisis los acuíferos profundos", explican Manuel Omedas y Rogelio Galván, director de la Oficina de Planificación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y responsable de los asuntos relacionados con la sequía en el mismo organismo, respectivamente. "Los profundos se mantienen en niveles medios de reservas en la actualidad, pero los de poco espesor han entrado ya en una fase crítica", explican. "Este año puede comenzar a haber problemas de abastecimiento urbano en la margen derecha, donde muchos municipios beben agua de pozos", añaden.
Los datos corroboran su versión. Por ejemplo, el nivel del acuífero de Alconchel de Ariza, en el Alto Jalón, ha descendido tres metros en apenas un año y medio, desde que comenzó la escasez de precipitaciones a finales del 2004. El último bajón acusado fue de ocho metros, aunque se prolongó durante algo más de cuatro años, desde principios del 98 hasta mediados del 2002, en el anterior periodo de sequía que afectó a la cuenca del Ebro. El nivel piezométrico se situó cuatro metros por debajo del que mantiene actualmente. Ahora, señalan los expertos, se mantiene, pero experimenta un acusado descenso.
Omedas y Galván insisten en la necesidad de diferenciar entre sequía --escasez de precipitaciones-- y aridez. Ésta, frecuente en el triángulo geográfico que tiene sus vértices en Zaragoza, Alcañiz y Lérida, se produce cuando el déficit hídrico es estructural.
Los expertos añaden a los problemas cuantitativos de suministro que se dan en la montaña, por la sequedad de los pozos, los cualitativos que pueden aparecer en el llano para los municipios que captan sus aguas de los ríos --hay varios en la Ribera Baja-- si se producen descensos de caudal, ya que la lámina circulante puede resultar insuficiente para neutralizar posibles vertidos.
Paralelamente, destacan una tendencia cada vez más frecuente en las cuencas del norte de España: sustituir las pequeñas captaciones desde las que se suministran los pueblos por abastecimientos mancomunados que permiten incrementar el nivel de garantía de las demandas. La CHE ha abierto algunas líneas de trabajo en este sentido, como los proyectos del Guadalope o de Lérida y su comarca.
CARTA A LA MINISTRA Por otro lado, el consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, ha propuesto a la ministra del ramo, Cristina Narbona, establecer un convenio entre el Gobierno central y la DGA para ejecutar las depuradoras de las cabeceras de los ríos pirenaicos --competencia de Madrid-- y construir los abastecimientos pendientes en núcleos pirenaicos --iniciados por el último Ejecutivo de Aznar y paralizados por el primero de Zapatero--.
Boné le recuerda a Narbona que 252 núcleos del Pirineo aragonés "sufren problemas de abastecimiento durante situaciones de sequía". También, que la falta de depuradoras en la montaña "causa importantes afecciones ambientales durante el periodo estival, fechas en las que aumenta la población estacional y disminuyen los caudales".
La escasez de precipitaciones comenzó a tener efectos sobre los pozos y manantiales a finales del 2004. El año pasado provocó problemas de suministro en localidades de montaña, básicamente del Pirineo, que se generalizaron a partir de la primavera. Durante el verano, según indica el borrador del Informe sobre la sequía
que está elaborando el Ministerio de Medio Ambiente, casi 120 poblaciones pirenaicas sufrieron restricciones y la mitad de ellas tuvieron que recibir agua en cisternas para poder mantener el servicio a los vecinos. Paradójicamente, la situación fue especialmente crítica en el Sobrarbe y la Ribagorza, las dos comarcas que, proporcionalmente, soportan una mayor superficie de terreno inundado de toda Europa. Este año, el panorama amenaza con empeorar en el Pirineo y con comenzar a deteriorarse en los territorios aragoneses situados al sur del Ebro.
EVOLUCIÓN "Los acuíferos soportan sin demasiados problemas el primer año de escasez. El segundo, los de montaña, que suelen ser de poco espesor, lo acusan. Y el tercero, entran en crisis los acuíferos profundos", explican Manuel Omedas y Rogelio Galván, director de la Oficina de Planificación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y responsable de los asuntos relacionados con la sequía en el mismo organismo, respectivamente. "Los profundos se mantienen en niveles medios de reservas en la actualidad, pero los de poco espesor han entrado ya en una fase crítica", explican. "Este año puede comenzar a haber problemas de abastecimiento urbano en la margen derecha, donde muchos municipios beben agua de pozos", añaden.
Los datos corroboran su versión. Por ejemplo, el nivel del acuífero de Alconchel de Ariza, en el Alto Jalón, ha descendido tres metros en apenas un año y medio, desde que comenzó la escasez de precipitaciones a finales del 2004. El último bajón acusado fue de ocho metros, aunque se prolongó durante algo más de cuatro años, desde principios del 98 hasta mediados del 2002, en el anterior periodo de sequía que afectó a la cuenca del Ebro. El nivel piezométrico se situó cuatro metros por debajo del que mantiene actualmente. Ahora, señalan los expertos, se mantiene, pero experimenta un acusado descenso.
Omedas y Galván insisten en la necesidad de diferenciar entre sequía --escasez de precipitaciones-- y aridez. Ésta, frecuente en el triángulo geográfico que tiene sus vértices en Zaragoza, Alcañiz y Lérida, se produce cuando el déficit hídrico es estructural.
Los expertos añaden a los problemas cuantitativos de suministro que se dan en la montaña, por la sequedad de los pozos, los cualitativos que pueden aparecer en el llano para los municipios que captan sus aguas de los ríos --hay varios en la Ribera Baja-- si se producen descensos de caudal, ya que la lámina circulante puede resultar insuficiente para neutralizar posibles vertidos.
Paralelamente, destacan una tendencia cada vez más frecuente en las cuencas del norte de España: sustituir las pequeñas captaciones desde las que se suministran los pueblos por abastecimientos mancomunados que permiten incrementar el nivel de garantía de las demandas. La CHE ha abierto algunas líneas de trabajo en este sentido, como los proyectos del Guadalope o de Lérida y su comarca.
CARTA A LA MINISTRA Por otro lado, el consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, ha propuesto a la ministra del ramo, Cristina Narbona, establecer un convenio entre el Gobierno central y la DGA para ejecutar las depuradoras de las cabeceras de los ríos pirenaicos --competencia de Madrid-- y construir los abastecimientos pendientes en núcleos pirenaicos --iniciados por el último Ejecutivo de Aznar y paralizados por el primero de Zapatero--.
Boné le recuerda a Narbona que 252 núcleos del Pirineo aragonés "sufren problemas de abastecimiento durante situaciones de sequía". También, que la falta de depuradoras en la montaña "causa importantes afecciones ambientales durante el periodo estival, fechas en las que aumenta la población estacional y disminuyen los caudales".