El vertido de Iberdrola al Miño rozó los limites legales
Mié, 18/08/2010
Pese a la suciedad de las aguas, los análisis realizados por los técnicos de la Confederación Hidrográfica sitúan siempre por debajo de los 25 miligramos por litro los niveles de contaminación del Miño en todos los puntos en los que se tomaron muestras. Así ocurrió con las tomas de Barra de Miño, aguas abajo de la incorporación del Sil y con las muestras recogidas en este caso, junto al embalse de Santo Estevo.
El organismo de cuenca garantiza que "se cumplieron" además las normas de calidad aplicables "en todas las concentraciones de oxígeno disuelto y amonio total" entre las fechas en que se vació el embalse.
Los representantes de la asociación ecologista recuerdan que la turbidez es una medida del grado en el que el agua pierde su transparencia debido a la presencia de partículas en suspensión. Y advierten de que como consecuencia de la sedimentación de esas partículas en el fondo de los cauces "los huevos de peces y las larvas de insectos son cubiertas y sofocadas y las agallas se tupen o dañan".
Adega destaca además que es esencial eliminar la turbidez de las aguas para desinfectar la que se destina a consumo humano, lo que "añade costes extra" para el tratamiento de las aguas superficiales.
Junto a ello, explican los ecologistas que las partículas suspendidas ayudan a la adhesión de metales pesados así como de otros compuestos orgánicos tóxicos y pesticidas.
El organismo de cuenca garantiza que "se cumplieron" además las normas de calidad aplicables "en todas las concentraciones de oxígeno disuelto y amonio total" entre las fechas en que se vació el embalse.
Los representantes de la asociación ecologista recuerdan que la turbidez es una medida del grado en el que el agua pierde su transparencia debido a la presencia de partículas en suspensión. Y advierten de que como consecuencia de la sedimentación de esas partículas en el fondo de los cauces "los huevos de peces y las larvas de insectos son cubiertas y sofocadas y las agallas se tupen o dañan".
Adega destaca además que es esencial eliminar la turbidez de las aguas para desinfectar la que se destina a consumo humano, lo que "añade costes extra" para el tratamiento de las aguas superficiales.
Junto a ello, explican los ecologistas que las partículas suspendidas ayudan a la adhesión de metales pesados así como de otros compuestos orgánicos tóxicos y pesticidas.