Los regantes advierten que España no está preparada para el reto de los biocombustibles ante el cambio climático
Vie, 02/03/2007
(EUROPA PRESS) -
El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo, advirtió hoy que España no está preparada para afrontar el reto de los biocombustibles que plantea la nueva estrategia contra el cambio climático, ya que los cultivos energéticos (no alimentarios) que reciben ayudas a la retirada de tierras, presentan una escasa aceptación entre los agricultores debido a su baja rentabilidad. La 'Estrategia Española contra el Cambio Climático' contempla como objetivo que el 10% de los combustibles que consuma el sector transporte en 2020 sea bioetanol o biodiésel.
Del Campo, que participó en las jornadas conmemorativas del 150 aniversario del Canal de la Derecha del Delta del Ebro, apuntó que ni la superficie de cultivo en España de semillas oleaginosas (colza, girasol, soja) y las ricas en azúcares (remolacha, maíz), ni la tecnología industrial para mezclarlo con gasolina o gasóleo son "suficientes" para que se cumpla el objetivo propuesto en este documento estratégico.
En este sentido, el presidente de Fenacore recordó que el consumo de biocarburantes representó el 0,44 por ciento del mercado nacional de gasolinas y gasóleo en España, según la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), y de seguir la tendencia actual, apenas se superará el 1,7 por ciento del consumo total en 2010, ambas cifras muy lejanas de las propuestas para el horizonte 2020.
Del Campo se lamentó de que La 'Estrategia Española contra el Cambio Climático' -que establece una reducción del 65% al 37% en los incrementos de emisiones de gases de efectos invernadero en los sectores difusos- no recoja una valoración y cuantificación de la acción descontaminante que ejerce la agricultura de regadío sobre el medio ambiente, a través de la producción de biocombustibles, la aportación de oxígeno a la atmósfera, la reducción de la desertización o su actuación como auténticos sumideros de CO2 atmosférico. "¿Es racional que el que contamina pague y compre derechos de emisión y los que limpian de CO2 la atmósfera no sean debidamente compensados?", preguntó.
El responsable de los regantes señaló que uno de los principales objetivos de la Federación es fomentar el estudio de otras actividades complementarias, dentro de la generación de energía renovable, como podrían ser los biocarburantes y la energía fotovoltaica, contribuyendo así al doble objetivo de reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera y encontrar nuevas fuentes de ingresos para los agricultores.
Por otro lado, el presidente de la Federación Nacional advirtió que los efectos adversos derivados de un posible cambio climático, como son la agudización del carácter torrencial de los ríos y la prolongación de periodos secos, "podrán equilibrarse de una manera más óptima si se dispone de embalses suficientes que garanticen el suministro de agua en las cuencas hidrográficas deficitarias y permitan amortizar las costosas inversiones realizadas para modernizar los regadíos".
Del Campo advirtió que las condiciones naturales de pluviometría que obligaron a construir embalses hace 50 años se "recrudecerán" ante la posible llegada de un cambio climático en nuestro país, marcado por lluvias torrenciales y espaciadas en el tiempo, que extremarán inevitablemente el caudal de los ríos y las condiciones de sequía.
El presidente de los regantes se refirió a un informe reciente del Instituto Nacional de Meteorología, según el cual, para el último tercio del siglo se prevé una reducción de las lluvias en un 40% en la mitad sur del país y algo más pequeña en la mitad norte, que irá acompañada de una subida de las temperaturas de hasta ocho grados en el interior de la Península, lo que podría conducir a una desertización de nuestro clima.
Ante estas perspectivas, Del Campo insistió en la necesidad de "coger el toro por los cuernos" e impulsar definitivamente las obras contempladas en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y la realización de obras de regulación y trasvases que "permitan mitigar las consecuencias del cambio climático sobre las temperaturas, las precipitaciones, la salud de los españoles y, en definitiva, el futuro de sectores clave en la economía nacional como es el complejo agroalimentario que puede representar más de un 20% del PIB en algunas provincias españolas".
