El acueducto de Alloz
Dom, 03/05/2009
Este año se cumple el setenta aniversario del acueducto de Alloz. Lo útil y lo bello se dan la mano en esta genial obra de ingeniería de Eduardo Torroja, "el mago de las estructuras de hormigón".
E ntre Cirauqui y Lorca, cruzado mágicamente por el camino de Santiago, se encuentra el acueducto de Alloz. Esta magnífica obra de ingeniería se construyó entre 1939 y 1940 para conducir el agua del embalse hasta la central de Mañeru. Pocos suponían entonces que este diseño de Eduardo Torroja, el mago de las estructuras de hormigón, iba a convertirse en uno de los "monumentos" modernos del camino de Santiago en Navarra.
Los navarros del siglo XXI hemos aprendido a valorar las ruinas romanas, las iglesias y castillos medievales y - con un poquito más de esfuerzo- el barroco de la Ribera. Sin embargo, todavía somos insensibles al hormigón armado. Esta podría ser la explicación de que hayamos pasado por alto esta estructura genial que parece evocar el paso largo de los peregrinos de la ruta jacobea.
Allí "donde el camino del agua se junta con el de las estrellas". Este eslogan, inspirado en la obra del artista Vicente Galvete situada en el alto de Erreniega -donde el viento es rey-, nos viene como anillo al dedo para presentar la singular obra de Torroja.
Una obra feliz
El viaducto de Alloz se proyectó en 1939, nueve años después de construirse el embalse del mismo nombre. Este pantano, conocido hoy por sus usos recreativos, se hizo para aprovechar el agua del río Salado, que baja de la sierra de Andía, y garantizar así el abastecimiento del canal Imperial. Para retener las aguas, se construyó una magnífica presa-bóveda de 67 metros de altura, obra de Enrique Becerril, y posteriormente un contra embalse, y un viaducto que llevaría las aguas sobrantes desde Alloz a la central de Mañeru. "El conjunto de Alloz es la mejor obra de ingeniería de Navarra", afirma Francisco Galan, ingeniero de Acciona. "Cabe destacar el magnífico aprovechamiento hidroeléctrico, ya que hay dos centrales que se abastecen de aquí: la propia central de Alloz -situada al pie de presa del mismo nombre-, y la de Mañeru, distante unos kilómetros de aquí". Con todo, la guinda de este proyecto es el insólito viaducto que ejerce hoy como imprevisto umbral de la Toscana navarra, como se ha denominado al valle de Yerri. Pocas veces, lo bello y lo útil se dan la mano con tanta generosidad como en esta estructura de Torroja.
Nacido en Madrid en 1899 y fallecido en 1961, Eduardo Torroja Millet está considerado un auténtico renovador de la ingeniería moderna. A su labor intelectual, reflejada en varios libros y a su vertiente académica de profesor universitario, se une la faceta más celebrada de ingeniero. El abuelo de la actual cantante Ana Torroja demuestra en sus obras -más de 800 repartidas por el mundo- que la fantasía y la belleza no están reñidas con los cálculos. A partir de los diseños de Torroja, el hormigón armado se convierte en un material noble y versátil con el que se pueden realizar obras asequibles, prácticas y resistentes (puentes, depósitos, iglesias, hangares.) sin renunciar a la belleza de los sueños. Entre sus obras y proyectos destacan en España - solo por citar algunos de la más célebres- el mercado de Algeciras (1933), el hipódromo de la Zarzuela (1935), el frontón de Recoletos de Madrid (hoy desaparecido) y el arco del Esla en Zamora (1939). En Navarra, además del puente de Corella -diseño póstumo de Eduardo, ejecutado por su hijo José Antonio en los años 60- destaca el viaducto de Alloz, proyectado en 1939 y concluído en 1940.
Una de las cosas que suelen decirse de las obras de Torroja es que parecen estructuras vivas. Ello se aprecia con total evidencia en este pequeño viaducto que lleva las aguas desde la cola del embalse de Alloz hasta la central de Mañeru, regando de paso las tierras que quedan debajo del canal. "Es un solución natural, lógica, que satisface por igual al técnico y al artista", señala el ingeniero Francisco Galán apelando al libro Razón y ser de los tipos estructurales de Torroja. El acueducto se construyó con tramos de 40 metros apoyados en pilas separadas de 20 metros entre sí, quedando voladizos de 10 metros en caso uno de los extremos. "Con la forma del canal, la relación de tramos centrales y vuelos y con el pretensado longitudinal y transversal se consigue que toda la sección esté en compresión y que no haya figuraciones, asegurándose la estanqueidad".
Los equilibrios de El Planeta
En el acueducto de Alloz se da además la feliz coincidencia de que el camino de Santiago (GR-65) pasa justo por debajo, lo cual añade interés a esta escondida vaguada por donde cruzan hoy de los peregrinos que vienen de Cirauqui en dirección a Lorca y Estella. Algunos se quedan perplejos al cruzar por debajo de estos gigantes de hormigón que parecen llevar al hombro -como un tesoro arrancado al monte- el preciado líquido color turquesa del río Salado. Y sin embargo, de momento al menos, no hay panel informativo, ni referencia alguna que explique a los peregrinos la importancia de esta obra, la cual se nos representa hoy -además- como un homenaje a los trabajadores del valle como una evocación simbólica del ciclópeo trabajo realizado por los antiguos trabajadores del valle. Conviene recordar que mucha gente de estos pueblos trabajó en la construcción del embalse de Alloz, y también en este acueducto que ha sido luego escenario de juegos y retos adolescentes. "Cuando yo era joven, los chavales de Lorca, Cirauqui o Alloz, hacíamos apuestas a ver quien cruzaba la vaguada por encima del acueducto", dice el agricultor de Lakar, Javier Carmona Ollo. "El que no tenía vértigo lo hacía sin problema, ya que hay 60 centímetros de alero, y veinte de caída desde el tramo más alto. Otros, más atrevidos, apostaban incluso a que lo pasaban en bicicleta. Con todo, el rey del acueducto, en aquellos años, era el guarda de Cirauqui, apodado el Planeta, que cruzaba por aquí como Pedro por su casa. "Mira, ya está allí el Planeta", decían los lugareños a verlo cruzar, como un equilibrista, por la línea recta del viaducto ?