El cambio climático, un fenómeno asumido y defendido por el Gobierno, se empeña paradójicamente en cuestionar la política hídrica sostenida por el Ejecutivo en los últimos años. Según los expertos, el calentamiento global hace más necesario si cabe el recurso a los trasvases para paliar la sequía estructural del sur de la Comunidad. Esa es la principal conclusión del informe «Evaluación del cambio climático y de su impacto sobre los recursos hídricos de la cuenca del Segura para el horizonte 2030-2050», elaborado por la Universidad Jaume I (UJI) y la Fundación Agua y Progreso. Si la tesitura actual es ya preocupante, los estudios de prospectiva auguran un empeoramiento. Más lluvia al norte Así, este informe señala que «las actuales tendencias muestran que lloverá más en la mayor parte de la cuenca del Ebro, mientras que la del Segura podría alcanzar un déficit de 1.000 hectómetros cúbicos» —diferencia entre las necesidades reconocidas y las existencias de aguas superficiales—. Mientras el Ebro presentará aún más excedentes que en la actualidad, la cuenca del Segura, la más deficitaria, estará bajo mínimos. Según explica el catedrático de Análisis Geográfico y director del laboratorio de Climatología de la UJI, José Quereda, en los próximos años se producirán «una serie de cambios en las precipitaciones, que establecen un contraste entre la reducción prevista en la cuenca del Segura y el mantenimiento, incluso aumento de las mismas en la mayor parte de la cuenca del Ebro y de la vertiente noreste de la Península». «Estación» en Tortosa Ante este panorama, el director de la Fundación Agua y Progreso, José Alberto Comos, consideró que la severidad del cambio climático «obligará a la interconexión de todas las cuencas mediterráneas desde las excedentarias hacia las deficitarias». Incluidas la cuenca del Ebro y la del Ródano, que «podría llegar a Tortosa y convertirse en una estación intermodal desde la que abasteciese a toda la región mediterránea».