Seis pueblos de Llanes con inundaciones tras la enorme tromba de agua del lunes
Mié, 12/05/2010
Dicen en el Ayuntamiento de Llanes que las torrenciales lluvias que llegaron al concejo en la noche del pasado lunes no acontecían desde «la gota fría de 1983». Y recuerdan también que entonces buena parte del concejo sufrió las ya famosas inundaciones que asolaron a toda la zona del Cantábrico causando verdaderos destrozos humanos y materiales.
Por eso, señala el teniente de alcalde, José Balmori, «estamos razonablemente satisfechos por las tenues consecuencias» que sufrieron los vecinos de los seis pueblos que se vieron afectados, en mayor o menor medida, por el agua que cayó en el municipio durante toda la noche. Según la Agencia Estatal de Meteorología el mayor índice de lluvia se registró entre las 21.45 hasta las 24 horas. En esa franja horaria «cayeron en Llanes 15,2 litros por metro cuadrado, de los que 11 se contabilizaron entre las 23 y las 24 horas». La lluvia amainó, según indican, desde la medianoche en adelante y, hasta las doce del mediodía de ayer, los registros indicaban una precipitación de 4,8 litros.
Sin embargo, las primeras llamadas al servicio 112 de Emergencias de Asturias alertaron de las inundaciones más allá de la una de la madrugada y, de hecho, mantuvieron a los bomberos de Llanes realizando labores de achique hasta casi las cinco de la mañana. Lo hicieron en las localidades de San Roque del Acebal y en Balmori.
Sin embargo, según apuntaron desde el Ayuntamiento de Llanes fueron más puntos los afectados. Purón, Celorio, Poo y la propia villa, en los barrios de La Llavandera y El Rinconín, también resultaron perjudicados por el torrente de agua que anegó hasta trece viviendas. Y, además, hubo un argayo «importante» en las obras de la autovía, en el desmonte que se está haciendo en la cuesta de Andrín y, de otro lado, movimientos de tierra en el pueblo de Posada, motivados por las obras que se acometen cerca de la iglesia por la renovación de una tubería.
Los afectados, en principio, esperarán a que los peritos de sus respectivos seguros valoren los daños económicos que sufrieron, aunque tan sólo en una vivienda de San Roque, propiedad de Tino Darrosa y Verónica Castañón, la pérdida ha sido superior a «36.000 euros». Ése es el dinero que costó a estos jóvenes la tarima de su suelo que «quedó destrozada». El agua en su vivienda llegaba «hasta la rodilla» y para salir de la casa tuvieron que hacerlo «por la ventana», aseguraban ayer. De hecho, los bomberos tuvieron que utilizar una turbobomba para achicar el agua del salón. La suya está anexa a otras dos viviendas que también se inundaron por las fuertes lluvias. La zona, señala Darrosa, «parecía una auténtica piscina» y su coche lo seguía pareciendo ayer cuando el joven mostraba los charcos que aún tenía dentro del mismo. Para José Luis Santoveña, propietario de una de esas casas, sitas en el barrio conocido como La Veguca, los daños fueron menos. «Sólo la nevera, el lavavajillas y el horno» sufrieron los estragos del agua que, en su caso, «alcanzó algo más de los veinte centímetros». No perdió muebles, porque Santoveña tiene la casa en venta y, por tanto, vacía de más mobiliario que el de la cocina. Elena Fervienza, otra vecina de San Roque, que vive junto a la gasolinera de esta localidad en una casa aislada, también sufrió las consecuencias. «Hacia la una y media llamé a la Guardia Civil y para entonces todo lo que tenía en el suelo estaba flotando». Lo explica mientras señalaba el nivel que alcanzó el agua en sus paredes, otros veinte centímetros.
Apuntan Castañón, Darrosa y otro vecino, Ramón Fernández, que los problemas de la inundación se deben a que el sumidero natural, una finca en la que se proyecta la construcción de viviendas de protección, «fue tapado con tierra y piedras cuando comenzaron el movimiento para iniciar las obras». Más tarde, aclaran, «el Ayuntamiento paró esas obras», pero ahora el sumidero ha desaparecido.
Desde el Consistorio descartan esa opción como la causa de las inundaciones, aunque sí reconocen que «San Roque siempre tuvo un problema con las aguas pluviales». Tampoco les ayuda, dicen los vecinos, «que Obras Públicas hiciera mal las cunetas y las alcantarillas cuando se arregló la travesía». En Balmori, al parecer, los daños fueron menores porque, en casos como el de Leopoldo Rozas lograron atajar pronto las posibles consecuencias. De hecho, los afectados alertaron a los bomberos indicando que «temían que si seguía lloviendo el agua entrase en la casa» al bajar por una vaguada en dirección a un grupo de viviendas. Apunta el alcalde de esta localidad, Juan Antonio Gonzalo, que en su pueblo fueron «cinco» las casas inundadas en los barrios de El Corral, Perpiniella y Las Calellucas.
En algunos casos «el agua alcanzó los 15 centímetros». Ahora, apunta, «pediremos al Ayuntamiento que nos limpie el sumidero de las aguas pluviales» ya que, a su juicio, «las inundaciones se produjeron al taponarse» el mismo. Aunque también «solicitaremos a los vecinos que eviten cualquier vertido que vaya al sumidero», subraya el alcalde. Hubo más daños, aunque de menor enjundia. Fueron los causados en distintos garajes como en el de La Concepción (El Rinconín). Aún así, «nadie reclamará nada porque estos daños no son importantes», señala. Ramón Fernández y José Luis Santoveña achican los últimos litros de agua del salón de la casa de este último, en San Roque. Los bomberos, con una moto-bomba en el parking de La Concepción, en la villa de Llanes.
