El Pirineo español ha perdido más de 3.000 hectáreas de glaciares en el último siglo
Mar, 24/02/2009
A comienzos del siglo XX, los Pirineos albergaban alrededor de 3.300 hectáreas de glaciares, pero en la actualidad éstos únicamente cubren 390 hectáreas. De esta extensión, unas 206 hectáreas corresponden a España, y constituyen los únicos glaciares activos que persisten en la Península Ibérica.
Según una nueva publicación del Programa de Estudios de Recursos Hídricos Procedentes de la Innivación (Erhin) del Ministerio, estos aparatos glaciares, junto con un pequeño núcleo residual que se conserva en los Apeninos (el glaciar del Calderone), constituyen las reservas de hielo más meridionales de Europa.
Sus antecedentes más lejanos se encuentran en las grandes glaciaciones cuaternarias que, a lo largo del Pleistoceno (era que abarca desde hace 2 millones de años hasta hace 10.000 años), afectaron a amplias zonas del planeta, incluyendo distintas áreas montañosas de la Península Ibérica.
El último de estos periodos, denominado de forma general 'Würm', generó potentes mantos de hielo en el caso de la vertiente española del Pirineo. Éstos cubrieron las zonas más elevadas de la cordillera y emitieron poderosas lenguas glaciares, que en algunos casos alcanzaron hasta 40 kilómetros de longitud y tres de anchura.
Los responsables del programa Erhin del Ministerio alertan de que, "de no variar la actual tendencia regresiva" que afecta al total de áreas glaciares, este siglo ("quizá dentro de algunas décadas") se vivirá "la total o casi total extinción de las últimas reservas de hielo del Pirineo español" y, por tanto, "una importante modificación del actual paisaje de alta montaña".
No es la primera vez que se alerta sobre esta alarmante situación. El pasado mes de septiembre, una investigación española advirtió que, si la tendencia actual no cambia, los glaciares pirenaicos desaparecerán antes de 2050 por culpa del aumento progresivo de la temperatura (0,9º desde 1890 hasta hoy).
El investigador jefe del estudio y profesor en la Universidad de Cantabria, Juan José González Trueba, alertó que "las altas montañas son espacios especialmente sensibles a los cambios climáticos y ambientales, y dentro de ellas, la evolución de los glaciares es uno de los indicadores más eficientes que evidencia el calentamiento global que estamos viviendo".
Según una nueva publicación del Programa de Estudios de Recursos Hídricos Procedentes de la Innivación (Erhin) del Ministerio, estos aparatos glaciares, junto con un pequeño núcleo residual que se conserva en los Apeninos (el glaciar del Calderone), constituyen las reservas de hielo más meridionales de Europa.
Sus antecedentes más lejanos se encuentran en las grandes glaciaciones cuaternarias que, a lo largo del Pleistoceno (era que abarca desde hace 2 millones de años hasta hace 10.000 años), afectaron a amplias zonas del planeta, incluyendo distintas áreas montañosas de la Península Ibérica.
El último de estos periodos, denominado de forma general 'Würm', generó potentes mantos de hielo en el caso de la vertiente española del Pirineo. Éstos cubrieron las zonas más elevadas de la cordillera y emitieron poderosas lenguas glaciares, que en algunos casos alcanzaron hasta 40 kilómetros de longitud y tres de anchura.
Los responsables del programa Erhin del Ministerio alertan de que, "de no variar la actual tendencia regresiva" que afecta al total de áreas glaciares, este siglo ("quizá dentro de algunas décadas") se vivirá "la total o casi total extinción de las últimas reservas de hielo del Pirineo español" y, por tanto, "una importante modificación del actual paisaje de alta montaña".
No es la primera vez que se alerta sobre esta alarmante situación. El pasado mes de septiembre, una investigación española advirtió que, si la tendencia actual no cambia, los glaciares pirenaicos desaparecerán antes de 2050 por culpa del aumento progresivo de la temperatura (0,9º desde 1890 hasta hoy).
El investigador jefe del estudio y profesor en la Universidad de Cantabria, Juan José González Trueba, alertó que "las altas montañas son espacios especialmente sensibles a los cambios climáticos y ambientales, y dentro de ellas, la evolución de los glaciares es uno de los indicadores más eficientes que evidencia el calentamiento global que estamos viviendo".