Una plaga de sesenta millones de medusas invade el Mar Menor, según un buque de investigación científica
Mié, 02/08/2006
Más de 60 millones de medusas, de tres especies diferentes, pueblan las aguas del Mar Menor, según una estimación realizada por el Oceana Ranger, un catamarán propiedad de una empresa dedicada a la investigación y conservación de los hábitats oceánicos, que se encuentra estos días en el litoral murciano.
El director del Oceana Ranger en Europa y ex presidente de Greenpeace en España, Xavier Pastor, ha manifestado a este periódico que «han llegado a ver más de 9 medusas por metro cuadrado, la mayor concentración de todo el Mediterráneo». «Prácticamente no hay un lugar en el que miremos que no haya algún ejemplar», matizó Pastor, quien apuntó que la cifra aportada en su estudio ha sido confirmada y consensuada con el director del Centro Oceanográfico de Murcia, Julio Mas.
Tras su paso por aguas francesas e italianas, el Oceana Ranger llegó al Mar Menor con el objetivo de documentar y filmar su flora y fauna. Biólogos marinos, apoyados por camarógrafos y fotógrafos, se vieron rodeados de medusas en su primera inmersión por lo que, según Pastor «extrañados por el fenómeno, quisimos investigar en profundidad el hecho».
En su investigación, tres especies diferentes de medusas conviven en aguas del espacio natural Mar Menor. Las más abundantes son las medusas pulmón (Rhizostoma pulmo), y la huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), totalmente inofensivas ambas, ya que sus células urticantes no pueden atravesar la piel.
La primera de ellas es en forma de campana con 8 brazos, mide unos 90 centímetros y es de un color blanco con reflejos irisados azul. La según variedad es plana, con abultamientos en el centro, mide hasta 40 centímetros y tiene una coloración pardo-anaranjada. Ambas especies aparecen a finales de verano hasta otoño. Xavier Pardo manifestó que «no son las más peligrosas, pican muy poco, sólo los ejemplares grandes pueden llegar a provocar un ligero picor».
El tercer tipo de medusa encontrada es la conocida en las zonas de baño como acalefo luminoso (Pelagia noctiluca). Puede provocar fuertes hinchazones, escozores y reacciones alérgicas por sus potentes células urticantes. Es la que en menor proporción se ha reconocido en las investigaciones del Oceana Ranger, ya que su presencia es frecuente fuera del Mar Menor, según Pardo.
Las causas de esta invasión se desconocen; no obstante, Xavier Pardo ha matizado que «los factores que pueden provocar esta ocupación se encuentran en el aumento progresivo de la temperatura del agua debido al cambio climático, a la disminución de depredadores por la sobrepesca, la alta salinidad y al aporte de nutrientes procedentes de los residuos que «la agricultura y las urbanizaciones cercanas producen», declaró Pastor.
Estos animales viven normalmente en alta mar, lejos de las zonas costeras, donde el agua es más salina y más cálida. La razón por la que se acercan a las costas se produce cuando el agua más cercana al litoral, que es la más fría y menos salina, deja de actuar como barrera por el cambio climático. El Mar Menor, al no tener casi aportes hídricos, su salinidad aumenta un 40% más con respecto al Mediterráneo, y si a ello le sumamos su alta temperatura, dos o tres grados más que en otras zonas, la proliferación de estos ejemplares está garantizada.
Menos depredadores
Otros factores que Xavier Pastor apuntó son «las corrientes marinas y la disminución de algunos de los depredadores de esta especie a causa de sus sobreexplotación. Las capturas accidentales de ejemplares como el pez luna (Mola mola), los peces ballesta (Balistes sp), algunas tortugas marinas, como la tortura laúd, e incluso algunas especies de crustáceos, provoca de la misma forma el aumento del número de medusas.
Las soluciones que aporta Pastor son, entre otras, reducir la sobrepesca para intentar recuperar el ecosistema y así que los depredadores puedan volver a esta zona. Impedir los desechos de los vertidos de las depuradoras y de la industria es otro de los remedios que aporta este experto en Oceanografía. Y, como último requisito, recalcó la necesidad de reducir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera.
