Eliminar la salinidad del pantano del Guadalhorce cuesta 200 millones
Lun, 31/05/2010
Hace más de 30 años que se intenta encontrar una solución definitiva que acabe con el problema de la alta salinidad que concentra el pantano del Guadalhorce por culpa del manantial de Meliones y ahora la Junta de Andalucía baraja dos opciones. Una que pasaría por sellar las cuevas donde se concentra la sal que luego se vierte al embalse y otra que consistiría en construir dos presas en los puntos de salida para evacuarla hacia el mar. El problema es que cualquiera de las dos opciones supondría una inversión de casi 200 millones de euros, el doble de lo que costará por ejemplo construir el segundo pantano de La Concepción, para aumentar sólo en diez hectómetros cúbicos el agua utilizable del Guadalhorce.
Ninguna de las dos soluciones son nuevas. La primera ya fue planteada en los años 90 cuando se trató impermeabilizar las dolinas o cuevas laterales del tajo de Cabritos, por el que se cuela el agua que después arrastra la sal hasta el pantano. Pero el proyecto no pudo llevarse a cabo porque la entonces Confederación Hidrográfica del Sur (CHS) fue incluso denunciada por un delito ambiental, ya que al parecer en las cuevas habita una especie de murciélago protegido.
Sin embargo, según pudo saber este periódico por fuentes de la Agencia Andaluza del Agua, la idea se ha vuelto a retomar junto a la construcción de dos pequeñas presas en los puntos de salida del manantial de Meliones para aislarla y evacuarla por el salvoconducto que comunica con el emisario submarino que va desde la planta desalobradora de El Atabal hasta el mar.
La principal dificultad, según estudios previos realizados al respecto por el Centro de Estudios Hidrográficos del Cedex en su momento y que fueron desfavorables, es que con esta opción es muy probable que aumente aún más la salinidad.
Fue lo que ocurrió con el sistema de bombeo que comenzó a funcionar en 1993, tras una inversión de 800 millones de pesetas de la época, y que consistía en impulsar la sal hasta una tubería de 55 kilómetros de longitud que transportaba el agua salobre de Meliones hasta el emisario.
Esa actuación se complementó con la localización de las cuevas donde se acumulaba la sal para que el agua saliera a través de canales ubicados a su alrededor antes de que la sal consiguiera entrar en ellas. Se consiguió hacer en una tercera parte de todas las dolinas y eso redujo en un 27% el aporte de sal al pantano, aunque la falta de inversión dio al traste con el resto del proyecto.
Este canal estuvo funcionando unos cuatro años hasta que se averió y la extinta CHS optó por abandonar esta solución para buscar otras alternativas como la incluida en el malogrado Plan Málaga realizado por la desaparecida sociedad estatal Acusur y que no llegó a ejecutarse nunca. Esa opción consistía, además de mejorar las instalaciones existentes, crear un recinto de unos tres hectómetros cúbicos para almacenar la salmuera.
En total, la inversión ascendía a los casi 30 millones de euros y cuando la Junta asumió las competencias en materia de agua volvió a retomar junto con Acuamed. Pero sólo el arreglo de la tubería para evacuar unas 500 toneladas de salmuera al día desde el pantano hasta el mar costaría más de 15 millones de euros. Ahora todo está en el aire.
El agua salobre que recibe el embalse del Guadalhorce a través del manantial de Meliones contiene tres veces más sal que el propio mar Mediterráneo. Cada litro de esa agua tiene de media unos cien gramos de sal, aunque ha habido veces en los se han llegado a registrar hasta 150 gramos. Ese dato contrasta con los 29 gramos de sal por litro que tiene el Mediterráneo. La surgencia de Meliones, y en menor medida la de Cañaveralejo, es la gran responsable del característico mal sabor que el agua potable ha tenido tradicionalmente en Málaga hasta que se puso en marcha la planta desalobradora de El Atabal, que únicamente tiene capacidad para tratar unos ocho gramos de sal por litro. Tras numerosos estudios, se llegó a la conclusión de que el agua se filtra en la zona kárstica de Gobantes y, en algún punto indeterminado, coge la sal para emerger por estos manantiales.
Ninguna de las dos soluciones son nuevas. La primera ya fue planteada en los años 90 cuando se trató impermeabilizar las dolinas o cuevas laterales del tajo de Cabritos, por el que se cuela el agua que después arrastra la sal hasta el pantano. Pero el proyecto no pudo llevarse a cabo porque la entonces Confederación Hidrográfica del Sur (CHS) fue incluso denunciada por un delito ambiental, ya que al parecer en las cuevas habita una especie de murciélago protegido.
Sin embargo, según pudo saber este periódico por fuentes de la Agencia Andaluza del Agua, la idea se ha vuelto a retomar junto a la construcción de dos pequeñas presas en los puntos de salida del manantial de Meliones para aislarla y evacuarla por el salvoconducto que comunica con el emisario submarino que va desde la planta desalobradora de El Atabal hasta el mar.
La principal dificultad, según estudios previos realizados al respecto por el Centro de Estudios Hidrográficos del Cedex en su momento y que fueron desfavorables, es que con esta opción es muy probable que aumente aún más la salinidad.
Fue lo que ocurrió con el sistema de bombeo que comenzó a funcionar en 1993, tras una inversión de 800 millones de pesetas de la época, y que consistía en impulsar la sal hasta una tubería de 55 kilómetros de longitud que transportaba el agua salobre de Meliones hasta el emisario.
Esa actuación se complementó con la localización de las cuevas donde se acumulaba la sal para que el agua saliera a través de canales ubicados a su alrededor antes de que la sal consiguiera entrar en ellas. Se consiguió hacer en una tercera parte de todas las dolinas y eso redujo en un 27% el aporte de sal al pantano, aunque la falta de inversión dio al traste con el resto del proyecto.
Este canal estuvo funcionando unos cuatro años hasta que se averió y la extinta CHS optó por abandonar esta solución para buscar otras alternativas como la incluida en el malogrado Plan Málaga realizado por la desaparecida sociedad estatal Acusur y que no llegó a ejecutarse nunca. Esa opción consistía, además de mejorar las instalaciones existentes, crear un recinto de unos tres hectómetros cúbicos para almacenar la salmuera.
En total, la inversión ascendía a los casi 30 millones de euros y cuando la Junta asumió las competencias en materia de agua volvió a retomar junto con Acuamed. Pero sólo el arreglo de la tubería para evacuar unas 500 toneladas de salmuera al día desde el pantano hasta el mar costaría más de 15 millones de euros. Ahora todo está en el aire.
El agua salobre que recibe el embalse del Guadalhorce a través del manantial de Meliones contiene tres veces más sal que el propio mar Mediterráneo. Cada litro de esa agua tiene de media unos cien gramos de sal, aunque ha habido veces en los se han llegado a registrar hasta 150 gramos. Ese dato contrasta con los 29 gramos de sal por litro que tiene el Mediterráneo. La surgencia de Meliones, y en menor medida la de Cañaveralejo, es la gran responsable del característico mal sabor que el agua potable ha tenido tradicionalmente en Málaga hasta que se puso en marcha la planta desalobradora de El Atabal, que únicamente tiene capacidad para tratar unos ocho gramos de sal por litro. Tras numerosos estudios, se llegó a la conclusión de que el agua se filtra en la zona kárstica de Gobantes y, en algún punto indeterminado, coge la sal para emerger por estos manantiales.