Rechazo total al plan ambiental de la nueva planta de Iberdrola en el Sil
Dom, 11/09/2011
Varios colectivos ecologistas, entre ellos Amigos da Terra, Adega y la Fundación Germán Estévez, han presentado alegaciones al proyecto de Iberdrola para crear una central de ciclo reversible en el Cañón del Sil, plan denominado Santa Cristina y que lleva aparejado la construcción de un lago artificial de 35 hectáreas de superficie en lo alto de la montaña.
Desde el grupo Germán Estévez han pedido la nulidad del estudio de impacto ambiental presentado por Iberdrola por considerar que prescinde de «la normativa en vigor y por basarse en un informe de mínimos», además de por entender que «la ejecución del tal proyecto causará un enorme impacto desde el punto de vista ambiental, paisajístico, turístico, cultural y territorial», según figura en el documento alegatorio que el colectivo presentó ante el Ministerio de Medio Ambiente.
Los ecologistas de Germán Estevez esgrimen, además, que la propia compañía hidroeléctrica asume que los riesgos geológicos, los cambios en la dinámica erosión-sedimentación, la contaminación y alteración de la calidad de las aguas y la eliminación de la vegetación son medios durante la fase de construcción de la central de Santa Cristina, que reduce a un aumento de niveles sonoros y de colisión con la avifauna una vez que esté en funcionamiento la instalación programada.
A mayores, los críticos con esta iniciativa de Iberdrola consideran que la construcción de una larga red de tubería para llevar el agua desde el Sil a la laguna en lo alto de las montañas de la Ribeira Sacra no deja de ser «un trasvase, por lo que correspondería la realización de un proyecto distinto, complementario, en base al Plan Hidrológico Nacional que está en vigor. CARACTERÍSTICAS. La magnitud del proyecto, ideado para generar 727 megavatios de electricidad, afecta a 222 propiedades de forma permanente y a 34 de forma temporal.
La construcción de todas las instalaciones requerirá remover 848.092 metros cúbicos de escombro en el Cañón del Sil, según datos aportados por Iberdrola en el estudio de impacto ambiental del proyecto.
En concreto, dos tercios del escombro total procederán de la excavación subterránea, mientras que el resto saldrá de los trabajos a cielo abierto. Para la apertura de galerías bajo tierra será necesario el empleo de voladuras.
En este informe también se indica que la totalidad del volumen excavado será reutilizado en la obra, fundamentalmente en la formación de los diques de ese depósito de 35 hectáreas que es necesario construir para almacenar el agua que se tomará del río Sil, del embalse de Santo Estevo.
Otro detalle que figura en el estudio de impacto ambiental es que durante las obras, que se prolongarán al menos durante ocho años, se pueden producir numerosos impactos ambientales, tales como preparar el terreno, desbrozar, talar, adecuar vías de acceso, acopiar y almacenar materiales o transporte, entre otros.
Para ejecutar las obras, será necesario bajar el nivel del embalse, según re?eja el estudio de Iberdrola, hasta una cota inferior al punto donde se ubicará la toma para captar agua en Santo Estevo, en concreto entre diez y doce metros del nivel medio que tiene el embalse.
Desde el grupo Germán Estévez han pedido la nulidad del estudio de impacto ambiental presentado por Iberdrola por considerar que prescinde de «la normativa en vigor y por basarse en un informe de mínimos», además de por entender que «la ejecución del tal proyecto causará un enorme impacto desde el punto de vista ambiental, paisajístico, turístico, cultural y territorial», según figura en el documento alegatorio que el colectivo presentó ante el Ministerio de Medio Ambiente.
Los ecologistas de Germán Estevez esgrimen, además, que la propia compañía hidroeléctrica asume que los riesgos geológicos, los cambios en la dinámica erosión-sedimentación, la contaminación y alteración de la calidad de las aguas y la eliminación de la vegetación son medios durante la fase de construcción de la central de Santa Cristina, que reduce a un aumento de niveles sonoros y de colisión con la avifauna una vez que esté en funcionamiento la instalación programada.
A mayores, los críticos con esta iniciativa de Iberdrola consideran que la construcción de una larga red de tubería para llevar el agua desde el Sil a la laguna en lo alto de las montañas de la Ribeira Sacra no deja de ser «un trasvase, por lo que correspondería la realización de un proyecto distinto, complementario, en base al Plan Hidrológico Nacional que está en vigor. CARACTERÍSTICAS. La magnitud del proyecto, ideado para generar 727 megavatios de electricidad, afecta a 222 propiedades de forma permanente y a 34 de forma temporal.
La construcción de todas las instalaciones requerirá remover 848.092 metros cúbicos de escombro en el Cañón del Sil, según datos aportados por Iberdrola en el estudio de impacto ambiental del proyecto.
En concreto, dos tercios del escombro total procederán de la excavación subterránea, mientras que el resto saldrá de los trabajos a cielo abierto. Para la apertura de galerías bajo tierra será necesario el empleo de voladuras.
En este informe también se indica que la totalidad del volumen excavado será reutilizado en la obra, fundamentalmente en la formación de los diques de ese depósito de 35 hectáreas que es necesario construir para almacenar el agua que se tomará del río Sil, del embalse de Santo Estevo.
Otro detalle que figura en el estudio de impacto ambiental es que durante las obras, que se prolongarán al menos durante ocho años, se pueden producir numerosos impactos ambientales, tales como preparar el terreno, desbrozar, talar, adecuar vías de acceso, acopiar y almacenar materiales o transporte, entre otros.
Para ejecutar las obras, será necesario bajar el nivel del embalse, según re?eja el estudio de Iberdrola, hasta una cota inferior al punto donde se ubicará la toma para captar agua en Santo Estevo, en concreto entre diez y doce metros del nivel medio que tiene el embalse.