El PORN insta a las hidroeléctricas a dejar caudal ecológico en los embalses

Lun, 21/09/2009

El Norte de Castilla

La inclusión de todo el altiplano de la Sierra Segundera dentro del espacio del Parque Natural del Lago de Sanabria y alrededores tras su ampliación en el año 1990 (Decreto 121/90 de la Junta de Castilla y León) creó una situación nueva al incorporar en esta figura de protección todo el sistema de embalses, arroyos y canales del aprovechamiento hidroeléctrico preexistente del salto de Moncabril. Los tres problemas que provocan hoy estas construcciones de producción energética son la ausencia de caudales mínimos, la falta de corredores húmedos y el impacto medioambiental de las construcciones usadas en los años cincuenta y ahora abandonadas. Estos problemas están recogidos en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Lago de Sanabria (PORN).
El plan precisa que «se hace necesario acometer, en el plazo que se estime oportuno, la adecuación de esta instalaciones y de su gestión, tanto a la normativa del propio Parque Natural como al resto de la legislación ambiental de la Comunidad Autónoma, con caudales mínimos y corredores húmedos». Estas disposiciones medioambientales obligatorias son de especial aplicación en un espacio protegido, de alto valor para la conservación de la flora y de la fauna silvestre.

Recurso crítico

El informe hace especial hincapié en el mantenimiento de unos caudales mínimos permanentes en los arroyos que canalizan las aguas de estas montañas, ya que dicha actuación sería de gran transcendencia para la conservación de la vegetación de ribera, la fauna acuática y también de la fauna asociada, que encuentra en los cauces su comida y su bebida. El agua en estas montañas puede llegar a ser un recurso crítico en los meses de estiaje.
Asociado al mantenimiento de estos caudales mínimos, la Junta propone corredores húmedos permanentes durante el periodo de mayor riesgo de incendios. Estos corredores obstaculizarían la propagación del fuego y facilitarían los trabajos de extinción en una comarca especialmente castigada por estos siniestros.
En los años cincuenta se ejecutaron obras necesarias para el aprovechamiento hidroeléctrico de los caudales de los ríos Tera, Cárdena, Segundera y del arroyo de Valdesirgas y Valdeinfierno, afluentes del río Bibey. Los tres primeros, tras ser embalsados, conducen sus aguas a través de la red de canalizaciones hasta la central de Ribadelago al Salto de Moncabril. El arroyo de Valdesirgas está embalsado y recoge las aguas de Valdeinfierno, y a través de una tubería forzada, turbina hacia el embalse de San Sebastián, en el río Bibey.
En el caso de la presa de Vega de Conde, aguas abajo del embalse, el caudal vertido es siempre nulo, todo el agua es captada hacia el canal del trasvase. Existen filtraciones de escasa importancia. La entrada del canal tiene aberturas laterales que permiten el rebose del agua hacia el cauce del río Tera. La solución propuesta es que Endesa mantenga un caudal mínimo estimado tras la presa de Vega de Conde de 20 litros por segundo.
En el río Tera, en el tramo de Vega de Conde a Vega de Tera, todos los arroyos que vierten a este tramo por la margen derecha son captados en la totalidad de su caudal hacia el canal de trasvase mediante sumideros. La propuesta es permitir la salida de un cierto caudal en todos los arroyos.
La presa de Vega de Tera no tiene un caudal mínimo fijado. La empresa concesionaria permite al Servicio del Medio Natural la regulación del caudal del río Tera tras la presa de Vega de Tera durante los meses de estiaje. La solución propuesta por Medio Ambiente es formalizar la cesión del agua tras la presa de Vega de Tera durante los meses de verano, y dejar caudal mínimo de 30 litros por segundo.
En el río Tera, aguas abajo de la presa de Vega de Tera, todos los arroyos y lagunas, algunas represadas, que vierten al Tera por su margen derecha en este tramo son captados por el canal de trasvase mediante sumideros.

Poblados

Las obras, con los limitados medios mecánicos de que se disponía entonces, se prolongaron durante varios años y ocuparon a cientos de trabajadores de los pueblos limítrofes. Para atender a las necesidades del aprovechamiento y de esta población flotante se crearon a pié de obra diferentes poblados, almacenes, talleres además de una pequeña capilla, así como pistas y una rampa inclinada desde Ribadelago hasta el Pico del Fraile que, salvando un desnivel de más de 500 metros realizaba las funciones de montacargas.
Las edificaciones se abandonaron, convertidas ahora en ruinas algunas de las cuales afean notablemente un paisaje que forma parte, actualmente, del Parque Natural del Lago de Sanabria y Alrededores. La titularidad de este aprovechamiento, desde su creación, ha pasado por diferentes empresas del sector eléctrico, siendo hoy propiedad de Endesa.

Precipitaciones

El aprovechamiento capta sus aguas en el altiplano de la sierra Segundera entre los 1.700 y los 2.100 metros de altitud. Las precipitaciones medias anuales son de unos 1700 milímetros, parte de estas precipitaciones se registran son de nieve. El régimen de lluvias es marcadamente estacional, con puntas y estiajes muy pronunciados.
La capacidad natural del altiplano para retener el agua es muy escasa, dada la delgadez del suelo y su composición litológica, con rocas plutónicas y metamórficas muy poco permeables. En verano, sólo los neveros y las zonas de turbera son capaces de aportar los escasos caudales que discurren por los arroyos de estas sierras. La aportación media anual en la central de Moncabril es de 105 Hectómetros y la producción media anual se cifra en 110 GWh, según los datos de la empresa.
En los años cincuenta, durante la construcción de los aprovechamientos hidroeléctricos en la cuenca alta de los ríos Tera y Bibey, no existía una preocupación medioambiental como la que hoy existe tanto en la sociedad como la Administración y las propias empresas del sector eléctrico.
Estas empresas, de hecho, han asumido en sus últimas explotaciones condicionantes ambientales para minimizar el impacto de estas grandes infraestructuras sobre la fauna acuática y los ecosistemas de ribera. Condicionantes impensables anteriormente dado su elevado coste económico. Estas servidumbres ambientales, asumidas, dan una idea de la alta estima que demuestra la sociedad por la conservación de las especies animales y vegetales, sensibilidad a la que la Administración no podía ser ajena y que se ha traducido en una abundante normativa tendente a la conservación de todo el patrimonio natural dentro de un desarrollo económico que introduzca criterios de racionalidad ambiental en la explotación de los recursos naturales.