Un estudio analizará el efecto del cambio climático en cuatro ríos españoles
Jue, 08/04/2010
Un equipo multidisciplinar financiado por el Ministerio de Ciencia analizará durante 5 años los efectos del cambio climático en los ríos Ebro, Guadalquivir, Llobregat y Júcar, para estudiar la previsible reducción del caudal de estas cuencas y la pérdida de la biodiversidad debido al calentamiento.
Con un presupuesto de 4,5 millones de euros, un centenar de científicos de diversos campos, agrupados en este proyecto, denominado SCARCE, intentarán predecir la disponibilidad del agua, su calidad, así como su influencia en la sociedad y la economía, para proponer sistemas que mejoren las gestión de estos ríos mediterráneos que cíclicamente sufren los efectos de la sequía.
Para ello, se analizarán los datos históricos (episodios hidrológicos más relevantes) y harán estudios de campo en los puntos más sensibles de estas cuatro cuencas representativas del arco mediterráneo ha explicado hoy el coordinador del proyecto y a su vez director del Institut Catalá de Recerca del Aigua (ICRA), Damiá Barceló.
Barceló ha señalado que otros estudios puntuales realizados tanto en ríos españoles como del resto del continente muestran que un aumento de la temperatura provoca una reducción de la pesca fluvial (hasta un 30% según una investigación hecha en Suiza), y del caudal, lo que conlleva una mayor concentración de la contaminación, y el descenso de la presencia de invertebrados.
Los investigadores que participarán en SCARCE incluyen expertos en hidrología, geomorfología, química, ecología, economía, ingeniería, o ecotoxicología El Ebro es uno de los ríos más regulados de España que han modificado su régimen hidrológico y sedimentario, y su caudal ha disminuido aproximadamente un 30 por ciento, no sólo a causa de las presas sino también por el riego y la evaporación de los embalses, y que ha visto además como la acción industrial ha deteriorado la calidad de sus aguas.
Con una longitud de 657 kilómetros, el Guadalquivir es la principal fuente de agua para un territorio de 7 millones de habitantes, un río navegable hasta Sevilla que, a pesar de contar en su estuario con el Parque Nacional de Doñana, sufre contaminación por metales.
Por su parte, el Júcar, que en sus 500 kilómetros cuenta con 27 presas, sufre un intenso uso de sus recursos hídricos, sobre todo por las actividades agrícolas, que junto a la industria aumentan sus niveles de contaminación. Durante los últimos diez años la cantidad de agua media anual se ha reducido en 2.700 hectómetros cúbicos lo que ha provocado la salinización en la desembocadura.
El Llobregat, el más corto de los ríos que se analizarán en este estudio (170 kilómetros) pertenece a las cuencas internas de Cataluña (es uno de los principales recursos de agua del área metropolitana de Barcelona) y su curso inferior ha estado extensamente modificado con una alta concentración de plaguicidas y productos químicos farmacéuticos, fruto principalmente de la agricultura.
Barceló ha dicho que mientras la industria y la actividad urbana han reducido su impacto sobre los ríos en cumplimiento de la normativa europea -que hace que la situación de los cauces sea mejor gracias a las depuradoras- la agricultura -por el riego intensivo y el uso de pesticidas- y la ganadería por la contaminación química a través de los purines, deberían mejorar la gestión de su actividad.
Para el coordinador de este proyecto, el sector agrícola está muy subvencionado y hace un uso casi de "barra libre" del agua para sus cultivos de regadío, ya que no pagan realmente el coste de este recurso.
Con un presupuesto de 4,5 millones de euros, un centenar de científicos de diversos campos, agrupados en este proyecto, denominado SCARCE, intentarán predecir la disponibilidad del agua, su calidad, así como su influencia en la sociedad y la economía, para proponer sistemas que mejoren las gestión de estos ríos mediterráneos que cíclicamente sufren los efectos de la sequía.
Para ello, se analizarán los datos históricos (episodios hidrológicos más relevantes) y harán estudios de campo en los puntos más sensibles de estas cuatro cuencas representativas del arco mediterráneo ha explicado hoy el coordinador del proyecto y a su vez director del Institut Catalá de Recerca del Aigua (ICRA), Damiá Barceló.
Barceló ha señalado que otros estudios puntuales realizados tanto en ríos españoles como del resto del continente muestran que un aumento de la temperatura provoca una reducción de la pesca fluvial (hasta un 30% según una investigación hecha en Suiza), y del caudal, lo que conlleva una mayor concentración de la contaminación, y el descenso de la presencia de invertebrados.
Los investigadores que participarán en SCARCE incluyen expertos en hidrología, geomorfología, química, ecología, economía, ingeniería, o ecotoxicología El Ebro es uno de los ríos más regulados de España que han modificado su régimen hidrológico y sedimentario, y su caudal ha disminuido aproximadamente un 30 por ciento, no sólo a causa de las presas sino también por el riego y la evaporación de los embalses, y que ha visto además como la acción industrial ha deteriorado la calidad de sus aguas.
Con una longitud de 657 kilómetros, el Guadalquivir es la principal fuente de agua para un territorio de 7 millones de habitantes, un río navegable hasta Sevilla que, a pesar de contar en su estuario con el Parque Nacional de Doñana, sufre contaminación por metales.
Por su parte, el Júcar, que en sus 500 kilómetros cuenta con 27 presas, sufre un intenso uso de sus recursos hídricos, sobre todo por las actividades agrícolas, que junto a la industria aumentan sus niveles de contaminación. Durante los últimos diez años la cantidad de agua media anual se ha reducido en 2.700 hectómetros cúbicos lo que ha provocado la salinización en la desembocadura.
El Llobregat, el más corto de los ríos que se analizarán en este estudio (170 kilómetros) pertenece a las cuencas internas de Cataluña (es uno de los principales recursos de agua del área metropolitana de Barcelona) y su curso inferior ha estado extensamente modificado con una alta concentración de plaguicidas y productos químicos farmacéuticos, fruto principalmente de la agricultura.
Barceló ha dicho que mientras la industria y la actividad urbana han reducido su impacto sobre los ríos en cumplimiento de la normativa europea -que hace que la situación de los cauces sea mejor gracias a las depuradoras- la agricultura -por el riego intensivo y el uso de pesticidas- y la ganadería por la contaminación química a través de los purines, deberían mejorar la gestión de su actividad.
Para el coordinador de este proyecto, el sector agrícola está muy subvencionado y hace un uso casi de "barra libre" del agua para sus cultivos de regadío, ya que no pagan realmente el coste de este recurso.