63 millones de personas sufrirán escasez de agua en el Mediterráneo
Mar, 11/12/2007
La región mediterránea, zona que engloba a los 21 países ribereños, es una de las zonas del planeta más amenazadas por la desertificación. Ayer, expertos internacionales, reunidos en Valencia en un seminario organizado por la OSCE y la OTAN, alertaron de que a más desertificación, más escasez de agua, pobreza, migraciones, disputas y pérdida de vidas provocada por desastres naturales. 'Esta situación puede verse agravada en la cuenca mediterránea por los efectos del cambio climático. Sobre todo en la orilla este y sur de la región', dijo a modo de advertencia José Luis Rubio, director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación del CSIC -colaborador del seminario, con la Consejería de Medio Ambiente valenciana-. Rubio hizo una predicción: '63 millones de personas de la cuenca mediterránea estarán en 2025 por debajo de los 500 metros cúbicos por persona y año, que es el umbral establecido'.
El panorama no pinta bien y la tarea de concienciación, según se oyó ayer con insistencia en este foro, es grande. Henri-Luc Thibault, director del Plan Azul del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recordó, en referencia a los países de la cuenca mediterránea, que en 2025 se prevé que la población aumente en 100 millones de personas -la región tiene ahora unos 420 millones de habitantes-, que se concentrarán en un 95% en las orillas sur y este, y el 5% al norte de la cuenca. Unos 30 millones de estos nuevos habitantes se concentrarán en la costa. La región alberga además a un tercio del turismo mundial y va a más.
Por contra, en la segunda mitad del siglo XX, la demanda de agua se ha multiplicado por dos, sigue destinándose básicamente a usos agrícolas -la mitad en el norte que en el sur-, pero no se gestiona de manera eficiente, según Thibault. 'Un 40% del agua que se recoge se pierde debido al transporte y a las fugas', apostilló. El aumento de la presión demográfica elevará inevitablemente las necesidades de agua en 50 kilómetros cúbicos suplementarios, según el director del Plan Azul, en las próximas dos décadas. La demanda energética también crecerá, según los expertos, un 65% de media, disparándose a casi un 150% en el sur y este de la región, con una fuerte dependencia de combustibles fósiles. 'Esto no es sostenible', avisó Thibault, quien cifró en 245 millones las hectáreas amenazadas por la desertificación en los países ribereños del Mediterráneo.
El responsable del programa de Medio Ambiente de la ONU no quiso, pese a este diagnóstico tan poco reconfortante, cerrar la puerta a la esperanza. 'Hay soluciones', dijo pidiendo unas políticas más sostenibles que supongan ahorro de agua, disminución de emisiones de CO2 y un mejor uso de los recursos naturales. Thibault, al igual que otros ponentes, abogó por que todos estos mensajes salgan del círculo científico y sirvan para influir en la toma de decisiones políticas. En los pasillos del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, donde se celebra el seminario, José Luis Rubio habló de la importancia de la seguridad, no sólo referida a conflictos interregionales, sino también a los seres humanos. En ese contexto, el experto del CSIC recordó que las inundaciones, por ejemplo, han causado unos 2.000 muertos en España en los últimos 40 años.
El sellado del suelo, que crece a fuerte ritmo, empeora la situación, coincidieron los expertos. 'El uso insostenible del suelo produce desequilibrios importantes porque se compite por los mismos recursos al mismo tiempo y sobre el mismo espacio', advirtió el profesor de la BOKU de Viena Winfried E. H. Blum
El panorama no pinta bien y la tarea de concienciación, según se oyó ayer con insistencia en este foro, es grande. Henri-Luc Thibault, director del Plan Azul del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recordó, en referencia a los países de la cuenca mediterránea, que en 2025 se prevé que la población aumente en 100 millones de personas -la región tiene ahora unos 420 millones de habitantes-, que se concentrarán en un 95% en las orillas sur y este, y el 5% al norte de la cuenca. Unos 30 millones de estos nuevos habitantes se concentrarán en la costa. La región alberga además a un tercio del turismo mundial y va a más.
Por contra, en la segunda mitad del siglo XX, la demanda de agua se ha multiplicado por dos, sigue destinándose básicamente a usos agrícolas -la mitad en el norte que en el sur-, pero no se gestiona de manera eficiente, según Thibault. 'Un 40% del agua que se recoge se pierde debido al transporte y a las fugas', apostilló. El aumento de la presión demográfica elevará inevitablemente las necesidades de agua en 50 kilómetros cúbicos suplementarios, según el director del Plan Azul, en las próximas dos décadas. La demanda energética también crecerá, según los expertos, un 65% de media, disparándose a casi un 150% en el sur y este de la región, con una fuerte dependencia de combustibles fósiles. 'Esto no es sostenible', avisó Thibault, quien cifró en 245 millones las hectáreas amenazadas por la desertificación en los países ribereños del Mediterráneo.
El responsable del programa de Medio Ambiente de la ONU no quiso, pese a este diagnóstico tan poco reconfortante, cerrar la puerta a la esperanza. 'Hay soluciones', dijo pidiendo unas políticas más sostenibles que supongan ahorro de agua, disminución de emisiones de CO2 y un mejor uso de los recursos naturales. Thibault, al igual que otros ponentes, abogó por que todos estos mensajes salgan del círculo científico y sirvan para influir en la toma de decisiones políticas. En los pasillos del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, donde se celebra el seminario, José Luis Rubio habló de la importancia de la seguridad, no sólo referida a conflictos interregionales, sino también a los seres humanos. En ese contexto, el experto del CSIC recordó que las inundaciones, por ejemplo, han causado unos 2.000 muertos en España en los últimos 40 años.
El sellado del suelo, que crece a fuerte ritmo, empeora la situación, coincidieron los expertos. 'El uso insostenible del suelo produce desequilibrios importantes porque se compite por los mismos recursos al mismo tiempo y sobre el mismo espacio', advirtió el profesor de la BOKU de Viena Winfried E. H. Blum