Galicia tiene 350.000 habitantes que se abastecen de agua sin control sanitario
Lun, 10/01/2011
Un 13% de la población gallega, unos 350.000 habitantes, se abastece a diario de agua no sujeta a ningún tipo de control de potabilidad y de contaminación. Se trata de hogares, fundamentalmente ubicados en zonas rurales, que se nutren de pozos y manantiales privados, y a los que no ha llegado la red municipal de abastecimiento. La elevada dispersión poblacional es lo que explica un dato tan elevado, al que se suman otros 270.000 gallegos que se sirven a través de redes gestionadas por los propios vecinos, y en ciertos casos construidas por los propios ayuntamientos. En algunos de estos suministros tampoco existe ningún tipo de supervisión.
Estos son los datos que maneja la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, y que se encuentran también en la encuesta de infraestructuras y equipamientos locales (EIEL) que tiene el Gobierno central. El número de hogares que se abastecen de pozos y manantiales privados se situaría en los 130.000 en toda la comunidad, con un peso mayor en la provincia de Lugo, y casi residual en la de Ourense, donde priman las redes vecinales privadas. «Este es un fenómeno muy gallego, tremendamente extendido, pero hay que decir que, por lo general, hablamos de un agua extraordinaria, natural, generalmente nada contaminada, aunque no tiene el control público del agua de una red», precisa Carlos Fernández, presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp).
Los alcaldes consultados recuerdan que, en la nueva Lei de Aguas, lo que se persigue es llegar con las redes de saneamiento al mayor número de núcleos posible y, sobre todo, garantizar en las redes vecinales un mayor control sanitario. En el medio rural, en cambio, se interpreta ese nuevo marco legal como un intento de legalizar puntos de suministro para incrementar la recaudación.
Francisco Menéndez, presidente de Augas de Galicia, reconoce que la cuestión del abastecimiento en esta comunidad es un debate que «tarde o temprano se tendrá que abrir». El máximo responsable del organismo recuerda que el Plan Auga impulsado por este Gobierno -que prevé una inversión de 800 millones de euros- tiene entre sus objetivos dar abastecimiento a todos los núcleos de población mayores de 50 habitantes, tal y como recomienda la UE. Trabaja en una de las empresas gallegas más reputadas en el ámbito de la infraestructura hidráulica, y es una de las voces de Galicia más autorizadas en lo que concierne al análisis de las aguas. Químico de profesión, Andrés Manso forma parte de la plantilla de Espina Obras Hidráulicas, compañía exportadora y fi rma puntera en la construcción de plantas potabilizadoras y redes de saneamiento. -Pues que hay un número considerable de habitantes, unos siete de cada diez, que se abastecen de redes municipales, y otro tanto que se ha buscado la vida allí donde la Administración no ha podido llegar todavía.
-Que no hay un control. En un abastecimiento municipal se cumplen todas las inspecciones que marca el Real Decreto 140/2003: cloración, frecuencia, todos los parámetros. Pero en pozos y manantiales, por lo general, no.
-Generalmente el agua es buena, pero si aparece un foco contaminante no se detecta de dónde puede venir. Igual proviene de un vertido incontrolado, de una explotación ganadera. A veces son aguas que se contaminan por fi ltración del terreno.
-El principal problema es bacteriológico. Eso no quiere decir que si bebes esa agua vas a tener un problema de salud. Generalmente, una persona sana, con su sistema inmunitario funcionando a plenitud, puede asumir sin consecuencias esa carga de tipo microbiológico. Tampoco hay ningún problema en usar el agua para el aseo o para cocinar.
-En principio no, aunque la normativa es bastante exigente en lo que concierne a la calidad de las aguas. Los grandes problemas vienen de la industria.
-A que la contaminación de metales pesados, por lo general, tiene peores consecuencias. Y en Galicia, hasta donde yo sé, no se da este problema. Me refi ero a la presencia de mercurio y plomo en los análisis. -Cuánto más control, mejor. La normativa es exigente, pero resulta difícil llegar a todos los puntos. Y es la Administración la que tiene que forzar todos estos trabajos. Pero es muy importante que los ciudadanos tengan claro que cuando no hay abastecimiento de agua tampoco existe un saneamiento. Es un problema en cadena que requiere soluciones en varios eslabones.
Galicia, lluvia y agua son casi sinónimos. Por esa razón, si no llueve, el agua se acaba aun en Galicia y comienzan las restricciones. En Galicia el agua está de paso, se acumula en sus breves ríos que pronto llegan al mar después de ser ordeñados de kilovatios por las empresas hidroeléctricas. Solo los ríos más pequeños se reservan para el suministro de las grandes poblaciones. Puede decirse que estas aguas son las únicas que están controladas y tratadas para su consumo o uso humano. Con excepción de ciertas zonas de Galicia (Xinzo, Monforte, Vilalba), donde hay enormes freáticos subterráneos (no explotados), el resto de la Galicia rural está sembrada de casas (se calculan en un cuarto de millón), cada una de ellas con su pozo propio formado en las grietas de las rocas (freáticos fi surales) que se recarga cuando llueve, pero que en menos de un año se agota.
