El Alto Guadiana atesora un rico legado arqueológico surgido en torno al agua
Sáb, 27/11/2010
La cuenca alta del río Guadiana, en la provincia de Ciudad Real, atesora un rico legado arqueológico y cultural surgido en torno al agua que, en algunos casos es poco conocido, pese a su excepcionalidad.
El arqueólogo y antropólogo Luis Benítez de Lugo Enrich, en una entrevista con Efe, pone de manifiesto el "singular" legado que las distintas generaciones que han vivido en torno al agua, han dejado en el curso alto del río Guadiana y sus afluentes.
El agua ha atraído, como un imán, a la población de diferentes culturas a través de los tiempos, y su actividad ha dejado impreso en el paisaje un rico legado que hoy constituye una valiosa riqueza, que se puede recuperar y poner en valor, o que se puede ignorar y destruir, según Benítez de Lugo.
Para este experto, la apuesta pasa por recuperar y darle valor a este patrimonio heredado de los antepasados, para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo.
Según Benítez de Lugo, el Alto Guadiana cuenta con un patrimonio más "común" ligado a las iglesias, ermitas, molinos o la arquitectura popular y señorial, pero, también cuenta con un patrimonio "singular", característico de esta zona y que está en relación con la cultura del agua o con el legado dejado por las órdenes militares y sus importantes fortificaciones.
Entre el amplio patrimonio arqueológico, existen elementos que él considera "excepcionales" por su singularidad y que no existen en ningún otro lugar, un patrimonio que, asegura, "es en el ámbito de lo cultural algo parecido a lo que el lince es en el mundo de la conservación animal".
Se trata de vestigios excepcionales que no existen en ningún otro lugar del mundo; bienes escasos, frágiles y no renovables, de los que "si se pierde uno no hay repuesto posible".
Un ejemplo de este patrimonio excepcional son las motillas de La Mancha, poblados prehistóricos que se instalaron en los cauces secos de los ríos hace 4000 años, cuando las aguas superficiales desaparecieron debido a una sequía que duró 600 años.
El arqueólogo y antropólogo recuerda cómo los antepasados, para no morir, se vieron obligados a aprovechar los acuíferos subterráneos, excavando los primeros pozos de la Península Ibérica.
Estos pozos fueron fortificados, porque el agua era tan escasa, que frecuentemente se desataba la violencia por su control.
Esos poblados prehistóricos fortificados en torno a un pozo son las conocidas motillas, de las que no quedan más de una treintena, situadas soe los acuíferos del Alto Guadiana.
En su opinión, las motillas no están bien protegidas en la actualidad, pese a su valor arqueológico y de hecho, hasta el año 2008 nunca existió un censo de ellas.
Ahora, todo indica que esto puede cambiar, pues hace apenas unas semanas la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha anunciaba su compromiso de declararlas Bien de Interés Cultural (BIC).
Benítez de Lugo asegura que el patrimonio cultural que esconde el Alto Guadiana es tan amplio que es posible encontrar en él, por ejemplo, la Real Fáica de Pólvora, situada en pleno Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, cuya construcción, en el siglo XVIII, se encuentra en íntima relación con el agua.
También, profundamente ligados al agua, están los batanes, molinos y fáicas de luz que en diferentes épocas generaron en torno suyo una rica vida social.
Los canales para riego de Juan de Villanueva o los castillos medievales como los de Calatrava, Peñarroya, Alcázar de San Juan, Pilas Bonas o Alhama conforman otra parte sustancial del rico patrimonio del Alto Guadiana.
El arqueólogo y antropólogo Luis Benítez de Lugo Enrich, en una entrevista con Efe, pone de manifiesto el "singular" legado que las distintas generaciones que han vivido en torno al agua, han dejado en el curso alto del río Guadiana y sus afluentes.
El agua ha atraído, como un imán, a la población de diferentes culturas a través de los tiempos, y su actividad ha dejado impreso en el paisaje un rico legado que hoy constituye una valiosa riqueza, que se puede recuperar y poner en valor, o que se puede ignorar y destruir, según Benítez de Lugo.
Para este experto, la apuesta pasa por recuperar y darle valor a este patrimonio heredado de los antepasados, para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo.
Según Benítez de Lugo, el Alto Guadiana cuenta con un patrimonio más "común" ligado a las iglesias, ermitas, molinos o la arquitectura popular y señorial, pero, también cuenta con un patrimonio "singular", característico de esta zona y que está en relación con la cultura del agua o con el legado dejado por las órdenes militares y sus importantes fortificaciones.
Entre el amplio patrimonio arqueológico, existen elementos que él considera "excepcionales" por su singularidad y que no existen en ningún otro lugar, un patrimonio que, asegura, "es en el ámbito de lo cultural algo parecido a lo que el lince es en el mundo de la conservación animal".
Se trata de vestigios excepcionales que no existen en ningún otro lugar del mundo; bienes escasos, frágiles y no renovables, de los que "si se pierde uno no hay repuesto posible".
Un ejemplo de este patrimonio excepcional son las motillas de La Mancha, poblados prehistóricos que se instalaron en los cauces secos de los ríos hace 4000 años, cuando las aguas superficiales desaparecieron debido a una sequía que duró 600 años.
El arqueólogo y antropólogo recuerda cómo los antepasados, para no morir, se vieron obligados a aprovechar los acuíferos subterráneos, excavando los primeros pozos de la Península Ibérica.
Estos pozos fueron fortificados, porque el agua era tan escasa, que frecuentemente se desataba la violencia por su control.
Esos poblados prehistóricos fortificados en torno a un pozo son las conocidas motillas, de las que no quedan más de una treintena, situadas soe los acuíferos del Alto Guadiana.
En su opinión, las motillas no están bien protegidas en la actualidad, pese a su valor arqueológico y de hecho, hasta el año 2008 nunca existió un censo de ellas.
Ahora, todo indica que esto puede cambiar, pues hace apenas unas semanas la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha anunciaba su compromiso de declararlas Bien de Interés Cultural (BIC).
Benítez de Lugo asegura que el patrimonio cultural que esconde el Alto Guadiana es tan amplio que es posible encontrar en él, por ejemplo, la Real Fáica de Pólvora, situada en pleno Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, cuya construcción, en el siglo XVIII, se encuentra en íntima relación con el agua.
También, profundamente ligados al agua, están los batanes, molinos y fáicas de luz que en diferentes épocas generaron en torno suyo una rica vida social.
Los canales para riego de Juan de Villanueva o los castillos medievales como los de Calatrava, Peñarroya, Alcázar de San Juan, Pilas Bonas o Alhama conforman otra parte sustancial del rico patrimonio del Alto Guadiana.