La captura de ejemplares con redes durante los meses de verano por la Administración y los propios pescadores sólo son soluciones temporales, que no consiguen terminar por completo con esta especie.
El director del Oceana Ranger en Europa y ex presidente de Greenpeace en España, Xavier Pastor, ha manifestado a este periódico que «han llegado a ver más de 9 medusas por metro cuadrado, la mayor concentración de todo el Mediterráneo». «Prácticamente no hay un lugar en el que miremos que no haya algún ejemplar», matizó Pastor, quien apuntó que la cifra aportada en su estudio ha sido confirmada y consensuada con el director del Centro Oceanográfico de Murcia, Julio Mas.
Tras su paso por aguas francesas e italianas, el Oceana Ranger llegó al Mar Menor con el objetivo de documentar y filmar su flora y fauna. Biólogos marinos, apoyados por camarógrafos y fotógrafos, se vieron rodeados de medusas en su primera inmersión por lo que, según Pastor «extrañados por el fenómeno, quisimos investigar en profundidad el hecho».
En su investigación, tres especies diferentes de medusas conviven en aguas del espacio natural Mar Menor. Las más abundantes son las medusas pulmón (Rhizostoma pulmo), y la huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), totalmente inofensivas ambas, ya que sus células urticantes no pueden atravesar la piel.
La primera de ellas es en forma de campana con 8 brazos, mide unos 90 centímetros y es de un color blanco con reflejos irisados azul. La según variedad es plana, con abultamientos en el centro, mide hasta 40 centímetros y tiene una coloración pardo-anaranjada. Ambas especies aparecen a finales de verano hasta otoño. Xavier Pardo manifestó que «no son las más peligrosas, pican muy poco, sólo los ejemplares grandes pueden llegar a provocar un ligero picor».
El tercer tipo de medusa encontrada es la conocida en las zonas de baño como acalefo luminoso (Pelagia noctiluca). Puede provocar fuertes hinchazones, escozores y reacciones alérgicas por sus potentes células urticantes. Es la que en menor proporción se ha reconocido en las investigaciones del Oceana Ranger, ya que su presencia es frecuente fuera del Mar Menor, según Pardo.
Las causas de esta invasión se desconocen; no obstante, Xavier Pardo ha matizado que «los factores que pueden provocar esta ocupación se encuentran en el aumento progresivo de la temperatura del agua debido al cambio climático, a la disminución de depredadores por la sobrepesca, la alta salinidad y al aporte de nutrientes procedentes de los residuos que «la agricultura y las urbanizaciones cercanas producen», declaró Pastor.
Estos animales viven normalmente en alta mar, lejos de las zonas costeras, donde el agua es más salina y más cálida. La razón por la que se acercan a las costas se produce cuando el agua más cercana al litoral, que es la más fría y menos salina, deja de actuar como barrera por el cambio climático. El Mar Menor, al no tener casi aportes hídricos, su salinidad aumenta un 40% más con respecto al Mediterráneo, y si a ello le sumamos su alta temperatura, dos o tres grados más que en otras zonas, la proliferación de estos ejemplares está garantizada.
Menos depredadores
Otros factores que Xavier Pastor apuntó son «las corrientes marinas y la disminución de algunos de los depredadores de esta especie a causa de sus sobreexplotación. Las capturas accidentales de ejemplares como el pez luna (Mola mola), los peces ballesta (Balistes sp), algunas tortugas marinas, como la tortura laúd, e incluso algunas especies de crustáceos, provoca de la misma forma el aumento del número de medusas.
Las soluciones que aporta Pastor son, entre otras, reducir la sobrepesca para intentar recuperar el ecosistema y así que los depredadores puedan volver a esta zona. Impedir los desechos de los vertidos de las depuradoras y de la industria es otro de los remedios que aporta este experto en Oceanografía. Y, como último requisito, recalcó la necesidad de reducir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera.
La captura de ejemplares con redes durante los meses de verano por la Administración y los propios pescadores sólo son soluciones temporales, que no consiguen terminar por completo con esta especie.