El agua dulce que recibe el océano Pacífico ha descendido en torno a un 6 por ciento
Vie, 08/05/2009
Durante los últimos cincuenta años, algunos de los ríos más caudalosos del planeta como Ganges, Níger, Congo y Huang-ho, han reducido su caudal de forma importante debido, entre otras causas, a la construcción de presas, el regadío y, en los últimos años, a factores relacionados con el cambio climático como el aumento de la evaporación y el descenso de las precipitaciones. Así se afirma en un informe de Centro de Investigación Atmosférica de Estados Unidos, que ha analizado los registros del nivel de agua de 925 caudales de todo el planeta obtenidos entre los años 1948 y 2004. Por desgracia, las predicciones de los científicos apuntan a que el fenómeno continuará e incluso se agudizará y que la disminución de los recursos hídricos afectará especialmente a las zonas del planeta más vulnerables y con mayor población.
Por ejemplo, el agua dulce que recibe el océano Pacífico se ha reducido en el período de estudio en torno a un 6% (526 kilómetros cúbicos), equivalente al volumen que fluye al año por el río Mississipi. El Columbia perdió alrededor del 14% de su volumen en ese período debido en gran parte a la reducción de las precipitaciones y el aumento en el consumo de agua en el noroeste de Estados Unidos.
También han perdido agua el Amur y el Mekong, ambos en Asia. En el caso del Índico, el descenso es de un 3%. En el Atlántico, el balance es ligeramente negativo, puesto que los grandes aumentos del Paraná y el Mississipi se compensan con el espectacular retroceso del Congo y el Níger y también, en menor medida, del Amazonas. El Mississipi lleva un 22% más de agua debido a un aumento de las precipitaciones en el medio oeste estadounidense. El Ebro figu
La mayor excepción a este fenómeno generalizado lo constituye la zona ártica, que registra un marcado incremento en el flujo de agua (10%) debido al derretimiento de la nieve, del hielo polar y del permafrost siberiano. Lo mismo sucede en el Brahmaputra, en el sureste Asiático, o el Yangtsé, en China, debido al derretimiento de los glaciares en la cordillera del Himalaya.
Fauna amenazada
Un estudio anterior, realizado por WWF/Adena, alertaba de que apenas la tercera parte de los 177 ríos más grandes del planeta (los que superan los 1.000 kilómetros de longitud), fluyen directamente hacia el mar, es decir sin presas u otro tipo de construcciones. La organización ecologista recordaba que no se debe subestimar la amenaza a la fauna por causa de las represas. Las grandes poblaciones de barbo en el Amazonas y en la cuenca del Mekong, o los delfines de río en la cuenca del Ganges, están amenazados por los diques. Estas infraestructuras pueden reducir la cantidad de peces nativos, afectando directamente la productividad de la pesca.
A conclusiones similares llega un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que alerta que la mayoría los ríos más grandes del planeta están sometidos a tal presión que muchos no llegan a llevar sus aguas al mar, poniendo en peligro de extinción a muchas especies de agua dulce. Entre los datos del PNUMA se indica que las más de 40.000 presas que bloquean los ríos del planeta retienen el 15% del caudal total de agua que fluía de la tierra al mar poniendo en peligro los caudales ecológicos, lo que provoca la degradación de estos ecosistemas y amenaza el futuro de las especies que viven de ellos.
Por ejemplo, el agua dulce que recibe el océano Pacífico se ha reducido en el período de estudio en torno a un 6% (526 kilómetros cúbicos), equivalente al volumen que fluye al año por el río Mississipi. El Columbia perdió alrededor del 14% de su volumen en ese período debido en gran parte a la reducción de las precipitaciones y el aumento en el consumo de agua en el noroeste de Estados Unidos.
También han perdido agua el Amur y el Mekong, ambos en Asia. En el caso del Índico, el descenso es de un 3%. En el Atlántico, el balance es ligeramente negativo, puesto que los grandes aumentos del Paraná y el Mississipi se compensan con el espectacular retroceso del Congo y el Níger y también, en menor medida, del Amazonas. El Mississipi lleva un 22% más de agua debido a un aumento de las precipitaciones en el medio oeste estadounidense. El Ebro figu
La mayor excepción a este fenómeno generalizado lo constituye la zona ártica, que registra un marcado incremento en el flujo de agua (10%) debido al derretimiento de la nieve, del hielo polar y del permafrost siberiano. Lo mismo sucede en el Brahmaputra, en el sureste Asiático, o el Yangtsé, en China, debido al derretimiento de los glaciares en la cordillera del Himalaya.
Fauna amenazada
Un estudio anterior, realizado por WWF/Adena, alertaba de que apenas la tercera parte de los 177 ríos más grandes del planeta (los que superan los 1.000 kilómetros de longitud), fluyen directamente hacia el mar, es decir sin presas u otro tipo de construcciones. La organización ecologista recordaba que no se debe subestimar la amenaza a la fauna por causa de las represas. Las grandes poblaciones de barbo en el Amazonas y en la cuenca del Mekong, o los delfines de río en la cuenca del Ganges, están amenazados por los diques. Estas infraestructuras pueden reducir la cantidad de peces nativos, afectando directamente la productividad de la pesca.
A conclusiones similares llega un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que alerta que la mayoría los ríos más grandes del planeta están sometidos a tal presión que muchos no llegan a llevar sus aguas al mar, poniendo en peligro de extinción a muchas especies de agua dulce. Entre los datos del PNUMA se indica que las más de 40.000 presas que bloquean los ríos del planeta retienen el 15% del caudal total de agua que fluía de la tierra al mar poniendo en peligro los caudales ecológicos, lo que provoca la degradación de estos ecosistemas y amenaza el futuro de las especies que viven de ellos.