El cambio climático dejará el Ebro con menos agua de la ya asignada
Dom, 14/09/2008
Los afluentes del Ebro experimentarán a lo largo del próximo siglo una reducción de caudales de entre el 10% y el 20% como consecuencia del cambio climático, según indican las conclusiones de un estudio elaborado por la Universidad de La Coruña para la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) e incluido en los trabajos previos del nuevo Plan Hidrológico. Ese descenso de los recursos disponibles hará que el Ebro sea incapaz de atender las demandas en años secos.
Los resultados del estudio muestran "una fuerte variabilidad espacio-temporal" en los efectos del cambio climático. Estos, indica, serán "más acusados en las cuencas de la margen derecha del Ebro, que ya en la actualidad presentan déficit hídricos, y en los estiajes".
La precipitación media anual en la cuenca se sitúa en 622 litros por metro cuadrado, aunque con oscilaciones que van de los 3.813 en algunas zonas de montaña a los apenas 100 del centro del valle.
En general, los estudios no apuntan a una tendencia descendente global en la cuenca del Ebro, aunque sí la han detectado en zonas concretas como el Jalón, cuyas aportaciones pueden llegar a reducirse en un 35% en los próximos 20 años, y en otras de la margen izquierda, como el Segre. También, según indica la Documentación Previa
del Plan Hidrológico del Ebro, "es apreciable una disminución del carácter nivopluvial de los ríos pirenaicos". Y, paralelamente, el incremento de las superficies forestales causa "ligeros descensos de la escorrentía en las cabeceras de los ríos". La reducción de las precipitaciones también tiene efectos en la recarga de los acuíferos, lo que, como consecuencia, recorta su aportación a los ríos y manantiales.
La demanda de agua superficial de la cuenca es de 8.024 hectómetros: 7.115 para el regadío, 418 para industria, 308 para abastecimiento y 182 para trasvasar. El todavía vigente Plan Hidrológico del Ebro preveía que en el 2016 los usos productivos requirieran otros 2.300, a los que hay que sumar otros 90 para consumo urbano tanto en la propia cuenca como en otras. Si se cumplen estas previsiones, 10.414 de los 13.869 hectómetros que anualmente lleva el Ebro en años medios --el 75%, que se reduce en épocas secas como la actual-- están adjudicados. Y falta determinar el caudal ambiental, que será "regulado con un mayor nivel de exigencia" que en la actualidad "en un contexto de descenso de las aportaciones naturales" en el que la reducción del recurso llegará en algunas cuencas incluso a superar esa horquilla del 25%. Es decir, que en años secos no habrá agua disponible para atender las demandas.
En este sentido, la Documentación Previa
del Plan Hidrológico del Ebro ya advierte que "cuando sean necesarias nuevas concesiones para la atención de las demandas sostenibles, su otorgamiento se condicionará a los objetivos medioambientales y al respeto de los caudales ecológicos, así como a la disponibilidad real de recursos y de regulaciones internas suficientes".
Los resultados del estudio muestran "una fuerte variabilidad espacio-temporal" en los efectos del cambio climático. Estos, indica, serán "más acusados en las cuencas de la margen derecha del Ebro, que ya en la actualidad presentan déficit hídricos, y en los estiajes".
La precipitación media anual en la cuenca se sitúa en 622 litros por metro cuadrado, aunque con oscilaciones que van de los 3.813 en algunas zonas de montaña a los apenas 100 del centro del valle.
En general, los estudios no apuntan a una tendencia descendente global en la cuenca del Ebro, aunque sí la han detectado en zonas concretas como el Jalón, cuyas aportaciones pueden llegar a reducirse en un 35% en los próximos 20 años, y en otras de la margen izquierda, como el Segre. También, según indica la Documentación Previa
del Plan Hidrológico del Ebro, "es apreciable una disminución del carácter nivopluvial de los ríos pirenaicos". Y, paralelamente, el incremento de las superficies forestales causa "ligeros descensos de la escorrentía en las cabeceras de los ríos". La reducción de las precipitaciones también tiene efectos en la recarga de los acuíferos, lo que, como consecuencia, recorta su aportación a los ríos y manantiales.
La demanda de agua superficial de la cuenca es de 8.024 hectómetros: 7.115 para el regadío, 418 para industria, 308 para abastecimiento y 182 para trasvasar. El todavía vigente Plan Hidrológico del Ebro preveía que en el 2016 los usos productivos requirieran otros 2.300, a los que hay que sumar otros 90 para consumo urbano tanto en la propia cuenca como en otras. Si se cumplen estas previsiones, 10.414 de los 13.869 hectómetros que anualmente lleva el Ebro en años medios --el 75%, que se reduce en épocas secas como la actual-- están adjudicados. Y falta determinar el caudal ambiental, que será "regulado con un mayor nivel de exigencia" que en la actualidad "en un contexto de descenso de las aportaciones naturales" en el que la reducción del recurso llegará en algunas cuencas incluso a superar esa horquilla del 25%. Es decir, que en años secos no habrá agua disponible para atender las demandas.
En este sentido, la Documentación Previa
del Plan Hidrológico del Ebro ya advierte que "cuando sean necesarias nuevas concesiones para la atención de las demandas sostenibles, su otorgamiento se condicionará a los objetivos medioambientales y al respeto de los caudales ecológicos, así como a la disponibilidad real de recursos y de regulaciones internas suficientes".