España es el país de la UE más afectado por el cambio climático
Mié, 06/05/2009
Hasta ayer eran previsiones pero hoy son evidencias: España ya es el país de la UE más afectado por el cambio climático y el que sufrirá las peores consecuencias de un aumento de temperatura de 1,5 grados, más del doble que la media global.
Además, cada año que pasa, el nivel del mar crece tres milímetros, los glaciares pirenaicos siguen desapareciendo (se ha perdido un 88 por ciento en los últimos cien años) y los humedales y lagunas están más degradados y amenazados.
En resumidas cuentas, el clima del sur peninsular es cada vez más "africano" y el del norte más "mediterráneo", y este cambio climático tiene ya consecuencias muy serias sobre la fauna, la flora y los sectores productivos españoles, según la responsable de Cambio Climático de Greenpeace, Aida Vila.
Todas estas evidencias se incluyen en el informe "La crisis del clima. Evidencias del cambio climático en España", un trabajo publicado por esta organización ecologista, cuya sección española cumple hoy 25 años.
Por sectores, el informe precisa que la falta de recursos hídricos, la progresiva desertización de la tierra y el aumento de la temperatura están afectando "seriamente" a los recursos pesqueros españoles, los cultivos (en especial a los viñedos y la agricultura andaluza) y a la producción forestal de la meseta norte.
El sector turístico (el que más ingresos genera en España) es el otro gran damnificado por el cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas intensificará los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y las olas de calor, y obligará a cerrar la mayor parte de las estaciones de esquí españolas.
Pero además, todos estos cambios climáticos están teniendo ya sus efectos sobre la biodiversidad española, algunos de ellos tan especiales y sensibles al cambio climático como las marismas del Guadalquivir, el Delta del Ebro o el Mar Menor.
En el caso de las montañas, el aumento de la temperatura explica muchos de los cambios que se están produciendo en los ecosistemas forestales del macizo del Montseny (Barcelona) o la Sierra de Guadarrama (Madrid), donde las hayas, los brezos, los enebros, las mariposas o algunas aves, como el papamoscas cerrojillo, no encuentran ya su hábitat para sobrevivir en estas latitudes.
En los océanos, que son los grandes sumideros de CO2 del planeta, el cambio climático no sólo está aumentando el nivel de acidez de las aguas y contribuyendo a aumentar el dióxido de carbono de la atmósfera, sino que está provocando importantes alteraciones de los ecosistemas marinos españoles.
En las Islas Canarias, apunta el informe, en los últimos años se está observando un claro proceso de tropicalización de la fauna marina y un rápida migración de las especies invasoras marinas (peces y algas) desde el sur al norte.
Según el informe de Greenpeace, de las treinta nuevas especies de peces óseos litorales localizadas en Canarias entre 1991 y 2005, el ochenta por ciento son especies de origen tropical.
En los bosques la presencia de plagas y enfermedades endémicas está íntimamente ligada al cambio climático, en especial la procesionaria del pino que cada vez sobrevive a mayor altitud gracias a los inviernos más benignos de la península.
Para combatir estos cambios, que ya no son "simples previsiones, sino realidades palpables", Greenpeace ha pedido al Gobierno que destine 2.700 millones de euros para combatir los efectos del cambio climático y que se comprometa a trabajar por un acuerdo en Copenhague que permita mantener la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados.
Además, cada año que pasa, el nivel del mar crece tres milímetros, los glaciares pirenaicos siguen desapareciendo (se ha perdido un 88 por ciento en los últimos cien años) y los humedales y lagunas están más degradados y amenazados.
En resumidas cuentas, el clima del sur peninsular es cada vez más "africano" y el del norte más "mediterráneo", y este cambio climático tiene ya consecuencias muy serias sobre la fauna, la flora y los sectores productivos españoles, según la responsable de Cambio Climático de Greenpeace, Aida Vila.
Todas estas evidencias se incluyen en el informe "La crisis del clima. Evidencias del cambio climático en España", un trabajo publicado por esta organización ecologista, cuya sección española cumple hoy 25 años.
Por sectores, el informe precisa que la falta de recursos hídricos, la progresiva desertización de la tierra y el aumento de la temperatura están afectando "seriamente" a los recursos pesqueros españoles, los cultivos (en especial a los viñedos y la agricultura andaluza) y a la producción forestal de la meseta norte.
El sector turístico (el que más ingresos genera en España) es el otro gran damnificado por el cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas intensificará los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y las olas de calor, y obligará a cerrar la mayor parte de las estaciones de esquí españolas.
Pero además, todos estos cambios climáticos están teniendo ya sus efectos sobre la biodiversidad española, algunos de ellos tan especiales y sensibles al cambio climático como las marismas del Guadalquivir, el Delta del Ebro o el Mar Menor.
En el caso de las montañas, el aumento de la temperatura explica muchos de los cambios que se están produciendo en los ecosistemas forestales del macizo del Montseny (Barcelona) o la Sierra de Guadarrama (Madrid), donde las hayas, los brezos, los enebros, las mariposas o algunas aves, como el papamoscas cerrojillo, no encuentran ya su hábitat para sobrevivir en estas latitudes.
En los océanos, que son los grandes sumideros de CO2 del planeta, el cambio climático no sólo está aumentando el nivel de acidez de las aguas y contribuyendo a aumentar el dióxido de carbono de la atmósfera, sino que está provocando importantes alteraciones de los ecosistemas marinos españoles.
En las Islas Canarias, apunta el informe, en los últimos años se está observando un claro proceso de tropicalización de la fauna marina y un rápida migración de las especies invasoras marinas (peces y algas) desde el sur al norte.
Según el informe de Greenpeace, de las treinta nuevas especies de peces óseos litorales localizadas en Canarias entre 1991 y 2005, el ochenta por ciento son especies de origen tropical.
En los bosques la presencia de plagas y enfermedades endémicas está íntimamente ligada al cambio climático, en especial la procesionaria del pino que cada vez sobrevive a mayor altitud gracias a los inviernos más benignos de la península.
Para combatir estos cambios, que ya no son "simples previsiones, sino realidades palpables", Greenpeace ha pedido al Gobierno que destine 2.700 millones de euros para combatir los efectos del cambio climático y que se comprometa a trabajar por un acuerdo en Copenhague que permita mantener la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados.