Unos 77 millones de latinoamericanos no tendrán agua por el cambio climático
Mié, 08/10/2008
Los países latinoamericanos serán unos de los principales paganos del cambio climático, a pesar de que estos Estados sólo emiten el 6% de los gases de efecto invernadero causantes del fenómeno, cerca de 77 millones de personas de estos territorios tendrán problemas para acceder al agua en el año 2020.
Ésta es tan sólo una de las conclusiones del informe elaborado por el Banco Mundial y presentado hoy por la vicepresidenta de esta entidad para América Latina y el Caribe, Pamela Cox, en el marco del Congreso Mundial de la Naturaleza, en el que ha alertado de que el
cambio climático tendrá consecuencias "devastadoras" no sólo para el medio ambiente y la economía de estos países, sino también para la salud de cientos de millones de personas.
Cox ha destacado la "vulnerabilidad" sobre todo de las zonas rurales (las más pobres y dependientes de la agricultura) y de las costas (ante el crecimiento del mar), y ha hecho especial hincapié en el problema derivado de la escasez de agua ya que el aumento de las temperaturas provocará el deshielo de los glaciares andinos (que podrían desaparecer en una década), de los que dependen numerosas comunidades y ciudades.
La representante del Banco Mundial ha puesto como ejemplo el riesgo que corre el abastecimiento de grandes capitales como Bogotá o Quito (ciudad esta última que se estima debería destinar 100 millones de dólares para garantizar en breve su suministro).
La falta de agua potable y el aumento de las temperaturas supondrán además una extensión de determinados enfermedades de tipo tropical, como la malaria, el paludismo (que tan sólo en Colombia ha pasado en dos décadas de 400 a 100.000 casos) o el dengue (en México, Brasil, Perú y Ecuador), y otras patologías infecciosas.
A todo ello, se suma el incremento de las catástrofes naturales: mayor intensidad de los grandes huracanes -como el Katrina-, cuya frecuencia aumentará (por cada grado de aumento de la temperatura se incrementarán en un 26%), provocando pérdidas multimillonarias
-difícilmente asumibles por países en desarrollo-, sin contar además con el coste en víctimas humanas que suelen conllevar.
Además, si continúa creciendo el nivel del mar, algunas ciudades ribereñas comenzarán a tener graves problemas, como la colombiana de Cartagena.
La vicepresidenta ha apuntado "lo cruel e irónico" que resulta que aquellos que no tienen casi ninguna responsabilidad en generar el problema sean al mismo tiempo los más vulnerables y lo que menos recursos tienen para adaptarse.
En este sentido, la alta producción de estos países de energía hidroeléctrica se verá repercutida por la falta de agua, y deberán destinar grandes inversiones a otro tipo de producción, una
renovación que además se produciría en un momento de crisis económica, que dificulta cualquier financiación local o internacional.
El informe destaca la repercusión que el aumento de las temperaturas y de los cambios de climatología pueden tener en biodiversidad de la región (donde se encuentran cinco de los diez
países con mayor variedad de fauna y flora del planeta, especialmente en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes).
También la "agonía" de los bosques tropicales (que podría disminuir hasta un 80 por ciento si las temperaturas suben entre 2 y 3 grados), la disminución de los arrecifes de coral en el Caribe, o
la desaparición -antes del 2050- de hasta el 25% de las especies de mamíferos de México.
Igualmente, el cambio climático tendrá un efecto directo en la economía agrícola de Latinoamérica, uno de los graneros del mundo, que verá cómo se reduce la superficie utilizable por determinados cultivos, con una pérdida de la producción (hasta el 80% en México) y, por consiguiente, de empleo.
Cox ha explicado que junto el Banco Mundial se están desarrollando políticas para combatir el calentamiento global por medio de una apuesta por la energía hidroeléctrica y el transporte
sostenible, así como por la producción de etanol a partir de la caña de azúcar, o la desalinización por medio de energía eólica.
Ésta es tan sólo una de las conclusiones del informe elaborado por el Banco Mundial y presentado hoy por la vicepresidenta de esta entidad para América Latina y el Caribe, Pamela Cox, en el marco del Congreso Mundial de la Naturaleza, en el que ha alertado de que el
cambio climático tendrá consecuencias "devastadoras" no sólo para el medio ambiente y la economía de estos países, sino también para la salud de cientos de millones de personas.
Cox ha destacado la "vulnerabilidad" sobre todo de las zonas rurales (las más pobres y dependientes de la agricultura) y de las costas (ante el crecimiento del mar), y ha hecho especial hincapié en el problema derivado de la escasez de agua ya que el aumento de las temperaturas provocará el deshielo de los glaciares andinos (que podrían desaparecer en una década), de los que dependen numerosas comunidades y ciudades.
La representante del Banco Mundial ha puesto como ejemplo el riesgo que corre el abastecimiento de grandes capitales como Bogotá o Quito (ciudad esta última que se estima debería destinar 100 millones de dólares para garantizar en breve su suministro).
La falta de agua potable y el aumento de las temperaturas supondrán además una extensión de determinados enfermedades de tipo tropical, como la malaria, el paludismo (que tan sólo en Colombia ha pasado en dos décadas de 400 a 100.000 casos) o el dengue (en México, Brasil, Perú y Ecuador), y otras patologías infecciosas.
A todo ello, se suma el incremento de las catástrofes naturales: mayor intensidad de los grandes huracanes -como el Katrina-, cuya frecuencia aumentará (por cada grado de aumento de la temperatura se incrementarán en un 26%), provocando pérdidas multimillonarias
-difícilmente asumibles por países en desarrollo-, sin contar además con el coste en víctimas humanas que suelen conllevar.
Además, si continúa creciendo el nivel del mar, algunas ciudades ribereñas comenzarán a tener graves problemas, como la colombiana de Cartagena.
La vicepresidenta ha apuntado "lo cruel e irónico" que resulta que aquellos que no tienen casi ninguna responsabilidad en generar el problema sean al mismo tiempo los más vulnerables y lo que menos recursos tienen para adaptarse.
En este sentido, la alta producción de estos países de energía hidroeléctrica se verá repercutida por la falta de agua, y deberán destinar grandes inversiones a otro tipo de producción, una
renovación que además se produciría en un momento de crisis económica, que dificulta cualquier financiación local o internacional.
El informe destaca la repercusión que el aumento de las temperaturas y de los cambios de climatología pueden tener en biodiversidad de la región (donde se encuentran cinco de los diez
países con mayor variedad de fauna y flora del planeta, especialmente en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes).
También la "agonía" de los bosques tropicales (que podría disminuir hasta un 80 por ciento si las temperaturas suben entre 2 y 3 grados), la disminución de los arrecifes de coral en el Caribe, o
la desaparición -antes del 2050- de hasta el 25% de las especies de mamíferos de México.
Igualmente, el cambio climático tendrá un efecto directo en la economía agrícola de Latinoamérica, uno de los graneros del mundo, que verá cómo se reduce la superficie utilizable por determinados cultivos, con una pérdida de la producción (hasta el 80% en México) y, por consiguiente, de empleo.
Cox ha explicado que junto el Banco Mundial se están desarrollando políticas para combatir el calentamiento global por medio de una apuesta por la energía hidroeléctrica y el transporte
sostenible, así como por la producción de etanol a partir de la caña de azúcar, o la desalinización por medio de energía eólica.