Los expertos detectan residuos de contaminación urbana en diversos lagos aislados de los Pirineos
Lun, 06/06/2011
La contaminación difusa llega hasta los lagos aislados de alta montaña y se acumula en los sedimentos de estas cuencas, procedente de las zonas urbanas e industriales ubicadas a centenares de kilómetros, según han constatado científicos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (Girona) adscrito al CSIC.
En declaraciones a Europa Press, la investigadora y autora del trabajo, Montserrat Bacardit, explicó que estas acumulaciones de contaminantes pueden ser «potencialmente peligrosas» y, debido a su persistencia durante décadas, pueden reintroducirse en el ciclo hidrológico en cualquier momento.
Bacardit ha detectado trazas de níquel, cobre, zinc, arsénico, selenio, cadmio y plomo en las cuencas de diversos lagos del Pirineo que, aunque son elementos presentes en la naturaleza, en estos casos proceden de la actividad humana.
Las acumulaciones son superiores en sedimentos y suelos, y de hecho presentan una magnitud tres veces superior a la que se introduce ahora por vía atmosférica.
La investigación también ha constatado la evolución de la presencia de los contaminantes varía en cada momento y, en el caso del plomo, pasaron a ser inferiores cuando se limitó el uso de este mineral en las gasolinas de los automóviles.
La idea general del estudio es que la contaminación difusa no solamente se queda en el entorno del lugar donde se origina, fruto de los procesos de combustión, sino que viaja hasta las zonas más elevadas a merced de vectores de transporte como las precipitaciones y los vientos.
A pesar de ello, Bacardit reseñó que el nivel de contaminación de las aguas de estos lagos de alta montaña son muy pequeñas y no representan ningún peligro para el hombre, si bien pueden reintroducirse en el medio y, por tanto, es positivo reducir su producción.
La investigadora explicó que el proceso de cambio climático puede acelerar este proceso de reintroducción, por lo que es necesario permanecer «atento» a la evolución de esta contaminación.
En declaraciones a Europa Press, la investigadora y autora del trabajo, Montserrat Bacardit, explicó que estas acumulaciones de contaminantes pueden ser «potencialmente peligrosas» y, debido a su persistencia durante décadas, pueden reintroducirse en el ciclo hidrológico en cualquier momento.
Bacardit ha detectado trazas de níquel, cobre, zinc, arsénico, selenio, cadmio y plomo en las cuencas de diversos lagos del Pirineo que, aunque son elementos presentes en la naturaleza, en estos casos proceden de la actividad humana.
Las acumulaciones son superiores en sedimentos y suelos, y de hecho presentan una magnitud tres veces superior a la que se introduce ahora por vía atmosférica.
La investigación también ha constatado la evolución de la presencia de los contaminantes varía en cada momento y, en el caso del plomo, pasaron a ser inferiores cuando se limitó el uso de este mineral en las gasolinas de los automóviles.
La idea general del estudio es que la contaminación difusa no solamente se queda en el entorno del lugar donde se origina, fruto de los procesos de combustión, sino que viaja hasta las zonas más elevadas a merced de vectores de transporte como las precipitaciones y los vientos.
A pesar de ello, Bacardit reseñó que el nivel de contaminación de las aguas de estos lagos de alta montaña son muy pequeñas y no representan ningún peligro para el hombre, si bien pueden reintroducirse en el medio y, por tanto, es positivo reducir su producción.
La investigadora explicó que el proceso de cambio climático puede acelerar este proceso de reintroducción, por lo que es necesario permanecer «atento» a la evolución de esta contaminación.