El cambio climático amenaza con anegar el delta del Ebro este siglo
Sáb, 18/04/2009
Inundaciones de zonas agrícolas y espacios naturales, urbanizaciones que habrá que abandonar ante el avance del mar, irrupción de enfermedades como la malaria y el dengue, aumento de la mortalidad a causa del calor... No es una película de ciencia-ficción sobre los efectos del cambio climático: es lo que puede ocurrir en el delta del Ebro durante este siglo. Lo pronostica un análisis encargado por el Departamento de Medio Ambiente para saber, precisamente, qué se puede hacer para paliar el impacto del calentamiento global en la zona. Se trata de un estudio pionero que sienta las bases para estudiar, en el futuro, cómo preparar otras zonas de Cataluña ante este cambio.
El informe se concentra en ver cómo afectaría la subida del nivel del mar, combinada con el hundimiento del territorio del delta, al ecosistema y la sociedad que se asientan en él. Trabaja con la hipótesis de una subida de nivel del agua de 15 centímetros en 2050 y dos horizontes para 2100: el optimista prevé una subida de 40 centímetros para esa fecha, y el pesimista un ascenso de un metro.
En todos los casos, los efectos serían devastadores. La costa retrocedería y el mar penetraría por las bahías del Fangar (al norte) y de los Alfacs (al sur). El agua del río y de los estanques contendría más sal. Además, siempre según el estudio, el caudal del Ebro caería el 20% durante este siglo.
Las zonas naturales protegidas, junto a la playa, saldrían más perjudicadas que los arrozales y las poblaciones, en el interior del delta. Especialmente sensibles son los humedales. Mientras que las playas y las dunas podrían adaptarse y regenerarse tras su retroceso, algunos metros más atrás las lagunas distribuidas a lo largo de toda la costa no tienen tanta capacidad de regeneración. Y si el terreno cambia, también lo hacen los animales que viven, se alimentan y se reproducen en él. Por eso, el estudio prevé que algunas especies desaparezcan y otras proliferen.
El aumento de la mortalidad entre los humanos que viven en el delta, a causa de las mayores temperaturas, es la previsión más extrema de los efectos que estos cambios pueden tener, pero no la única. El cambio en el ecosistema, con variaciones en la fauna y en el agua, puede suponer una variación de las especies disponibles para la pesca y las condiciones de los arrozales. Y la inundación de tierra firme pondría en peligro infraestructuras y núcleos urbanos como Poblenou del Delta, Riumar, Ampollamar y Els Eucaliptus.
Ante este panorama, la Generalitat quiere curarse en salud. Precisamente, el objetivo del trabajo es ver cómo frenar los cambios. Los expertos aconsejan en algunos casos abandonar las zonas afectadas. En otros proponen frenar las inundaciones. También recomiendan mantener un caudal mínimo del río Ebro y regenerar la arena de algunas playas. Pero no existe aún un calendario ni un presupuesto. El consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, presentó ayer estas propuestas a los alcaldes de la zona, que ahora las debatirán.
El informe se concentra en ver cómo afectaría la subida del nivel del mar, combinada con el hundimiento del territorio del delta, al ecosistema y la sociedad que se asientan en él. Trabaja con la hipótesis de una subida de nivel del agua de 15 centímetros en 2050 y dos horizontes para 2100: el optimista prevé una subida de 40 centímetros para esa fecha, y el pesimista un ascenso de un metro.
En todos los casos, los efectos serían devastadores. La costa retrocedería y el mar penetraría por las bahías del Fangar (al norte) y de los Alfacs (al sur). El agua del río y de los estanques contendría más sal. Además, siempre según el estudio, el caudal del Ebro caería el 20% durante este siglo.
Las zonas naturales protegidas, junto a la playa, saldrían más perjudicadas que los arrozales y las poblaciones, en el interior del delta. Especialmente sensibles son los humedales. Mientras que las playas y las dunas podrían adaptarse y regenerarse tras su retroceso, algunos metros más atrás las lagunas distribuidas a lo largo de toda la costa no tienen tanta capacidad de regeneración. Y si el terreno cambia, también lo hacen los animales que viven, se alimentan y se reproducen en él. Por eso, el estudio prevé que algunas especies desaparezcan y otras proliferen.
El aumento de la mortalidad entre los humanos que viven en el delta, a causa de las mayores temperaturas, es la previsión más extrema de los efectos que estos cambios pueden tener, pero no la única. El cambio en el ecosistema, con variaciones en la fauna y en el agua, puede suponer una variación de las especies disponibles para la pesca y las condiciones de los arrozales. Y la inundación de tierra firme pondría en peligro infraestructuras y núcleos urbanos como Poblenou del Delta, Riumar, Ampollamar y Els Eucaliptus.
Ante este panorama, la Generalitat quiere curarse en salud. Precisamente, el objetivo del trabajo es ver cómo frenar los cambios. Los expertos aconsejan en algunos casos abandonar las zonas afectadas. En otros proponen frenar las inundaciones. También recomiendan mantener un caudal mínimo del río Ebro y regenerar la arena de algunas playas. Pero no existe aún un calendario ni un presupuesto. El consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, presentó ayer estas propuestas a los alcaldes de la zona, que ahora las debatirán.