El 'gran asalto' a los ríos
Lun, 16/07/2007
Los domingueros también van a los ríos. Decenas de coches formaban ayer por la mañana una cola de unos 200 metros para entrar al paraje de La Pedriza, en el parque natural de la Cuenca Alta del Manzanares (Madrid). En uno de los tramos, donde la arena y las aguas del río forman una especie de playa diminuta, un grupo de casi un centenar de ecologistas se coló entre familias y pandillas de amigos para darse un baño. Este chapuzón no buscaba combatir el calor, sino la degradación de los cauces fluviales.
Al mismo tiempo, miles de personas se bañaron con idéntico objetivo en más de 80 ríos de Europa. Es el Big jump (Gran salto), una llamada de atención de varios grupos ecologistas a Gobiernos y ciudadanos para que se cumpla una directiva europea. Su objetivo: el buen estado de las aguas del continente en 2015.
Las del Manzanares, al menos en su parte alta, 'todavía son aceptables'. Lo dice Jesús Márquez, de la ONG WWF/Adena, una de las principales organizadoras del Gran salto en España. Junto al nacimiento, la vegetación es espesa, el agua transparente permite ver a los peces y, entre las rocas, el cauce forma pequeñas cascadas y pozas. Estas mismas aguas son muy distintas de las que llegan a Madrid unos 50 kilómetros al sur. 'Hay pozos ilegales, vertidos y graveras que hacen un terrible daño al río', cuenta Márquez.
El lugar del baño tampoco estaba exento de contaminación. Al llegar a La Pedriza, los ecologistas se asentaron en un tramo de unos 30 metros. En media hora llenaron una decena de bolsas con 'compresas, botellas, latas y todo tipo de guarrerías imaginables', relata Raúl Medel, uno de los voluntarios. Además, a menos de 50 metros del río, en medio del paraje natural, hay chiringuitos y viviendas que 'pueden perjudicar las aguas'.
Bajo un cartel con el eslogan 'Síguele la corriente al río', los ecologistas estuvieron toda la mañana informando y realizando actividades pedagógicas con niños. 'Como poco, habremos conseguido avergonzar a quien deja aquí sus porquerías', comentaba una voluntaria tras el chapuzón.
Los ecologistas estaban muy contentos con la participación. Adena ha organizado baños en ocho ríos de España, en los que calculan que han reunido a un millar de personas. Además, la Fundación Nueva Cultura del Agua de Cataluña proyectó la actividad en otros 14 ríos.
Uno de los cauces donde se hizo el salto fue el Guadalquivir. A su paso por Sevilla, las aguas tienen más o menos las mismas características que las del Manzanares cuando llegan a Madrid. Por eso los voluntarios de Adena sustituyeron el baño por un paseo en hidropedal. 'Yo no me meto ahí', aseguraba una portavoz de Adena.
La responsable del voluntariado de la organización, Belén Fernández, está a la espera de que esta semana se conozcan los datos de participación en toda Europa. Se muestra convencida de que se superará la cifra de bañistas del último chapuzón, en 2005. Entonces fueron 250.000 personas las que se metieron en ríos, lagos y lagunas de 22 países, según la European Rivers Network, organizadora de la actividad en el continente.
El próximo Gran salto será en 2009. Cada dos años habrá uno que tratará de reclamar la buena salud de los ríos hasta 2015, cuando la directiva europea del agua será la encargada de garantizar este estado óptimo. Entonces habrán pasado 20 años desde el primer chapuzón, protagonizado por el ecologista Roberto Epple, que convocó un baño reivindicativo en el río Loira (Francia).
Al mismo tiempo, miles de personas se bañaron con idéntico objetivo en más de 80 ríos de Europa. Es el Big jump (Gran salto), una llamada de atención de varios grupos ecologistas a Gobiernos y ciudadanos para que se cumpla una directiva europea. Su objetivo: el buen estado de las aguas del continente en 2015.
Las del Manzanares, al menos en su parte alta, 'todavía son aceptables'. Lo dice Jesús Márquez, de la ONG WWF/Adena, una de las principales organizadoras del Gran salto en España. Junto al nacimiento, la vegetación es espesa, el agua transparente permite ver a los peces y, entre las rocas, el cauce forma pequeñas cascadas y pozas. Estas mismas aguas son muy distintas de las que llegan a Madrid unos 50 kilómetros al sur. 'Hay pozos ilegales, vertidos y graveras que hacen un terrible daño al río', cuenta Márquez.
El lugar del baño tampoco estaba exento de contaminación. Al llegar a La Pedriza, los ecologistas se asentaron en un tramo de unos 30 metros. En media hora llenaron una decena de bolsas con 'compresas, botellas, latas y todo tipo de guarrerías imaginables', relata Raúl Medel, uno de los voluntarios. Además, a menos de 50 metros del río, en medio del paraje natural, hay chiringuitos y viviendas que 'pueden perjudicar las aguas'.
Bajo un cartel con el eslogan 'Síguele la corriente al río', los ecologistas estuvieron toda la mañana informando y realizando actividades pedagógicas con niños. 'Como poco, habremos conseguido avergonzar a quien deja aquí sus porquerías', comentaba una voluntaria tras el chapuzón.
Los ecologistas estaban muy contentos con la participación. Adena ha organizado baños en ocho ríos de España, en los que calculan que han reunido a un millar de personas. Además, la Fundación Nueva Cultura del Agua de Cataluña proyectó la actividad en otros 14 ríos.
Uno de los cauces donde se hizo el salto fue el Guadalquivir. A su paso por Sevilla, las aguas tienen más o menos las mismas características que las del Manzanares cuando llegan a Madrid. Por eso los voluntarios de Adena sustituyeron el baño por un paseo en hidropedal. 'Yo no me meto ahí', aseguraba una portavoz de Adena.
La responsable del voluntariado de la organización, Belén Fernández, está a la espera de que esta semana se conozcan los datos de participación en toda Europa. Se muestra convencida de que se superará la cifra de bañistas del último chapuzón, en 2005. Entonces fueron 250.000 personas las que se metieron en ríos, lagos y lagunas de 22 países, según la European Rivers Network, organizadora de la actividad en el continente.
El próximo Gran salto será en 2009. Cada dos años habrá uno que tratará de reclamar la buena salud de los ríos hasta 2015, cuando la directiva europea del agua será la encargada de garantizar este estado óptimo. Entonces habrán pasado 20 años desde el primer chapuzón, protagonizado por el ecologista Roberto Epple, que convocó un baño reivindicativo en el río Loira (Francia).