Por eso, señala el teniente de alcalde, José Balmori, «estamos razonablemente satisfechos por las tenues consecuencias» que sufrieron los vecinos de los seis pueblos que se vieron afectados, en mayor o menor medida, por el agua que cayó en el municipio durante toda la noche. Según la Agencia Estatal de Meteorología el mayor índice de lluvia se registró entre las 21.45 hasta las 24 horas. En esa franja horaria «cayeron en Llanes 15,2 litros por metro cuadrado, de los que 11 se contabilizaron entre las 23 y las 24 horas». La lluvia amainó, según indican, desde la medianoche en adelante y, hasta las doce del mediodía de ayer, los registros indicaban una precipitación de 4,8 litros.
Sin embargo, las primeras llamadas al servicio 112 de Emergencias de Asturias alertaron de las inundaciones más allá de la una de la madrugada y, de hecho, mantuvieron a los bomberos de Llanes realizando labores de achique hasta casi las cinco de la mañana. Lo hicieron en las localidades de San Roque del Acebal y en Balmori.
Sin embargo, según apuntaron desde el Ayuntamiento de Llanes fueron más puntos los afectados. Purón, Celorio, Poo y la propia villa, en los barrios de La Llavandera y El Rinconín, también resultaron perjudicados por el torrente de agua que anegó hasta trece viviendas. Y, además, hubo un argayo «importante» en las obras de la autovía, en el desmonte que se está haciendo en la cuesta de Andrín y, de otro lado, movimientos de tierra en el pueblo de Posada, motivados por las obras que se acometen cerca de la iglesia por la renovación de una tubería.
Los afectados, en principio, esperarán a que los peritos de sus respectivos seguros valoren los daños económicos que sufrieron, aunque tan sólo en una vivienda de San Roque, propiedad de Tino Darrosa y Verónica Castañón, la pérdida ha sido superior a «36.000 euros». Ése es el dinero que costó a estos jóvenes la tarima de su suelo que «quedó destrozada». El agua en su vivienda llegaba «hasta la rodilla» y para salir de la casa tuvieron que hacerlo «por la ventana», aseguraban ayer. De hecho, los bomberos tuvieron que utilizar una turbobomba para achicar el agua del salón. La suya está anexa a otras dos viviendas que también se inundaron por las fuertes lluvias. La zona, señala Darrosa, «parecía una auténtica piscina» y su coche lo seguía pareciendo ayer cuando el joven mostraba los charcos que aún tenía dentro del mismo. Para José Luis Santoveña, propietario de una de esas casas, sitas en el barrio conocido como La Veguca, los daños fueron menos. «Sólo la nevera, el lavavajillas y el horno» sufrieron los estragos del agua que, en su caso, «alcanzó algo más de los veinte centímetros». No perdió muebles, porque Santoveña tiene la casa en venta y, por tanto, vacía de más mobiliario que el de la cocina. Elena Fervienza, otra vecina de San Roque, que vive junto a la gasolinera de esta localidad en una casa aislada, también sufrió las consecuencias. «Hacia la una y media llamé a la Guardia Civil y para entonces todo lo que tenía en el suelo estaba flotando». Lo explica mientras señalaba el nivel que alcanzó el agua en sus paredes, otros veinte centímetros.
Apuntan Castañón, Darrosa y otro vecino, Ramón Fernández, que los problemas de la inundación se deben a que el sumidero natural, una finca en la que se proyecta la construcción de viviendas de protección, «fue tapado con tierra y piedras cuando comenzaron el movimiento para iniciar las obras». Más tarde, aclaran, «el Ayuntamiento paró esas obras», pero ahora el sumidero ha desaparecido.
Desde el Consistorio descartan esa opción como la causa de las inundaciones, aunque sí reconocen que «San Roque siempre tuvo un problema con las aguas pluviales». Tampoco les ayuda, dicen los vecinos, «que Obras Públicas hiciera mal las cunetas y las alcantarillas cuando se arregló la travesía». En Balmori, al parecer, los daños fueron menores porque, en casos como el de Leopoldo Rozas lograron atajar pronto las posibles consecuencias. De hecho, los afectados alertaron a los bomberos indicando que «temían que si seguía lloviendo el agua entrase en la casa» al bajar por una vaguada en dirección a un grupo de viviendas. Apunta el alcalde de esta localidad, Juan Antonio Gonzalo, que en su pueblo fueron «cinco» las casas inundadas en los barrios de El Corral, Perpiniella y Las Calellucas.
En algunos casos «el agua alcanzó los 15 centímetros». Ahora, apunta, «pediremos al Ayuntamiento que nos limpie el sumidero de las aguas pluviales» ya que, a su juicio, «las inundaciones se produjeron al taponarse» el mismo. Aunque también «solicitaremos a los vecinos que eviten cualquier vertido que vaya al sumidero», subraya el alcalde. Hubo más daños, aunque de menor enjundia. Fueron los causados en distintos garajes como en el de La Concepción (El Rinconín). Aún así, «nadie reclamará nada porque estos daños no son importantes», señala. Ramón Fernández y José Luis Santoveña achican los últimos litros de agua del salón de la casa de este último, en San Roque. Los bomberos, con una moto-bomba en el parking de La Concepción, en la villa de Llanes.