'No hay menos agua, se debe gestionar mejor'

Vie, 10/11/2006

El País

El británico Kevin Watkins ha encabezado la intrincada elaboración del Informe de Desarrollo Humano (IDH) 2006. Estuvo recientemente en Madrid para celebrar el 50º aniversario de Intermón Oxfam, organización para la que trabajó durante 13 años como responsable del programa de investigación de Reino Unido.
Pregunta. ¿Por qué el IDH 2006 se ha dedicado al problema del agua?
Respuesta. Ya lo dice el Corán: 'A partir del agua dimos vida a todas las cosas'. El agua es vida, es la cosa más básica para el ser humano. Si no tienes acceso al agua limpia, enfermas. Al estar enfermo, no puedes ir a trabajar, ir al colegio a estudiar. En los países desarrollados, el agua está cerca. Cuando necesitas beber, vas al grifo y te sirves un vaso. Cuando necesitas lavarte, abres la ducha, que está en tu propia casa. Pero en muchos países pobres, mujeres y niños, casi siempre niñas, caminan horas para llevar agua a sus hogares. En ese tiempo, no pueden trabajar ni ir a la escuela, y eso, por supuesto, será una traba para el desarrollo futuro de esas regiones.
P. ¿Cuál es el coste de esta carencia de agua limpia y de saneamientos en estos países?
R. Calculamos que en el África subsahariana, como mínimo el 5% del producto interior bruto. En los países en desarrollo, el agua sucia causa diarreas y eso es lo que mata a más niños, 1,8 millones cada año. Me pregunto cuántos niños mueren en Europa de diarrea, pero debe de estar en torno a cero. Salvar vidas es la mejor educación que se puede dar. La inversión en la mejora de los recursos de agua y de saneamientos tiene un potencial de retorno muy importante, porque evita gastos en sanidad e impulsa la educación: los niños pueden ir a estudiar porque no enferman. Y, cuando hay letrinas separadas para niños y niñas en los colegios, está demostrado que ellas acuden más a la escuela; en caso contrario dejan de ir.
P. ¿Cómo gestionan el agua los diferentes países?
R. En algunos se están haciendo grandes progresos, como en Suráfrica, Brasil, y en algunas zonas de India y China. En otros, sobre todo en África subsahariana y el sur de Asia, el impulso está siendo muy deficiente y la gestión muy poco eficiente. Las personas que viven en grandes barriadas de chabolas tienen que comprar el agua a compañías privadas a un precio muy superior al que pagan quienes viven en los barrios del centro. En Kibera, un suburbio de Nairobi donde viven 800.000 personas, el agua tiene un precio ocho veces superior al de los barrios altos. La necesidad básica es de 20 litros por persona al día. En estas zonas, usan entre 10 y 15 de agua muchas veces infectada.
P. ¿Los países desarrollados presionan y ayudan lo suficiente?
R. Las naciones ricas hablan mucho pero hacen poco. Ha habido una gran presión para la privatización del agua. Por ejemplo España ha presionado para ello en Chile y Bolivia, donde los sistemas públicos de distribución de agua no funcionaban, no se realizaban inversiones ni modernizaciones en la red. Con la privatización esto ha mejorado, pero la población más pobre no tiene dinero para pagar el acceso al agua, y al final acaban pagándola más cara. Esta paradoja sólo se puede evitar con voluntad política, como se ha hecho en Chile, donde el Gobierno ha subvencionado la llegada del agua a los barrios pobres.
P. ¿Cuáles son las posibles soluciones para este problema?
R. No puede haber un único plan para un problema tan diverso. Deberían tenerse en cuenta tres principios básicos. Primero, que todo gobierno debe tener una legislación que incluya el agua como un derecho humano fundamental y universal. Segundo, los donantes internacionales deben aumentar al doble sus contribuciones para que se alcancen los Objetivos de Desarrollo del Milenio respecto al agua y el saneamiento en todas las zonas del mundo. Y, tercero, es un problema global que debe tener una solución global. Hemos calculado que serían necesarios 10.000 millones de dólares [unos 7.800 millones de euros] al año durante una década, una cifra que no es muy ambiciosa teniendo en cuenta el gasto global en armamento, pero que significa duplicar las cantidades actualmente asignadas a este punto en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
P. ¿Cuáles son los usos a evitar para no agravar el problema?
R. En algunos países hay carestía porque no gestionan el agua como un bien común. Y no sólo en zonas desérticas: en algunos lugares el agua se aprovecha al máximo y hay para la mayoría. Sin embargo, en algunos países ricos, como España, se fomenta el regadío en zonas donde no llueve casi nunca, lo que quita recursos hídricos para la población o para otros cultivos más adecuados. Y luego se habla con demasiado alarmismo de la carestía del agua, como si fuera parecido a las teorías maltusianas de los alimentos y la población, que ésta aumenta y cada vez hay menos alimentos. No hay menos agua, es que se debe gestionar mejor. Si bajas demasiado los precios, fomentas su consumo. Es como si vendieras los Porsche a cien euros: no quedaría ninguno en el mercado.