Los científicos coinciden en afirmar que el cambio climático agudizará los efectos perniciosos de la sequía en la cuenca mediterránea.
Mié, 22/10/2008
Los científicos coinciden en afirmar que el cambio climático agudizará los efectos perniciosos de la sequía en la cuenca mediterránea. Es decir, que en las zonas húmedas lloverá más y de forma torrencial, multiplicándose los episodios de la llamada 'gota fría', e incrementándose las inundaciones. Sin embargo, en las comarcas del interior las precipitaciones serán cada vez más escasas y los recursos hídricos irán en retroceso, a pesar de que las necesidades de agua aumentan cada día.
En este sentido, el estudio que el equipo del profesor José Quereda, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad Jaume I de Castellón (UJI) ha realizado sobre los efectos del cambio climático en las cuencas del Júcar y del Segura vaticina que el cambio climático será para la región mediterránea el mayor problema medioambiental de los próximos 50 o 100 años, ya que esta zona será la más vulnerable de Europa a los efectos de este fenómeno medioambiental. Esto es debido a que junto al aumento de temperatura de 4 o 5 grados centígrados que se producirá, hay que sumar la disminución de los recursos hídricos que se registrará en ese tiempo.
Por esta razón, expertos como el profesor Millán Millán, director del CEAM, consideran que con el cambio climático será necesario emplear "todos los medios a nuestro alcance" para obtener los recursos hídricos necesarios. Esto incluye la desalinización, la reutilización de aguas depuradas, la construcción de más embalses o la realización de trasvases. Y es que, aunque algunos les pese, los trasvases no están contraindicados en casos de cambio climático. Es más bien contrario: el cambio climático obliga a los trasvases.
En el caso del Ebro, su cuenca será, precisamente, y según los estudios realizados, una de las que se verán beneficiadas por un incremento de las precipitaciones. Mientras que las cuencas que iban a ser receptoras de su agua mediante el derogado trasvase del Ebro verán cómo disminuyen sus ya de por sí escasas reservas de agua.
Y respecto al impacto ambiental que supuestamente ocasionaría el trasvase del Ebro, otro experto, el profesor y catedrático de Ingeniería ecológica de la Universidad de California, en Berkeley (Estados Unidos), Alex Horne, destacó también que esta transferencia posibilitaría la recuperación del Delta del Ebro y generaría un gran beneficio para España en su conjunto, porque no sólo permitiría trasvasar agua a una zona deficitaria, sino que posibilitaría hacer una restauración de alto nivel y dejaría en óptimas condiciones la zona del delta de este río.
La cuestión, es, por tanto, bien obvia: los efectos del cambio climático obligan a extremar las precauciones para lograr el mayor nivel de ahorro hídrico y a incrementar los esfuerzos de todos los agentes sociales y las administraciones por impulsar todas las medidas de que disponemos, con el fin de incrementar los recursos hídricos y no permitir que regiones enteras pasen sed, mientras otras tienen cada vez más agua.
La Comunitat es pionera en la modernización de regadíos y reutilización de aguas depuradas. El número de plantas desalinizadoras en esta comunidad va en aumento y, sin embargo, ha quedado demostrado que la desalinización a gran escala no es viable como alternativa al Plan Hidrológico Nacional (PHN) de 2001. El programa AGUA un mero complemento al necesitado trasvase del Ebro.
La recuperación de los sobreexplotados acuíferos también necesita de infraestructuras de gran envergadura para poder llevarse a efecto y convertirse en realidad. Y la única solución a este problema son también los trasvases. Además, no podemos olvidar los muchos millones de árboles frutales de la Comunitat Valenciana y Murcia que frenan la desertización, absorben CO² y que ya están plantados y crecidos y que, sin embargo, carecen del agua que necesitan para subsistir.
Y es más, los instrumentos para proveer de los caudales necesarios de agua no deben de ser causantes de aumentar la emisión de CO² ni de gases de invernadero a la atmósfera, algo que sí ocurre, en cambio, con la desalinización masiva. Insisto, los impactos ambientales del trasvase del Ebro son mínimos y, sin embargo, puede contribuir en gran medida a paliar los efectos del cambio climático en las regiones más castigadas por este fenómeno.
Por este motivo, se hace tan necesaria una gestión eficaz de los recursos hídricos, lo cual pasa, precisamente, por la conjugación de los diferentes recursos, y que incluye, necesariamente, los trasvases. Y por esta razón se hace tan necesario alcanzar el consenso y acuerdos necesarios para lograr, en un tema de interés más que general, un pacto nacional del agua que lógicamente incluya el trasvase del Ebro y el mantenimiento del Tajo-Segura. Agua es progreso.