Un informe de Adena pone a España como ejemplo de mala gestión del agua
Jue, 17/08/2006
Recomienda a toda Europa que modernice sus infraestructuras y canalizaciones Por una vez no hay diferencias entre países del primer y del tercer mundo. Unos y otros son vulnerables a la crisis mundial del agua y, aunque de distinta forma, todos sufren problemas como la sobreexplotación de recursos, la contaminación de fuentes hídricas, y las alteraciones climáticas que agudizan los períodos de sequía. Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF/Adena) repasa las amenazas que se ciernen sobre las masas de agua del mundo rico, y dedica un capítulo especial a España como ejemplo de la mala gestión del agua. Resalta de la labor en la Península la proliferación de embalses y obras reguladoras que no solucionan la escasez hídrica crónica en gran parte del territorio. Sobre España, el informe también señala que es uno de los países europeos con mayores déficits de agua, una demanda creciente por la expansión de la agricultura de regadío, el turismo y el urbanismo incontrolado, y la demostración palpable, a juicio de WWF/Adena, de que las presas, embalses, trasvases y demás obras hidráulicas no son la solución. España tiene 1.300 embalses -uno de los cinco países con mayor número per cápita del mundo- y cuenta con un gran trasvase hídrico, el Tajo-Segura, ahora afectado por la sequía, que «no han logrado los objetivos previstos» y «han fallado en términos ambientales, económicos y sociales», señala el estudio. El capítulo español, elaborado por Guido Schmidt, se congratula de la derogación del trasvase del Ebro proyectado por el anterior gobierno del PP, que supone un giro en la política hidrológica del país y «abre una oportunidad de evolucionar hacia una nueva cultura del agua», más centrada en la gestión, la reutilización de los recursos y la contención de la demanda. Para España y el resto de países ricos, la organización ecologista aconseja modernizar las infraestructuras y redes de abastecimiento obsoletas, reparar fugas, reducir la contaminación de las aguas, mejorar la participación ciudadana en la gestión hídrica y respetar los caudales ambientales de los ríos como garantía de supervivencia. Y recomienda, de forma especial, cambiar los modos de regadío y endurecer las condiciones de uso del agua en la agricultura -cerca del 80% del consumo total-, que los agricultores pagan «muy por debajo» de su coste real. Países ricos, pobres en agua se publica a las puertas de la Semana Mundial del Agua (22 al 26 de agosto) y recuerda que el despilfarro es sólo uno de los factores que confluyen en la pobreza hídrica de los países desarrollados (un subsahariano consume de media entre 10 y 20 litros de agua al día, frente a los 350 litros per cápita en EE.?UU.), pero operan muchos más.