La dispersión de la población rural de Galicia es una consecuencia de esa misma abundancia de agua. En Galicia, la falsa creencia de que el agua es inagotable y consustancial a esta tierra provoca un cierto descuido en el tratamiento que recibe. Es el caso de los pequeños freáticos fi surales enormemente vulnerables a la contaminación, pues por su carácter privado y escasa entidad escapan al control sanitario. Y a medida que las poblaciones rurales aumentan, si no cuentan (es lo habitual) con una adecuada red sanitaria para el tratamiento de las aguas fecales, ganaderas o industriales (la mayoría van a pozos negros) se convertirán en un grave peligro latente de contaminación ambiental.
Estos son los datos que maneja la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, y que se encuentran también en la encuesta de infraestructuras y equipamientos locales (EIEL) que tiene el Gobierno central. El número de hogares que se abastecen de pozos y manantiales privados se situaría en los 130.000 en toda la comunidad, con un peso mayor en la provincia de Lugo, y casi residual en la de Ourense, donde priman las redes vecinales privadas. «Este es un fenómeno muy gallego, tremendamente extendido, pero hay que decir que, por lo general, hablamos de un agua extraordinaria, natural, generalmente nada contaminada, aunque no tiene el control público del agua de una red», precisa Carlos Fernández, presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp).
Los alcaldes consultados recuerdan que, en la nueva Lei de Aguas, lo que se persigue es llegar con las redes de saneamiento al mayor número de núcleos posible y, sobre todo, garantizar en las redes vecinales un mayor control sanitario. En el medio rural, en cambio, se interpreta ese nuevo marco legal como un intento de legalizar puntos de suministro para incrementar la recaudación.
Francisco Menéndez, presidente de Augas de Galicia, reconoce que la cuestión del abastecimiento en esta comunidad es un debate que «tarde o temprano se tendrá que abrir». El máximo responsable del organismo recuerda que el Plan Auga impulsado por este Gobierno -que prevé una inversión de 800 millones de euros- tiene entre sus objetivos dar abastecimiento a todos los núcleos de población mayores de 50 habitantes, tal y como recomienda la UE. Trabaja en una de las empresas gallegas más reputadas en el ámbito de la infraestructura hidráulica, y es una de las voces de Galicia más autorizadas en lo que concierne al análisis de las aguas. Químico de profesión, Andrés Manso forma parte de la plantilla de Espina Obras Hidráulicas, compañía exportadora y fi rma puntera en la construcción de plantas potabilizadoras y redes de saneamiento. -Pues que hay un número considerable de habitantes, unos siete de cada diez, que se abastecen de redes municipales, y otro tanto que se ha buscado la vida allí donde la Administración no ha podido llegar todavía.
-Que no hay un control. En un abastecimiento municipal se cumplen todas las inspecciones que marca el Real Decreto 140/2003: cloración, frecuencia, todos los parámetros. Pero en pozos y manantiales, por lo general, no.
-Generalmente el agua es buena, pero si aparece un foco contaminante no se detecta de dónde puede venir. Igual proviene de un vertido incontrolado, de una explotación ganadera. A veces son aguas que se contaminan por fi ltración del terreno.
-El principal problema es bacteriológico. Eso no quiere decir que si bebes esa agua vas a tener un problema de salud. Generalmente, una persona sana, con su sistema inmunitario funcionando a plenitud, puede asumir sin consecuencias esa carga de tipo microbiológico. Tampoco hay ningún problema en usar el agua para el aseo o para cocinar.
-En principio no, aunque la normativa es bastante exigente en lo que concierne a la calidad de las aguas. Los grandes problemas vienen de la industria.
-A que la contaminación de metales pesados, por lo general, tiene peores consecuencias. Y en Galicia, hasta donde yo sé, no se da este problema. Me refi ero a la presencia de mercurio y plomo en los análisis. -Cuánto más control, mejor. La normativa es exigente, pero resulta difícil llegar a todos los puntos. Y es la Administración la que tiene que forzar todos estos trabajos. Pero es muy importante que los ciudadanos tengan claro que cuando no hay abastecimiento de agua tampoco existe un saneamiento. Es un problema en cadena que requiere soluciones en varios eslabones.
Galicia, lluvia y agua son casi sinónimos. Por esa razón, si no llueve, el agua se acaba aun en Galicia y comienzan las restricciones. En Galicia el agua está de paso, se acumula en sus breves ríos que pronto llegan al mar después de ser ordeñados de kilovatios por las empresas hidroeléctricas. Solo los ríos más pequeños se reservan para el suministro de las grandes poblaciones. Puede decirse que estas aguas son las únicas que están controladas y tratadas para su consumo o uso humano. Con excepción de ciertas zonas de Galicia (Xinzo, Monforte, Vilalba), donde hay enormes freáticos subterráneos (no explotados), el resto de la Galicia rural está sembrada de casas (se calculan en un cuarto de millón), cada una de ellas con su pozo propio formado en las grietas de las rocas (freáticos fi surales) que se recarga cuando llueve, pero que en menos de un año se agota.
La dispersión de la población rural de Galicia es una consecuencia de esa misma abundancia de agua. En Galicia, la falsa creencia de que el agua es inagotable y consustancial a esta tierra provoca un cierto descuido en el tratamiento que recibe. Es el caso de los pequeños freáticos fi surales enormemente vulnerables a la contaminación, pues por su carácter privado y escasa entidad escapan al control sanitario. Y a medida que las poblaciones rurales aumentan, si no cuentan (es lo habitual) con una adecuada red sanitaria para el tratamiento de las aguas fecales, ganaderas o industriales (la mayoría van a pozos negros) se convertirán en un grave peligro latente de contaminación ambiental.