El rendimiento de la agricultura europea ha sido significativo durante el medio siglo pasado. La agricultura se ha intensificado y la intensificación, a su vez ha aumentado la presión sobre el medio ambiente. Se llega a un punto donde la seguridad de producción está cuestionando la gestión sostenible de los recursos naturales y un desarrollo equilibrado de base territorial. La agricultura europea se enfrenta a nuevos desafíos tales como la adaptación al cambio climático, la dependencia energética, la biodiversidad y las interconexiones de la vida silvestre, el suministro de bienes y servicios públicos, además de su objetivo, que consiste en la alimentación de las poblaciones cada vez mayores. Varias iniciativas que afectan a los agricultores, autoridades locales, organismos públicos, empresas de agua y el sector privado han estado floreciendo a través del continente durante los últimos años en que esta reunión tiene como objetivo enfatizar. Son ejemplos reproducibles o innovadores que demuestran que el uso sostenible del agua en la agricultura es posible. Sin embargo los esfuerzos de participación y las iniciativas espontáneas deben ser apoyadas por sólidos instrumentos jurídicos, financieros y de políticas que la Política Agrícola Común que viene tiene la carga pesada para poner en práctica. Es la condición para alcanzar un equilibrio adecuado entre el objetivo ambicioso de la productividad inmediata y de largo plazo, la preocupación pública social y ambiental.