Uno de cada tres habitantes del mundo es ya víctima de la escasez de agua
Mar, 22/08/2006
Un tercio de la población mundial sufre, hoy, las consecuencias de vivir con una cantidad insuficiente de agua, porcentaje que ningún experto esperaba alcanzar hasta el año 2025.
El alarmante hallazgo fue anunciado ayer en Estocolmo, donde se celebra la Semana Mundial del Agua, por representantes de un panel de setecientos expertos internacionales que llevan cinco años valorando la forma en que se gestiona el agua en el mundo, especialmente en la agricultura.
«Las peores predicciones que teníamos hasta ahora nos decían que una de cada tres personas en el mundo se verían afectadas por la escasez de agua en 2025», aseguró ayer Frank Rijsberman, director general del Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI). Sin embargo, ya en 2005 se alcanzó esta cifra. «Nuestros resultados -explicó el experto- muestran que un cuarto de la población mundial vive actualmente en cuencas fluviales en las que el agua es físicamente escasa, los recursos se sobreutilizan y la población se ve afectada por las consecuencias ambientales que acarrea la disminución del nivel de las aguas subterráneas, entre ellas ríos que se secan antes de llegar al mar». Según Rijsberman, otros mil millones de personas viven en cuencas donde sí existe agua, «pero las infraestructuras no son suficientes para hacer que este agua llegue hasta la población».
El acceso a una fuente de agua potable se considera como un paso clave para sacar de la miseria a 800 millones de personas en todo el mundo, personas que viven y dependen de unos ríos, lagos y otros acuíferos que están desapareciendo debido a múltiples razones, entre ellas la mala gestión y la contaminación de los mismos.
Según los expertos, la agricultura usa setenta veces más agua que la necesaria para beber, lavarse y otras necesidades domésticas, hasta el punto de que cada caloría consumida como alimento requiere cerca de un litro de agua para producirlo. Para hacer frente a esta situación, el mundo tiene tres alternativas. En palabras de David Molden, que lidera el panel de 700 expertos, «se puede dedicar más agua aún a la agricultura», construyendo más presas, con un mayor coste ambiental; o aumentar los cultivos en los lugares donde llueve, a costa de una «deforestación masiva»; «o aprovechar mejor el agua que ya estamos utilizando».
El alarmante hallazgo fue anunciado ayer en Estocolmo, donde se celebra la Semana Mundial del Agua, por representantes de un panel de setecientos expertos internacionales que llevan cinco años valorando la forma en que se gestiona el agua en el mundo, especialmente en la agricultura.
«Las peores predicciones que teníamos hasta ahora nos decían que una de cada tres personas en el mundo se verían afectadas por la escasez de agua en 2025», aseguró ayer Frank Rijsberman, director general del Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI). Sin embargo, ya en 2005 se alcanzó esta cifra. «Nuestros resultados -explicó el experto- muestran que un cuarto de la población mundial vive actualmente en cuencas fluviales en las que el agua es físicamente escasa, los recursos se sobreutilizan y la población se ve afectada por las consecuencias ambientales que acarrea la disminución del nivel de las aguas subterráneas, entre ellas ríos que se secan antes de llegar al mar». Según Rijsberman, otros mil millones de personas viven en cuencas donde sí existe agua, «pero las infraestructuras no son suficientes para hacer que este agua llegue hasta la población».
El acceso a una fuente de agua potable se considera como un paso clave para sacar de la miseria a 800 millones de personas en todo el mundo, personas que viven y dependen de unos ríos, lagos y otros acuíferos que están desapareciendo debido a múltiples razones, entre ellas la mala gestión y la contaminación de los mismos.
Según los expertos, la agricultura usa setenta veces más agua que la necesaria para beber, lavarse y otras necesidades domésticas, hasta el punto de que cada caloría consumida como alimento requiere cerca de un litro de agua para producirlo. Para hacer frente a esta situación, el mundo tiene tres alternativas. En palabras de David Molden, que lidera el panel de 700 expertos, «se puede dedicar más agua aún a la agricultura», construyendo más presas, con un mayor coste ambiental; o aumentar los cultivos en los lugares donde llueve, a costa de una «deforestación masiva»; «o aprovechar mejor el agua que ya estamos utilizando».