Brown alerta sobre la «catástrofe» del cambio climático
Mar, 20/10/2009
Gordon Brown se disfrazó ayer por unas horas de Al Gore y enumeró las catástrofes que se avecinan si los líderes mundiales no actúan cuanto antes para detener el cambio climático. La advertencia de Brown tenía un objetivo: llamar la atención de quienes negocian estos días las conclusiones de la Cumbre del Clima de Copenhague, que se celebrará el próximo mes de diciembre y de la que se espera un acuerdo para reducir emisiones contaminantes que reemplace al Protocolo de Kioto de 1997.
El premier pronunció su discurso en el marco del Major Economies Forum (MEJ). Un encuentro que se celebra estos días en Londres y en el que están representados los 17 países más pujantes del mundo. O lo que es lo mismo, los responsables del 80% de las emisiones de CO2. Brown animó a sus gobiernos a acelerar las negociaciones y advirtió sobre los efectos nefastos de una cumbre estéril. «En cada era, hay uno o dos momentos en los que las naciones se unen y logran acuerdos que hacen historia, y Copenhague debe ser ese momento», dijo Brown, que advirtió: «Apenas quedan 50 días para establecer el calendario de los próximos 50 años».
El primer ministro británico dibujó un futuro de inundaciones, sequías y olas de calor asesinas. «Si fallamos en Copenhague, nuestro planeta estará en peligro», dijo Brown. Un mensaje que no se sale del guión trazado por los científicos, pero que suena llamativo en los labios de un político cauto como Brown. «No podemos ponernos de acuerdo con la Tierra ni con la catástrofe del cambio climático», proclamó, «por eso debemos ponernos de acuerdo unos con otros».
Brown ha mostrado una doble cara en lo relativo al cambio climático. Durante su década al frente del Tesoro, los ecologistas le acusaron de poner restricciones presupuestarias a la política medioambiental de Blair. Desde 2007, sin embargo, ha impulsado un amplio programa de propuestas verdes y ha tratado el asunto con frecuencia en el plano internacional.
Brown fue el primer dirigente mundial en decir que estaría en Copenhague. Un anuncio que no han hecho sus homólogos Barack Obama y Hu Jintao, de cuyos esfuerzos depende en gran medida el éxito de la cumbre. El primero pactará con un ojo puesto en las demandas de los senadores americanos, que deben ratificar cualquier acuerdo. Del presidente chino se teme que no esté dispuesto a aceptar una reducción de emisiones que supere lo testimonial.
El premier pronunció su discurso en el marco del Major Economies Forum (MEJ). Un encuentro que se celebra estos días en Londres y en el que están representados los 17 países más pujantes del mundo. O lo que es lo mismo, los responsables del 80% de las emisiones de CO2. Brown animó a sus gobiernos a acelerar las negociaciones y advirtió sobre los efectos nefastos de una cumbre estéril. «En cada era, hay uno o dos momentos en los que las naciones se unen y logran acuerdos que hacen historia, y Copenhague debe ser ese momento», dijo Brown, que advirtió: «Apenas quedan 50 días para establecer el calendario de los próximos 50 años».
El primer ministro británico dibujó un futuro de inundaciones, sequías y olas de calor asesinas. «Si fallamos en Copenhague, nuestro planeta estará en peligro», dijo Brown. Un mensaje que no se sale del guión trazado por los científicos, pero que suena llamativo en los labios de un político cauto como Brown. «No podemos ponernos de acuerdo con la Tierra ni con la catástrofe del cambio climático», proclamó, «por eso debemos ponernos de acuerdo unos con otros».
Brown ha mostrado una doble cara en lo relativo al cambio climático. Durante su década al frente del Tesoro, los ecologistas le acusaron de poner restricciones presupuestarias a la política medioambiental de Blair. Desde 2007, sin embargo, ha impulsado un amplio programa de propuestas verdes y ha tratado el asunto con frecuencia en el plano internacional.
Brown fue el primer dirigente mundial en decir que estaría en Copenhague. Un anuncio que no han hecho sus homólogos Barack Obama y Hu Jintao, de cuyos esfuerzos depende en gran medida el éxito de la cumbre. El primero pactará con un ojo puesto en las demandas de los senadores americanos, que deben ratificar cualquier acuerdo. Del presidente chino se teme que no esté dispuesto a aceptar una reducción de emisiones que supere lo testimonial.