La ONU fija en 20 litros por persona y día el 'derecho mínimo' de agua
Vie, 10/11/2006
La ONU advierte de las consecuencias económicas y sociales que se derivan de la crisis mundial del agua, un bien preciado y escaso que ya ha entrado a ponderar el Indice de Desarrollo Humano.
20 litros por persona es el derecho mínimo.
Tino Fernández. Madrid
Sesenta litros de agua por persona. Esta es la cantidad que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, establecía como tope hace unos días para gravar el consumo en España.
La cuota Narbona no parece muy generosa en un país desarrollado, sobre todo si se tiene en cuenta que el último Informe sobre Desarrollo Humano publicado ayer por la ONU dedicado al acceso al agua limpia y a la capacidad de las sociedades para aprovechar el potencial del líquido elemento como recurso productivo hace un llamamiento para que se reconozca el acceso a 20 litros de agua limpia por persona y día como un derecho humano.
Esta cantidad, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), debería ser gratuita para aquellos que carecen de recursos suficientes para pagarla.
El informe exige una cooperación internacional que permita garantizar el acceso al agua segura, un objetivo que haría posible que, en 2025, más de 3.000 millones de personas puedan vivir en países que no sufran este problema.
El Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) de 2006 recuerda que 1.100 millones de personas carecen de acceso al agua, y 2.600 millones no disponen de servicios mínimos de saneamiento. Añade que cuanto mayor es el nivel de pobreza, más se debe pagar por este bien escaso e imprescindible.
Así, el 20% de los hogares más pobres de El Salvador, Jamaica y Nicaragua gastan en promedio más del 10% de sus ingresos en agua, mientras que los británicos consideran que gastar en esto un 3% de los ingresos familiares supone estar en el umbral de unas condiciones de vida 'difíciles'.
Además, el IDH de 2006 señala las disparidades de precios que se pagan por el agua, y asegura que las personas que viven en los barrios pobres urbanos suelen pagar entre 5 y 10 veces más por cada litro que los habitantes de las áreas de ingresos altos.
La desigualdad ha hecho surgir a los 'señores del agua', una nueva figura que domina este mercado en determinados países.
Sucede así en estados indios como el de Gujarat, donde la disminución de los niveles freáticos pone en peligro la vida de cientos de miles de personas vulnerables. Los grandes propietarios construyen pozos profundos que dejan sin agua a los pueblos vecinos, y así la revenden a precios elevados.
En otros lugares, los sistemas de tarifas desincentivan la conservación del agua y abaratan el coste para que las poblaciones más acomodadas puedan consumir aún más.
La privación de agua y saneamiento produce efectos multiplicadores, con costes extraordinarios para el desarrollo humano, como son las 4.900 muertes diarias infantiles a causa de la diarrea, que supone la población menor de 5 años de ciudades como Nueva York y Londres juntas. También se han de tener en cuenta las desventajas en el ciclo de la vida, que afectan a millones de personas, reducen las oportunidades educativas en la infancia y que conducen a la pobreza en la edad adulta.
La crisis del agua provoca que el Africa Subsahariana pierda aproximadamente un 5% anual del PIB, o alrededor de 28.400 millones anuales de dólares, una cifra que supera el total de la asistencia recibida y el alivio de la deuda de la región en 2003. Esto resulta especialmente triste si se tiene en cuenta que cada dólar invertido en el alivio de estos problemas puede crear otros 8 dólares en reducción de costes y en aumento de la productividad.
El PNUD considera básico que los gobiernos inviertan un 1% del PIB en agua y saneamiento. Frente a esta demanda, en países como Etiopía el presupuesto militar es 10 veces superior al que se dedica a hacer del agua un derecho humano, no sólo de palabra.
En Pakistán el gasto militar es 47 veces superior. Además, la desigualdad también se muestra en las infraestructuras y la capacidad de almacenamiento: mientras que Estados Unidos (número 8 en el IDH) almacena 6.000 metros cúbicos de agua por persona, Etiopía (número 170) sólo recoge 43.
20 litros por persona es el derecho mínimo.
Tino Fernández. Madrid
Sesenta litros de agua por persona. Esta es la cantidad que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, establecía como tope hace unos días para gravar el consumo en España.
La cuota Narbona no parece muy generosa en un país desarrollado, sobre todo si se tiene en cuenta que el último Informe sobre Desarrollo Humano publicado ayer por la ONU dedicado al acceso al agua limpia y a la capacidad de las sociedades para aprovechar el potencial del líquido elemento como recurso productivo hace un llamamiento para que se reconozca el acceso a 20 litros de agua limpia por persona y día como un derecho humano.
Esta cantidad, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), debería ser gratuita para aquellos que carecen de recursos suficientes para pagarla.
El informe exige una cooperación internacional que permita garantizar el acceso al agua segura, un objetivo que haría posible que, en 2025, más de 3.000 millones de personas puedan vivir en países que no sufran este problema.
El Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) de 2006 recuerda que 1.100 millones de personas carecen de acceso al agua, y 2.600 millones no disponen de servicios mínimos de saneamiento. Añade que cuanto mayor es el nivel de pobreza, más se debe pagar por este bien escaso e imprescindible.
Así, el 20% de los hogares más pobres de El Salvador, Jamaica y Nicaragua gastan en promedio más del 10% de sus ingresos en agua, mientras que los británicos consideran que gastar en esto un 3% de los ingresos familiares supone estar en el umbral de unas condiciones de vida 'difíciles'.
Además, el IDH de 2006 señala las disparidades de precios que se pagan por el agua, y asegura que las personas que viven en los barrios pobres urbanos suelen pagar entre 5 y 10 veces más por cada litro que los habitantes de las áreas de ingresos altos.
La desigualdad ha hecho surgir a los 'señores del agua', una nueva figura que domina este mercado en determinados países.
Sucede así en estados indios como el de Gujarat, donde la disminución de los niveles freáticos pone en peligro la vida de cientos de miles de personas vulnerables. Los grandes propietarios construyen pozos profundos que dejan sin agua a los pueblos vecinos, y así la revenden a precios elevados.
En otros lugares, los sistemas de tarifas desincentivan la conservación del agua y abaratan el coste para que las poblaciones más acomodadas puedan consumir aún más.
La privación de agua y saneamiento produce efectos multiplicadores, con costes extraordinarios para el desarrollo humano, como son las 4.900 muertes diarias infantiles a causa de la diarrea, que supone la población menor de 5 años de ciudades como Nueva York y Londres juntas. También se han de tener en cuenta las desventajas en el ciclo de la vida, que afectan a millones de personas, reducen las oportunidades educativas en la infancia y que conducen a la pobreza en la edad adulta.
La crisis del agua provoca que el Africa Subsahariana pierda aproximadamente un 5% anual del PIB, o alrededor de 28.400 millones anuales de dólares, una cifra que supera el total de la asistencia recibida y el alivio de la deuda de la región en 2003. Esto resulta especialmente triste si se tiene en cuenta que cada dólar invertido en el alivio de estos problemas puede crear otros 8 dólares en reducción de costes y en aumento de la productividad.
El PNUD considera básico que los gobiernos inviertan un 1% del PIB en agua y saneamiento. Frente a esta demanda, en países como Etiopía el presupuesto militar es 10 veces superior al que se dedica a hacer del agua un derecho humano, no sólo de palabra.
En Pakistán el gasto militar es 47 veces superior. Además, la desigualdad también se muestra en las infraestructuras y la capacidad de almacenamiento: mientras que Estados Unidos (número 8 en el IDH) almacena 6.000 metros cúbicos de agua por persona, Etiopía (número 170) sólo recoge 43.