La sequía avanza en Aragón
Lun, 05/11/2007
Aragón se ha tomado en serio el clima.
Lo ha hecho porque de cómo se comporten las variables climáticas depende, como en cualquier otro territorio, su economía y su demografía. Aragón es una tierra de contrastes entre el centro social y económico que es Zaragoza y el resto de la región; y de contrastes también en lo climático, fruto de la combinación entre el clima mediterráneo y el continental, porque ambos se entremezclan entre sus fronteras. Si algo no necesita Aragón son fenómenos naturales que ahonden en el desequilibrio territorial que arrastra de forma creciente desde hace décadas. Y la meteorología también imprime su sello en este campo, como en la economía, al afectar a cuestiones tales como las actividades productivas en determinadas partes del territorio o las inversiones a realizar para paliar los efectos negativos de una mayor severidad climática. Por todo ello, y también porque se vive en un momento en el que el debate en torno al cambio climático se ha puesto de especial actualidad, esta Comunidad autónoma se ha lanzado a elaborar su propio Atlas Climático. Ya ha visto la luz, tras dos años de trabajos en los que han participado técnicos del Departamento de Medio Ambiente, de la Universidad de Zaragoza y un equipo de más de veinte científicos de diferentes universidades y organismos. Catorce millones de datos Entre las conclusiones que ha arrojado el estudio de más de 14 millones de datos tomados en fondos documentales y estaciones de observación, destaca uno de resumen: Aragón es una tierra cada vez más árida. La sequía avanza. En los últimos cincuenta años, la temperatura media ha subido entre medio grado y un grado, según zonas; y las lluvias han descendido de forma contundente, en algunas partes de Aragón más de un 30 por ciento. El resultado de conjunto es poco favorable: el 91 por ciento del territorio de esta Comunidad autónoma pierde más agua que la que recibe, son zonas de déficit en el denominado balance hídrico. Al aumentar las temperaturas medias, aumenta la capacidad de evaporación. Y, en ese 91 por ciento del territorio, acaba evaporándose más agua que la que cae del cielo en forma de lluvia. Precipitaciones a la baja Lógicamente, caben medidas para suplir ese déficit. Son las que viene utilizando el hombre a lo largo de la historia: embalses, pozos, canales de distribución... Pero lo que queda claro es que esa aridez intrínseca es cada vez mayor. La precipitación media anual en Aragón es de 548 litros por metro cuadrado. Pero, como toda media estadística, tiene sus desviaciones. Hay zonas en las que llueve más, pero hay otras muchas en las que llueve menos, mucho menos en algunos casos. De hecho, el 60 por ciento del mapa aragonés no llega a los 500 litros de precipitación media a lo largo del año. Poco más del 30 por ciento del territorio supera realmente los 548 litros por metro cuadrado. La parte más árida La zona más seca de Aragón es la franja que va del centro al oeste de Aragón, que abarca a áreas del entorno de la capital y espacios tradicionalmente áridos en su paisaje. En esas áreas la precipitación media no supera los 350 litros por metro cuadrado. En el extremo contrario están las zonas de montaña. Las más húmedas del Pirineo aragonés se acercan a los 2.000 litros por metro cuadrado y año. En la Cordillera Ibérica, hay áreas con valores medios de casi 1.000 litros por metro cuadrado y año. Eso sí, todos estos datos reflejan la secuencia climática de los últimos cincuenta años. Es un período demasiado corto para llegar a conclusiones definitivas sobre la evolución del clima. Los datos, eso sí, son a tener en cuenta. Pero la pregunta de qué va a pasar en el futuro es algo que no se puede contestar con este Atlas Climático de Aragón. Según indican los científicos, el futuro sólo se puede vislumbrar a través de otras herramientas matemáticas que permitan tener un modelo de predicción climática.
Lo ha hecho porque de cómo se comporten las variables climáticas depende, como en cualquier otro territorio, su economía y su demografía. Aragón es una tierra de contrastes entre el centro social y económico que es Zaragoza y el resto de la región; y de contrastes también en lo climático, fruto de la combinación entre el clima mediterráneo y el continental, porque ambos se entremezclan entre sus fronteras. Si algo no necesita Aragón son fenómenos naturales que ahonden en el desequilibrio territorial que arrastra de forma creciente desde hace décadas. Y la meteorología también imprime su sello en este campo, como en la economía, al afectar a cuestiones tales como las actividades productivas en determinadas partes del territorio o las inversiones a realizar para paliar los efectos negativos de una mayor severidad climática. Por todo ello, y también porque se vive en un momento en el que el debate en torno al cambio climático se ha puesto de especial actualidad, esta Comunidad autónoma se ha lanzado a elaborar su propio Atlas Climático. Ya ha visto la luz, tras dos años de trabajos en los que han participado técnicos del Departamento de Medio Ambiente, de la Universidad de Zaragoza y un equipo de más de veinte científicos de diferentes universidades y organismos. Catorce millones de datos Entre las conclusiones que ha arrojado el estudio de más de 14 millones de datos tomados en fondos documentales y estaciones de observación, destaca uno de resumen: Aragón es una tierra cada vez más árida. La sequía avanza. En los últimos cincuenta años, la temperatura media ha subido entre medio grado y un grado, según zonas; y las lluvias han descendido de forma contundente, en algunas partes de Aragón más de un 30 por ciento. El resultado de conjunto es poco favorable: el 91 por ciento del territorio de esta Comunidad autónoma pierde más agua que la que recibe, son zonas de déficit en el denominado balance hídrico. Al aumentar las temperaturas medias, aumenta la capacidad de evaporación. Y, en ese 91 por ciento del territorio, acaba evaporándose más agua que la que cae del cielo en forma de lluvia. Precipitaciones a la baja Lógicamente, caben medidas para suplir ese déficit. Son las que viene utilizando el hombre a lo largo de la historia: embalses, pozos, canales de distribución... Pero lo que queda claro es que esa aridez intrínseca es cada vez mayor. La precipitación media anual en Aragón es de 548 litros por metro cuadrado. Pero, como toda media estadística, tiene sus desviaciones. Hay zonas en las que llueve más, pero hay otras muchas en las que llueve menos, mucho menos en algunos casos. De hecho, el 60 por ciento del mapa aragonés no llega a los 500 litros de precipitación media a lo largo del año. Poco más del 30 por ciento del territorio supera realmente los 548 litros por metro cuadrado. La parte más árida La zona más seca de Aragón es la franja que va del centro al oeste de Aragón, que abarca a áreas del entorno de la capital y espacios tradicionalmente áridos en su paisaje. En esas áreas la precipitación media no supera los 350 litros por metro cuadrado. En el extremo contrario están las zonas de montaña. Las más húmedas del Pirineo aragonés se acercan a los 2.000 litros por metro cuadrado y año. En la Cordillera Ibérica, hay áreas con valores medios de casi 1.000 litros por metro cuadrado y año. Eso sí, todos estos datos reflejan la secuencia climática de los últimos cincuenta años. Es un período demasiado corto para llegar a conclusiones definitivas sobre la evolución del clima. Los datos, eso sí, son a tener en cuenta. Pero la pregunta de qué va a pasar en el futuro es algo que no se puede contestar con este Atlas Climático de Aragón. Según indican los científicos, el futuro sólo se puede vislumbrar a través de otras herramientas matemáticas que permitan tener un modelo de predicción climática.