El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo, advirtió hoy que España no está preparada para afrontar el reto de los biocombustibles que plantea la nueva estrategia contra el cambio climático, ya que los cultivos energéticos (no alimentarios) que reciben ayudas a la retirada de tierras, presentan una escasa aceptación entre los agricultores debido a su baja rentabilidad. La 'Estrategia Española contra el Cambio Climático' contempla como objetivo que el 10% de los combustibles que consuma el sector transporte en 2020 sea bioetanol o biodiésel.
Del Campo, que participó en las jornadas conmemorativas del 150 aniversario del Canal de la Derecha del Delta del Ebro, apuntó que ni la superficie de cultivo en España de semillas oleaginosas (colza, girasol, soja) y las ricas en azúcares (remolacha, maíz), ni la tecnología industrial para mezclarlo con gasolina o gasóleo son "suficientes" para que se cumpla el objetivo propuesto en este documento estratégico.
En este sentido, el presidente de Fenacore recordó que el consumo de biocarburantes representó el 0,44 por ciento del mercado nacional de gasolinas y gasóleo en España, según la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), y de seguir la tendencia actual, apenas se superará el 1,7 por ciento del consumo total en 2010, ambas cifras muy lejanas de las propuestas para el horizonte 2020.
Del Campo se lamentó de que La 'Estrategia Española contra el Cambio Climático' -que establece una reducción del 65% al 37% en los incrementos de emisiones de gases de efectos invernadero en los sectores difusos- no recoja una valoración y cuantificación de la acción descontaminante que ejerce la agricultura de regadío sobre el medio ambiente, a través de la producción de biocombustibles, la aportación de oxígeno a la atmósfera, la reducción de la desertización o su actuación como auténticos sumideros de CO2 atmosférico. "¿Es racional que el que contamina pague y compre derechos de emisión y los que limpian de CO2 la atmósfera no sean debidamente compensados?", preguntó.
El responsable de los regantes señaló que uno de los principales objetivos de la Federación es fomentar el estudio de otras actividades complementarias, dentro de la generación de energía renovable, como podrían ser los biocarburantes y la energía fotovoltaica, contribuyendo así al doble objetivo de reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera y encontrar nuevas fuentes de ingresos para los agricultores.
Por otro lado, el presidente de la Federación Nacional advirtió que los efectos adversos derivados de un posible cambio climático, como son la agudización del carácter torrencial de los ríos y la prolongación de periodos secos, "podrán equilibrarse de una manera más óptima si se dispone de embalses suficientes que garanticen el suministro de agua en las cuencas hidrográficas deficitarias y permitan amortizar las costosas inversiones realizadas para modernizar los regadíos".
Del Campo advirtió que las condiciones naturales de pluviometría que obligaron a construir embalses hace 50 años se "recrudecerán" ante la posible llegada de un cambio climático en nuestro país, marcado por lluvias torrenciales y espaciadas en el tiempo, que extremarán inevitablemente el caudal de los ríos y las condiciones de sequía.
El presidente de los regantes se refirió a un informe reciente del Instituto Nacional de Meteorología, según el cual, para el último tercio del siglo se prevé una reducción de las lluvias en un 40% en la mitad sur del país y algo más pequeña en la mitad norte, que irá acompañada de una subida de las temperaturas de hasta ocho grados en el interior de la Península, lo que podría conducir a una desertización de nuestro clima.
Ante estas perspectivas, Del Campo insistió en la necesidad de "coger el toro por los cuernos" e impulsar definitivamente las obras contempladas en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y la realización de obras de regulación y trasvases que "permitan mitigar las consecuencias del cambio climático sobre las temperaturas, las precipitaciones, la salud de los españoles y, en definitiva, el futuro de sectores clave en la economía nacional como es el complejo agroalimentario que puede representar más de un 20% del PIB en algunas provincias españolas".